Compasión equivocada

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

30 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Entendía Aristóteles la compasión como la lástima que se siente por quien sufre sin merecerlo. Es un sentimiento sobre el que se asienta la solidaridad humana y sin el que ninguna sociedad es posible. Así que está bien que Artur Mas sienta pena y compasión. Lo malo es que la tenga por quien no se lo merece, Jordi Pujol, en lugar de por todos aquellos a quienes su padre político ha engañado, estafado, defraudado, robado y traicionado, que es a todos los ciudadanos. A título particular, puede sentir compasión por quien le plazca; como presidente, esta compasión equivocada confirma que le preocupa más que el escándalo no afecte a su hoja de ruta soberanista que salvaguardar los intereses de la Administración, que debería ser su primera obligación.

En democracia, nada hay más sagrado que el contrato de confianza con el pueblo. Sean cuales sean los supuestos méritos de Pujol, su felonía los invalida y lo descalifica políticamente. Y lo mismo ocurrirá con Mas si en este dilema se decanta por comprender a quien lo propuso en lugar de por defender a quien lo eligió, que son los ciudadanos. En lugar de ser implacable con el infractor, se muestra tolerante con él, y de la condescendencia a la justificación solo hay un paso. Porque la retirada de las prerrogativas es insuficiente. Faltan las explicaciones públicas, la devolución de lo defraudado y que pague por ello. Es lo mínimo, y al margen de lo que decida la Justicia.