La Constitución, tan necesaria como inviable

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

La oposición y destacados constitucionalistas reclaman la reforma de la Carta Magna, con propuestas diferentes, pero el Gobierno se niega

07 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La Constitución cumplió ayer 35 años con un creciente número de voces que reclaman su reforma, desde la oposición en pleno a los más destacados constitucionalistas. Los partidos, sin embargo, reclaman cambios que van a veces en direcciones opuestas. El Gobierno estima que no existe el consenso necesario para abordarla.

¿Es necesario reformar la Constitución?

Los constitucionalistas coinciden en que es imprescindible, porque ha quedado desfasada. Eduardo Vírgala afirma que debe adaptarse a las nuevas realidades y corregir los defectos que muestra el funcionamiento de las instituciones y destaca que la española es la única gran Constitución europea que se mantiene casi sin cambios, solo dos retoques, en 35 años. Xavier Arbós señala que la reforma «es necesaria idealmente, porque cada generación debería reconsiderar el ordenamiento constitucional», pero añade que «la mayoría de las instituciones han perdido crédito y la fórmula de distribución territorial del poder no satisface a casi nadie».

Frente al argumento de quienes dicen que la Carta Magna ha perdido legitimidad porque la mayor parte de la población no la ha votado, Antonio Torres del Moral recuerda que la de Estados Unidos ha cumplido 226 años y, por tanto, nadie vivo la ha refrendado, pero sí ha sido enmendada y reformada. Comprende que se quiera preservar la Constitución, que por «primera vez fue de todos y para todos», de reformas poco meditadas que aportarían más problemas que soluciones. Pero, aunque es una «operación delicada», hay desajustes y disfuncionalidades que requieren que se proceda con el bisturí, es decir efectuar reformas, ya que para superarlos no basta con una «interpretación inteligente» del texto constitucional.

Para Roberto L. Blanco Valdés, lo que hace imperiosa la reforma es el problema territorial y aboga por racionalizar el «modelo federal que ya tenemos», pero para generar «más cohesión, colaboración y coordinación territorial y no más descentralización, que tenemos de sobra». Las demás reformas considera que son convenientes, pero no indispensables ahora mismo.

Yolanda Gómez aboga por una «revisión sosegada», aunque la Constitución es «muy completa». Señala que «algunos temas no se cerraron en 1978 por la situación de transición política y hoy la democracia está consolidada y no debería haber rechazo alguno en afrontar una reforma».

¿Cuál es la posición del Gobierno?

En principio, el Ejecutivo asegura que no es contrario a la reforma, pero señala que tendrían que darse dos premisas que no concurren en estos momentos: ponerse de acuerdo en qué aspectos se quieren modificar y crear un clima de diálogo entre los grupos que facilite el consenso.

¿Qué reformas plantea el PSOE?

Plantea una reforma en profundidad, cuyo punto más destacado es introducir un modelo federal para tratar de dar encaje a Cataluña. También pretende incluir como derechos fundamentales la educación o la sanidad y revisar lo que se refiere a la sucesión de la Corona.

¿Cuáles son las propuestas de los demás partidos?

IU reclama un «proceso constituyente» en el que se pueda optar entre monarquía y república y abolir el artículo 135 para dar prioridad absoluta a la cobertura universal de los servicios públicos por encima de cualquier otro gasto. UPyD defiende afrontar la reforma «sin miedo» y aboga por introducir un modelo de Estado federal «cooperativo» para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos y atajar los secesionismos. Los nacionalistas, CiU y PNV, están a otra cosa. Los catalanes centrados en la consulta; los vascos, a la espera de lo que pasa en Cataluña.

¿Por qué no hay consenso entre los dos grandes partidos?

Para Blanco Valdés, hay dos razones. Por un lado, ambos son conscientes de que la reforma no contaría con el mismo consenso con que se aprobó la Constitución de 1978, ya que CiU y seguramente IU no la apoyarían. Por otro, está la pelea partidista. «El PP juega a colocar al PSOE en una posición de dudosa lealtad constitucional y el PSOE, a situar al PP en la extrema derecha». «En este ambiente de confrontación a cara de perro es imposible iniciar un proceso de reforma constitucional», asegura. Torres del Moral considera «grave» que no exista consenso. «Conforme la Constitución vaya envejeciendo y perdiendo utilidad se hará más fuerte la tendencia a ignorarla, a mutarla y a interpretarla a beneficio del Gobierno de turno y eso es aún mucho peor», advierte. Para Gómez, lo que se impondría es que «las fuerzas políticas no hicieran uso de esta necesidad de reforma de manera partidista y afrontarán los cambios con auténtica visión de Estado».