Mas responde al rey que Cataluña quiere convivir en libertad

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

El monarca admite el daño que causan los casos de «falta de ejemplaridad» en la vida pública

26 dic 2013 . Actualizado a las 09:58 h.

Era muy esperado y respondió a las expectativas. El discurso de Nochebuena del rey don Juan Carlos fue el de mayor calado político que ha pronunciado en muchos años. Y así fue entendido por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que contestó de inmediato a la propuesta del monarca de actualizar «los acuerdos de convivencia» respetando el marco democrático. El líder de CiU respondió ayer que el catalanismo y Cataluña «siempre han apostado por la convivencia», pero pidió también a su vez que se escuche «con atención y respeto» la voz de una mayoría de los catalanes que reclaman que se les permita decidir sobre su futuro. La interpretación política de ese diálogo es que don Juan Carlos está dispuesto a buscar un nuevo encaje de Cataluña en España que deberá ser refrendado por todos los españoles, mientras Mas apuesta porque sean los catalanes los que decidan libremente cuál debe ser su relación con el resto de España.

«Merece la pena luchar»

En su medida intervención, el rey se mostró abierto a reinterpretar la Constitución, pero hizo continuas alusiones a la necesidad de mantener la unidad de España, a fortalecer lo que «nos une» y a seguir construyendo «juntos» el futuro, resolviendo siempre las «diferencias y controversias» con arreglo a «las reglas de juego democráticas aprobadas por todos». Según aseguró, la institución de la Corona promueve «un país libre, justo y unido dentro de la diversidad». «España es una gran nación que vale la pena vivir y querer, y por la que merece la pena luchar», señaló.

Más insistió en que Cataluña ha apostado históricamente por la «convivencia», pero añadió que en este momento «lo que pasa es que, al lado de la convivencia, también ha apostado por la libertad». Y en el mismo sentido se pronunció el presidente de ERC, Oriol Junqueras, que dijo respetar «la opinión de los soberanos», en referencia a don Juan Carlos, pero «sobre todo la de los pueblos soberanos de su futuro», en alusión a los catalanes. Respecto a la llamada a mantener la unidad que hizo el monarca, Junqueras la reinterpretó en una invitación a «ir juntos a las urnas en Cataluña: los que votan sí y los que votan no». «Si tienen alguna oferta de reforma, ya la dirán», señaló sobre esa «actualización de los acuerdos de convivencia» de la que habló el monarca. Pero el líder de ERC dejó claro que, mientras tanto, Cataluña debe decidir su futuro.

El portavoz del PSC, Jaume Collboni, afirmó que el rey ha lanzado un «mensaje muy claro de diálogo, acuerdo y reforma» y puso el acento en que don Juan Carlos ha ido, a su juicio, «mucho más allá» que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al que situó «clavado en el inmovilismo». Y, en efecto, las palabras del rey fueron algo más allá que las de Rajoy, sobre todo cuando pidió «generosidad para saber ceder cuando es preciso, para comprender las razones del otro y para hacer del diálogo el método prioritario y más eficaz de solución de los problemas colectivos».

«Asumo las exigencias»

Pero además de las referencias a Cataluña, el discurso del rey destacó por la claridad con la que asumió el «desaliento» que generan entre los españoles los «casos de falta de ejemplaridad en la vida pública» que han minado, además, «el prestigio e la política y de las instituciones». Admitió por ello la necesidad de una «regeneración» y se comprometió a encabezarla. «Asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que reclama la sociedad», dijo, aunque en sus palabras no hubo un reproche, ni siquiera indirecto, para su hija Cristina y su marido, Iñaki Urdangarin, por su implicación en el caso Nóos.

También aquí se mostró dispuesto a acometer reformas. Aseguró que la Constitución ha proporcionado a España «el período más dilatado de libertad, convivencia y prosperidad» de su historia. Algo que, a su juicio, hay que tener presente porque «a menudo se pretende que lo ignoremos o lo olvidemos cuando se proclama una supuesta decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones». Pero eso no es incompatible, según explicó, con «la necesidad de mejorar en muchos aspectos la calidad de nuestra democracia». «Esa crucial tarea de modernización y regeneración no es competencia exclusiva de los responsables políticos. También lo es de los agentes económicos y sociales y de la sociedad en su conjunto a través de sus estructuras organizativas», concluyó.