«Urdangarin que curre en Burger King»

Efe

ESPAÑA

26 feb 2012 . Actualizado a las 05:48 h.

Sin privilegios. Al final Iñaki Urdangarin dio la cara e hizo voluntariamente el paseíllo de los imputados en hasta cuatro ocasiones. Después de los denostados esfuerzos de la policía por convencer al decano de los juzgados, Francisco Martínez Espinosa, para evitar el mal trago al duque y de que el magistrado autorizase al yerno del rey a llegar en coche a la puerta del tribunal para evitar una posible agresión, Urdangarin sorprendió a todos.

Lejos de ocultarse y lejos de las imágenes de un duque a la carrera escapando de la prensa por las calles de Washington, el imputado quiso marcar ayer en Palma una impronta bien diferente. Una imagen que nada tuviera que ver con la de las fotografías movidas del personaje que huye. Un Urdangarin envejecido, muy delgado, con cara demacrada, gesto cansado y vestido con chaqueta oscura y pantalones y corbata clara, se dejó fotografiar sin prisa durante ese primer paseíllo. Luego vendrían otras tres caminatas, ya que el imputado volvió a Marivent para almorzar con la infanta durante el receso del mediodía.

Más breves fueron sus apariciones ante los manifestantes republicanos e independentistas que se habían congregado en las inmediaciones de los juzgados de vía Alemania. A ellos apenas les dedicó una rápida mirada cuando se bajó a la entrada del callejón del mismo Opel Zafira azul con el que el jueves el matrimonio Urdangarin Borbón llegó al palacio de Marivent. Apenas un segundo en el que probablemente no pudo ver los carteles en los que le exigían lo robado o los montajes en contra de su suegro. Allí estaba el abogado Vives, que lo esperaba para acompañarlo. Lo que no pudo evitar es que Urdangarin escuchara los gritos de la muchedumbre en la calle. Un ensordecedor griterío, en el que destacaban sobre todo los insultos, se apoderó de la zona en los instantes en que el marido de la infanta se sometió al escarnio público de los concentrados.

Los cánticos de protesta

Muchos cánticos, pancartas, alguna parodia, incluso aplausos al juez y a los fiscales del caso Urdangarin, aunque también todo tipo de insultos gruesos al duque y al resto de la familia Real. Pero ningún incidente más allá del lanzamiento de un par de huevos contra la parte trasera del vehículo de Urdangarin, que obviamente no provocaron ningún tipo de daño.

Los temidos manifestantes «radicales», como los calificó la policía para reclamar insistentemente que el yerno del rey no hiciera el paseíllo, se quedaron en no más de tres centenares de personas tan pacíficas como reivindicativas. Y eso, en los momentos de mayor afluencia de la jornada, porque según avanzaba el día solo un puñado de personas, entre ellos muchos curiosos y vecinos, hicieron guardia a las puertas de los juzgados.

El ambiente fue festivo entre los activistas que respondieron a la triple convocatoria republicana, independentista catalana y contra los recortes sociales. La señeras estrelladas se mezclaron con las banderas tricolores y con las pancartas que reclamaban otra respuesta contra la crisis. La panoplia de consignas fue tan larga como la jornada judicial: «Urdangarin que curre en Burger King», «Falta Cristina, no están todos», «Lo llaman justicia y no lo es», o «Queremos un pisito como el del principito». E igualmente extensa fue la variedad de las pancartas entre la que destacaba la enorme caricatura de Urdangarin con un maletín cargado de dinero y la leyenda «Nóos forramos».