Seísmo político interminable tras las europeas

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Se acabó el considerar estos comicios como de tercera división

08 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Se acabó el considerar las elecciones europeas como de tercera división. Si se mira lo que ha pasado, el balance estremece: el Gobierno francés de Hollande y Valls, a punto de caer por el ascenso imparable de la extrema derecha; el italiano de Matteo Renzi, consolidado; el británico, en entredicho por los antieuropeístas. Y así sucesivamente.

En España, el seísmo ha sido de mayor magnitud y sus réplicas continuarán durante el próximo medio año. Al día siguiente, Rubalcaba anunció su retirada. Una semana después, abdicó el rey, una decisión tomada por él mismo en enero, pero que se precipitó tras las elecciones europeas cuando se supo que muy pronto la dirección del PSOE sería otra, y a saber cuál. Los partidos se movilizaron internamente para digerir el fenómeno Podemos y en la calle prendió, aunque con más ruido que nueces, de momento, el viejo debate entre monarquía o república. Como decía el tuit mas retuiteado de los últimos días, «Visto quien se postula para presidir la república, prefiero soportar a la Leti. !Viva la reina!». El humor engrasa los mensajes, por fortuna.

Comencemos por la abdicación que se venía gestando desde la Zarzuela y se retrasaba a la espera de que don Juan Carlos se recuperara físicamente y en las encuestas. Decidido el momento por el rey, se actuó según el modelo diseñado para la operación Letizia, es decir, decisión por sorpresa, política de hechos consumados, operaciones legislativas y logísticas necesarias a gran velocidad y entrada en la nueva situación cuanto antes. Al día siguiente de la pedida de mano tumultuosa, maniobras militares con el príncipe al frente. Al día siguiente de la abdicación, primera fotografía del viejo y el nuevo rey con uniforme militar en El Escorial.

El manual, como se ve, resulta efectivo cuando se sigue, pero la Zarzuela no lo aplicó en los dos últimos años con los incendios generados por la cacería de elefantes del rey en África, su supuesto romance y el escándalo Urdangarin. No hay como tomar decisiones en tiempo, hora y forma. La operación traspaso se cerrará el día 19, para esquivar el partido de la selección española del 18 que convertirá los telediarios en monotemáticos. Al final asistirá Artur Mas al sobrio acto preparado en el Palacio Real, rectificando su primera decisión. Mejor para todos, incluido para Mas, especialista en cerrarse puertas y cortar puentes con el argumento de construir un futuro distinto. A Jordi Pujol no le pasaban estas cosas. Y se demostró que a Cataluña le fue mejor en aquella época.

El fenómeno Podemos ya se verá dónde llega, pero de momento Izquierda Unida e Iniciativa están desconcertados. El PSOE más todavía. Rosa Díez ha dejado de ser la única beneficiaria del desencanto popular y de la izquierda. Y algunos nacionalistas temen también por su futuro.

¿Y en el Partido Popular? Cierre de filas oficial con aprobación de unos pocos miles de millones de euros en el último Consejo de Ministros para relanzar la actividad económica que solo se recupera en las cifras macro pero que no termina de verse. Solo el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, se ha atrevido en el PP a llamar a las cosas por su nombre y a entender que la omnipresente corrupción daña a su partido. Y ha empezado la limpieza por el Ayuntamiento de Santiago, como experiencia piloto de una operación Manos Limpias que el PP a escala nacional necesita urgentemente aunque la niegue. No hay día sin noticia sobre las andanzas de Bárcenas, las implicaciones de la banda Gürtel y la constante vulneración de la legalidad con supuesto consentimiento de los mandamases del partido. Se acabó la época del «no pasa nada» en la que confiaron en su día los socialistas disfrutando de mayoría absoluta y que ahora proclaman los populares. No tomar medidas serias ahora es aplazar peligrosamente los efectos de la conmoción, acaso para un momento en el que la reacción ya no sea posible. La sombra de las elecciones europeas cubrirá, por lo menos hasta fin de año, el devenir de la política española.

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