Negreira guarda los vestigios de una central hidráulica en Liñaio

Emilio forján NEGREIRA / LA VOZ

SANTIAGO

«A luz do Marañón» produjo electricidad durante más de una década, a partir de su entrada en funcionamiento en 1942

23 mar 2015 . Actualizado a las 12:43 h.

«A luz do Marañón» fue la central que durante algo más de una década permitió que la electricidad llegase a cuatro aldeas de la parroquia de Liñaio, en Negreira: Trece, Bellalta, Curxido y Maio Grande. La pequeña fábrica de electricidad fue construida en 1942 en el río Pequeno, pero la implantación en la zona a mediados de los cincuenta de Fuerzas Eléctricas del Noroeste SA (Fenosa) tiró al traste con aquel ilusionante y sacrificado proyecto de un padre y un hijo, Manuel Pais García y Antonio Pais Lens, respectivamente, oriundos de Liñaio.

Por suerte, hoy en día aún se conservan los restos de lo que fue la central y un canal en piedra que en una parte del recorrido se eleva a más de cuatro metros de altura.

Con 35.000 pesetas

Soledad Pais, hija y nieta de los impulsores de la iniciativa, cuenta desde su casa de Bellalta que en el 2006 presentó una solicitud ante Augas de Galicia para renovar la concesión sobre el salto, pero le indicaron que deberá esperar a que reabran tal posibilidad. Dice que no la vendería, y es consciente de que su explotación tendría rentabilidad asegurada.

Su padre fue el impulsor del proyecto. Tras regresar de la guerra y dedicarse a la compra-venta de becerros «chegou a xuntar 35.000 pesetas da época, que aquilo eran moitos cartos, e incluso lle chegaron a propoñer comprar a tabacaleira do Camiño Novo e mailo baixo onde estaba en Santiago, pero el non quixo». Primero barajaron construir un aserradero, pero fue una central que produjese electricidad el proyecto que les llevó a invertir todos sus ahorros, «e case acaba arruinado, porque tiveron moitos problemas e gastos, aínda que ao final dáballes cartos», recuerda Soledad Pais.

El abuelo de Soledad era cantero y fue quien se encargó de construir la edificación y el canal «con moitos traballiños», tras comprar la finca para ello. «Logo trouxeron unha turbina de Vigo, pero non lle daba moita luz, e logo compraron outra que lle deu máis electricidade». El sistema era rudimentario, al igual que el tendido de cable de cobre por el que distribuían la luz, que a partir de las diez de la noche caía en intensidad. Era cuando menos consumo había, por lo que Antonio solía acudir a reducir la intensidad a la central.