El presidente quiere cargarse de razón y saber qué armas tiene

G. B. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

23 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Mariano Rajoy es consciente de que ha llegado el momento decisivo en la batalla contra Artur Mas. Y, antes de emprender esa lucha final, quiere en primer lugar cargarse de razones y en segundo, saber con qué armas cuenta. Para lo primero, cargarse de razones, Rajoy se ha visto obligado contra su voluntad a mantener un encuentro con Artur Mas que sabe inútil y que será aprovechado con toda probabilidad por el líder de CiU para alentar el victimismo ante la inevitable negativa a negociar nada que tenga que ver con el referendo.

El presidente no podía, en todo caso, llegar a noviembre sin dejar al menos testimonio de que ha intentado el diálogo hasta el último momento para tratar de que el presidente catalán reconsidere su postura de convocar un referendo ilegal. Para lo segundo, saber de qué armamento dispone, Rajoy necesita sondear la solidez con la que el nuevo líder del PSOE mantiene la negativa a cualquier posibilidad de que se celebre la consulta, ni de forma unilateral ni de forma pactada.

Rajoy disponía ya de esa garantía con Alfredo Pérez Rubalcaba, pero a día de hoy Pedro Sánchez es una incógnita para el Gobierno. Y las perspectivas no son del todo halagüeñas. La primera decisión del nuevo secretario general del PSOE fue ordenar a los socialistas españoles que votaran en contra de Juncker como presidente de la Comisión Europea. Y con ella dejó claro que no está dispuesto a asumir los compromisos a los que había llegado Rubalcaba con Rajoy. Ni en lo que afecta a la Unión Europea, ni en lo que respecta a la Corona ni, presumiblemente en lo que concierne a Cataluña. Algo que preocupa seriamente al Gobierno, que al menos ve con alivio que Sánchez no se mueva por ahora del planteamiento de una reforma constitucional de carácter federal. Entre otras cosas, porque es lo único que le garantiza estabilidad en las relaciones con el PSC, que acaba de renovar su liderazgo y necesita no aparecer en Cataluña como un aliado fiel y sumiso de Mariano Rajoy. Pero Sánchez quiere manos libres para elaborar su propia hoja de ruta sin ataduras, aunque es cierto que el margen de maniobra respecto a Cataluña es escaso.

El panorama se presenta en todo caso incierto para Rajoy porque, a medida que se acerca la fecha del 9 de noviembre, el tablero se mueve cada vez más. Primero, con la sucesión en el PSOE, luego, con el relevo en el PSC y finalmente con la inestabilidad en CiU por la dimisión de Duran i Lleida como número dos.