Adiós al patriarca de un clan dividido

m. m. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

David Álvarez, dueño de la prestigiosa Vega Sicilia, pasó los últimos años de su vida litigando con 5 de sus 7 hijos por el imperio que él mismo levantó

27 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Era David Álvarez Díez uno de esos hombres que no se arredra ante nada. De los de agarrar el toro por los cuernos. Un empresario de los de antes. Hecho a sí mismo. De esos que, con trabajo, tesón y más trabajo consiguen levantar un imperio de la nada.

Nacido en 1927 en Crémenes, uno de esos diminutos pueblos que salpican la montaña leonesa, emigró de niño con sus padres a Bilbao. Estudió para perito mercantil. Contaba apenas 20 años cuando dio forma a su primer proyecto empresarial: una academia de formación técnica. Corrían los años cincuenta. Luego -a comienzos ya de los sesenta-vendría El Sol, una empresa dedicada a la limpieza de edificios. El origen del coloso que hoy es Eulen. Un grupo de servicios presente en sectores como el sociosanitario, la seguridad, la limpieza o las telecomunicaciones. Con ramificaciones en más de una decena de países y que emplea a casi 85.000 personas en todo el mundo. Más de la mitad, en España.

Los negocios le fueron siempre bien a Don David. Así lo llamaban sus empleados. Y en su pueblo, a donde regresaba siempre que tenía ocasión, y donde la familia posee una preciosa casa edificada a partir de los restos de un viejo molino de agua. Nunca faltaba a las fiestas patronales. Siempre fiel a la cita, cada 29 de agosto.

En lo personal, sin embargo, las cosas no le salieron como él quería. Sobre todo en estos últimos años, en los que se convirtió en el patriarca de una saga dividida. Partida en dos. Porque David Álvarez se ha pasado el último tramo de su vida litigando en los tribunales con cinco de sus siete hijos. Todos de su primera mujer (enviudó dos veces y se casó tres, las dos últimas con sus secretarias). Los díscolos, como él mismo los llamaba. Enfrentados con su progenitor por el control del patrimonio que este amasó durante años de esfuerzo.

Hasta lo apartaron de la presidencia de Eulen. Silla en la que pronto volvería a sentarse gracias al apoyo de sus otros dos vástagos. Los leales. Consiguió recuperar Eulen, pero no El Enebro, la sociedad patrimonial de la familia, a la que pertenecen las bodegas Vega Sicilia, Alión, Pintia y Tokaj Oremus, y la cárnica Valles del Esla. Esa continuó bajo el control de los díscolos, quienes, entre otras muchas cosas, despojaron a su padre del privilegio de firmar las botellas de la prestigiosa Vega Sicilia. Un pequeño placer del que el viejo empresario solía disfrutar. Y mucho.

Hasta que las rencillas familiares salieron a la luz, hace ya cinco años, los Álvarez eran una familia modelo. Todo discreción. Pero, la pugna por el control de los negocios familiares los puso bajo los focos, donde no querían estar.

El patriarca ha fallecido sin que las heridas abiertas en el seno de su clan se hayan cerrado. Aunque, eso sí, se ha ido con la satisfacción de saber que el Supremo estaba de su parte. Este verano le dio la razón. Nadie sabe lo que pasará entre los dos bandos de hermanos ahora que el padre ya no está. Don David ya no lo verá. Será despedido hoy en la intimidad. Descansará para siempre en su vieja aldea.