El final del sueño español

Tino Novoa REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El número de extranjeros desciende con la crisis y provoca que la población disminuya por primera vez en la historia reciente

23 abr 2013 . Actualizado a las 10:41 h.

La crisis nos ha despertado abruptamente del sueño de la prosperidad. Esa que sirvió de señuelo para atraer a millones de extranjeros desde mediados de los 90 y que ahora, al evaporarse, ha dejado en evidencia la fragilidad del andamiaje. La población residente en España ha descendido en el último año por primera vez en los últimos tiempos. A 1 de enero del 2013 había 47.059.533 personas censadas en el país, 205.788 menos que un año antes. Es la primera caída de población desde que se revisa anualmente el padrón, en 1998. Y se explica en su práctica totalidad por el retorno a sus países de origen de inmigrantes que llegaron a España durante los años del bum económico. De hecho, los extranjeros empadronados descendieron el año pasado en 216.125.

Al no haber cifras oficiales año a año anteriores a 1998 es imposible hacer comparativas a ese nivel de detalle, pero lo cierto es que se quiebra un proceso de crecimiento poblacional ininterrumpido que ha durado medio siglo. A la generación del baby boom sucedió, a finales de los 70 y los 80, el retorno de los emigrantes españoles. Y posteriormente, a partir de los 90, con la llegada masiva de inmigrantes. De hecho, el número de extranjeros residentes se ha multiplicado por nueve en tan solo quince años. En 1998, había 637.000 extranjeros empadronados, que suponían un 1,6 % de la población total. Hoy, son 5,5 millones y representan el 11,7 % del padrón.

Suave crecimiento autóctono

Frente a esta eclosión de la población extranjera, la autóctona solo ha crecido un 5,6 % en ese mismo período. Pero aunque muy suavemente, no ha dejado de aumentar. De forma que todas las alteraciones se explican por la evolución de la inmigración. Y esta, por la marcha del ciclo económico. El ritmo de llegada de inmigrantes se aceleró a principios del siglo, coincidiendo con los años de mayor crecimiento económico. El peso de la población extranjera sobre el total alcanza su cénit en el 2010 y empieza a caer, con más fuerza en el último año, cuando se agrava la recesión y se toma conciencia más clara de que la recuperación tardará aún en llegar. Y probablemente también porque muchos de los retornados sean parados que ya han agotado el seguro de desempleo y que ahora emprenden el viaje de regreso a sus países, con economías más florecientes en estos momentos que la española. De hecho, el grueso de los retornados son iberoamericanos. Ecuatorianos, colombianos, bolivianos y peruanos, más rumanos, explican el 60 % del descenso total de extranjeros.

Las comunidades mediterráneas, además de Madrid, con las que acogen una mayor proporción de población extranjera. En coherencia, son también las que sufren una mayor caída de inmigrantes. Madrid y Cataluña encabezan el listado de autonomías con mayor descenso en el saldo neto de población extranjera. Sin embargo, ninguna de las dos figuran entre las que pierden más población absoluta. Lo que se explica porque esta pérdida se compensa con las migraciones interiores, ya que reciben a ciudadanos que se marchan de las comunidades periféricas.

La pérdida de población extranjera, de prolongarse en años venideros, tendrá consecuencias considerables sobre la estructura demográfica y productiva de España. Mientras solo un tercio de los españoles tienen entre 16 y 44 años, la edad más fértil en términos reproductivos, los extranjeros en ese tramo son un 58,8 %. Y si los autóctonos en edad laboral son un 64,9 %, los extranjeros llegan al 78 %.