Artur Mas deja entrever que no habrá consulta y que la sustituirá por elecciones plebiscitarias

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Afirma que si no tiene un marco legal no llevará a España a una crisis constitucional

10 oct 2014 . Actualizado a las 08:37 h.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, deja caer en una entrevista publicada ayer en The New York Times que renunciará a la consulta del 9-N si la convocatoria es declarada ilegal. Su intención es que los catalanes voten dentro de un mes, según señala en el rotativo norteamericano, y que buscará «todas las vías posibles» para que la consulta pueda celebrarse de manera legal. Pero aclara que si no tiene un marco legal no llevará a España a una crisis constitucional manteniendo una cita ilegal. De momento, la consulta está suspendida de manera cautelar por el Constitucional, pero no anulada, pues el tribunal aún no ha dictado sentencia y no se espera que lo haga antes de un mes.

Mas insiste, asimismo, en que su «único plan es votar el 9-N», aunque aprovecha la entrevista para lanzar un mensaje a sus socios de Esquerra y la CUP, que insisten en que la consulta debe seguir adelante pase lo que pase y aun teniendo que asumir responsabilidades penales. Unió, en cambio, recela de todo lo que suene a saltarse la ley. Los democristianos tienen en sus manos las dos consejerías clave de la votación, Gobernación e Interior, y no están por la labor de avalar una votación sin anclaje legal.

De hecho, la vicepresidenta Joana Ortega, titular de Gobernación y responsable de la organización logística de la votación, manifiesta en una carta remitida a los secretarios e interventores municipales y dada a conocer ayer que está llevando a cabo «iniciativas legalmente oportunas para hacer viable que el 9 de noviembre se pueda realizar la consulta inicialmente convocada» y aclara que las actuaciones a desarrollar «deben adecuarse en todo momento a la legalidad aplicable». En la misma línea está Iniciativa, que ve que la cita del 9-N tiene cada vez menos garantías democráticas, según apuntó Joan Herrera y como también mantuvo el politólogo Joaquim Brugué cuando renunció a su cargo como miembro de la junta electoral de la consulta.

En este contexto, y con la espada de Damocles del 15 de octubre como fecha tope fijada por Francesc Homs para decidir si la consulta podrá celebrarse según los términos previstos, Mas y los líderes de los partidos soberanistas se reunieron ayer para seguir poniendo a prueba la unidad del frente proconsulta y para tratar de acordar nuevas estrategias con el objetivo de avanzar en los preparativos del 9-N, algunos de los cuales, de vital importancia como el censo o los colegios electorales, tendrían que estar listos este fin de semana.

La cumbre, la segunda tras la del viernes pasado, se celebró en un edificio de la Generalitat en medio de un secreto absoluto, y a su final ninguno de los asistentes quiso hacer declaraciones.

El otro mensaje que envió Mas a sus compañeros de viaje en el proceso catalán a través de The New York Times es que sigue sin descartar las elecciones plebiscitarias. «Esta opción está en un cajón que de momento está cerrado», apunta, y añade que «solo se abrirá si hay consenso entre las fuerzas proconsulta, y por ahora este consenso no existe». El presidente de la Generalitat, consciente de que a casi ninguna fuerza le viene bien el adelanto electoral, utiliza la advertencia de los comicios para mantener una unidad cada día más precaria.