La agente detenida: «Me dijo muchas veces que quería matar a Isabel Carrasco, pero yo no la creía»

Melchor Sáiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

A Raquel Gago Rodríguez, que testificó ante la jueza sobre su amiga, se le acusa de los delitos de homicidio, tenencia ilícita de armas y atentado a la autoridad. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN DEL CASO

17 may 2014 . Actualizado a las 20:43 h.

Prisión incondicional y por idénticos cargos que la madre y la hija: homicidio, tenencia ilícita de armas y atentado a la autoridad. La jueza de instrucción número 4 de León envió ayer a la cárcel a Raquel Gago Rodríguez, la policía local que, 30 horas después del asesinato de Isabel Carrasco, se personó en la comisaría para entregar el arma homicida, alegando que acaba de encontrarla en el maletero de su vehículo

Según fuentes judiciales, ni la magistrada ni la Fiscalía, tras tres horas y media de interrogatorio, creyeron su versión, que estuvo «plagada de incongruencias». ¿La mayor de todas? no sospechó que su amiga Triana Martínez podía estar detrás del crimen pese a reconocer en sede judicial que « me dijo muchas veces que quería matar a Isabel Carrasco, pero yo no la creía».

Según su testimonio, fue Triana, la hija de Montserrat González, la asesina confesa, la que dejó el arma en su Golf entre las 17.17 horas del lunes, cuando se perpetró el asesinato, y las 18.05, cuando Martínez fue detenida.

La agente municipal ahora encarcelada sostuvo ante la jueza que el día de los hechos tomó un café con Triana en la casa de esta y que luego se despidieron, emplazándose para verse más tarde. Sin embargo, a media tarde (ya después del asesinato), Triana Martínez le hizo una llamada de 17 segundos para pedirle que se viesen de inmediato. La agente asegura que apenas pudo hablar con su amiga porque estaba enfrascada en una discusión con un agente de la ORA que pretendía multarla. En ese momento, asegura la imputada, la hija de la asesina aprovechó para dejar en su coche, que estaba abierto, el revólver dentro de una bandolera.

Su cuñado, policía nacional

Siempre según su versión, se despidió apresuradamente de Triana sin percatarse de que había abierto su coche. Luego se fue a una frutería y solo cuando terminó la compra volvió a llamar a su amiga tal y como le había prometido. Pero ya nadie respondió.

Gago explicó a la juez que se dio cuenta de que el arma usada para asesinar a la presidenta de la Diputación de León estaba en su coche cuando el martes por la noche se dispuso a meter una bicicleta en la parte posterior del vehículo y vio que había un bulto desconocido. El maletero de su ranchera está siempre lleno de trastos porque se dedica a la restauración, justificó. Fue entonces, cuando tras consultar a su cuñado, un policía nacional, qué hacer con el arma acudió de inmediato a la comisaría, sobre las 22.20 horas del martes.

«Me bloqueo»

Cuando la jueza le preguntó a Gago por qué no se le pasó por la cabeza ir a la Policía el mismo día de los hechos, después de saber que a su amiga estaba detenida, y sabiendo que había pedido citarse con ella poco después del asesinato, la respuesta de la agente fue desconcertante: «Es que con este tipo de situaciones me bloqueo».

Esta misma extraña explicación es la que había dado ante la Policía el miércoles, tras entregar el revólver. Fue puesta en libertad pese a que los investigadores no la creyeron. Sobre todo porque tenían los tiques de estacionamiento ORA del vehículo de Gago y de Martínez. Habían aparcado casi a la misma hora y en el mismo lugar, lo que hizo sospechar que había quedado con su amiga para recoger el revólver.

La imputación por homicidio a Gago, que ayer ingresó en la cárcel de Mansilla de las Mulas que ya acoge a madre e hija, confirma que las pruebas apuntan a que fue algo más que encubridora. Según fuentes judiciales, una imputación tan grave responde a las sospechas de que podría ser cooperadora necesaria del crimen. La Policía indaga ahora el GPS del coche patrulla que usó.