Adolfo Suárez, el motor de la transición, cumple hoy 80 años

Manuel Costoya
Manuel Costoya REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El primer presidente de la democracia española apostó por el diálogo y el consenso para intentar impulsar la difícil travesía de la dictadura a la monarquía constitucional

25 sep 2012 . Actualizado a las 11:36 h.

Una enfermedad degenerativa carcome los recuerdos de Adolfo Suárez González (Cebreros, Ávila, 1932), el primer presidente de la democracia española, que hoy cumple 80 años. A pesar de que su memoria se diluye, nunca será olvidado, porque en su haber figura una honra difícil de alcanzar: el reconocimiento, tardío, a su labor política como motor de la transición que impulsó el asentamiento de la democracia en España.

El camino de Suárez no fue fácil. Tras la dimisión de Arias Navarro, don Juan Carlos lo nombró presidente del Gobierno el 3 de julio de 1976. No fue bien recibido por los sectores más conservadores del régimen, que desconfiaban de un joven político sin experiencia y afán reformista. Tampoco la oposición veía en Suárez la figura para liderar el cambio político. Su pasado como gobernador civil de Segovia en 1968, director general de la Televisión Española y secretario general de Movimiento en los estertores del franquismo no lo avalaban.

Suárez, que siempre se definió como un hombre normal, apostó por el diálogo y el consenso para intentar impulsar la difícil travesía de la dictadura a la monarquía constitucional. Conocedor de las instituciones políticas del franquista, y con la ayuda de Torcuato Fernández Miranda, redactó la Ley de Reforma Política, que abrió las puertas a la democracia. Luego le siguieron la legalización de partidos y sindicatos, la amnistía para presos políticos y el regreso del exilio de los principales líderes del PCE. Once meses después de ser nombrado presidente, se celebraban, el 15 de junio de 1977, las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República. Las urnas respaldan a Suárez y a la UCD, un partido que había ayudado a formar uniendo a varios grupos políticos de ideología variada. Fue su época dorada, aunque estuvo cargada de dificultades. Se firman los pactos de la Moncloa para el saneamiento de la economía, con un consenso reclamado por muchos en los actuales tiempos de crisis. Se aprueba el IRPF y la Constitución de 1978. Fueron tiempos de cambio, pero convulsos. La actividad del Grapo y sobre todo la de ETA azuzaba constantemente la estabilidad de la democracia.

El inicio de una nueva década cambia el rumbo político de Suárez. Convertido en el primer presidente constitucional tras las elecciones de abril de 1979, pudo superar, un año después, una moción de censura, pero no parar la gangrena que corroía UCD, un partido fracturado. Suárez no superó este golpe y dimitió como presidente en enero de 1981. Gobernó cuatro años y siete meses, con cinco gabinetes distintos y afrontó dos intentos de golpes de Estado, la operación Galaxia en 1978 y el asalto al Congreso encabezado por Tejero en 1981. Suárez lo volvió a intentar formando su propio partido, el CDS, pero con pésimos resultados electorales. Fue el momento del adiós a la política activa en una España que apostó por el cambio de Felipe González.