El coleccionista de mayorías absolutas

Xosé Vázquez Gago
Xosé gago REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES 2016

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El líder del PPdeG ha explotado con éxito su carisma y ha conseguido que el elector identifique su persona con Galicia

26 sep 2016 . Actualizado a las 16:56 h.

La figura política de Alberto Núñez Feijoo (Os Peares, 1961) completó una transformación en las dos últimas semanas. En el 2009 llegó a la Xunta envuelto en los mantos de paladín de la austeridad y censor del «despilfarro» del bipartito. Hizo una campaña dura, denunciando los supuestos lujos del «sultán» Emilio Pérez Touriño y de su socio Anxo Quintana. En esos días se peinaba hacia atrás, lo que reforzaba su imagen de ejecutivo implacable y eficiente decidido a cortar la crisis con bisturí o motosierra. Ganó y aplicó la prometida austeridad a la Xunta y a Galicia.

En el 2012, con la crisis encabritada, amplió su mayoría absoluta manteniendo el perfil de gestor, pero ya se había suavizado, anticipando la transformación de la campaña que terminó este viernes. Durante los últimos 15 días, Feijoo ha explicado cifras, déficit, facturas, deuda... Pero ha hablado muchísimo más de Galicia, recuperando aquel aroma galleguista tan en boga en la era Fraga que parecía evaporado del PPdeG tras la polémica del plurilingüismo. Su estética se ha suavizado definitivamente, y también su discurso, con el que ha denunciado los «insultos» de sus rivales sin entrar al trapo nunca.

Guarda con celo su vida privada, una característica que de forma involuntaria contribuyó a su imagen de gestor implacable, como si no tuviese más compromiso que Galicia. Su madre, Sira, ironizaba con ello en el 2009: «Dice que se casó con Galicia, pero Galicia no me da nietos».

Feijoo abrió algo la mano en los últimos 15 días. Él propuso el acto de campaña en Os Peares, el pueblo en el que pasó la infancia y vivieron sus padres, Sira y Saturnino, fallecido en julio a los 83 años. Allí se reencontró con vecinos, amigos y parientes. Se emocionaron y se emocionó. La visita fue una bofetada para los que le tachaban de urbanita integral, despreciando su afirmación de que es «un rapaz dos Peares».

Otro hecho le acercó todavía más a la gente: la publicación, para su disgusto, de que en febrero nacerá su primer hijo con Eva Cárdenas, directora de Zara Home. Su relación se hizo oficial en el 2013, aunque apenas se les ha visto en público desde entonces.

Además de en Galicia, la campaña estuvo centrada en él mismo. Entró en política en la era Fraga como conselleiro de Política Territorial y vicepresidente entre el 2003 y el 2005. Venía del sector del «birrete» de Romay Beccaría. Tras licenciarse en Derecho en Santiago había sido presidente del Insalud y director de Correos. Su perfil era técnico, de gestor, pero más adelante demostró pericia política al imponerse en la pugna abierta con el sector de la «boina» y otros líderes para suceder a Manuel Fraga.

El fundador del PP contaba con varios conselleiros de peso político, destacando entre otros el mismo Feijoo, José Cuíña o José Manuel Barreiro, con los que se enfrentó en la lucha sucesoria.

Al contrario que Fraga, Feijoo ha elegido con pocas excepciones conselleiros de perfil técnico. Ese hecho y las dificultades de la oposición para consolidar líderes facilitaron que se situase como referente político de Galicia.

El PP aprovechó esa ventaja y colocó su rostro dentro del mapa de Galicia en los carteles electorales, aunando así los dos elementos claves de su campaña.

Su discreción y timidez naturales, dos características que se citaron durante su visita a Os Peares, le han ayudado a mantener ese perfil presidencial, en ocasiones distante e incluso hermético. En la campaña, subiese o bajase el PP en las encuestas, apretasen más o menos los rivales con sus críticas, mantuvo siempre esa actitud. «Las cosas le afectan, pero él sigue trabajando, no es amigo de montar espectáculos», explica uno de sus colaboradores.

También suele hablar claro. En un paseo electoral en A Coruña salió a su encuentro una señora que había cerrado su negocio y exigía ayuda económica de la Xunta. Feijoo la escuchó y preguntó los detalles. Cuando supo que el motivo del cierre había sido la falta de ventas y que la mujer había percibido ayudas para abrirlo, al estancarse la discusión, no prometió imposibles y le pidió que entendiese «que el Estado no puede garantizar que todos los negocios vayan bien».

Con fama de buen encajador y persona cercana entre los periodistas que le siguen, Feijoo también se ha granjeado reputación de no huir de los problemas: cuando en el 2013 trascendieron sus fotos de hace 20 años con Marcial Dorado compareció de inmediato y en campaña no evitó el tema; también contestó sobre los casos de Barberá o Baltar, que sus rivales citaron a diario para minar su campaña. Tampoco esquivó el debate a cinco, como hizo Rajoy en diciembre, aunque estaba claro que sería un cuatro contra uno. Asumió otros retos graves, como arriesgarse a desdibujar su mensaje al dirigirse a los socialistas moderados. Pero el éxito de su campaña, diseñada por él y el equipo que lo acompaña desde el 2006, le ha convertido más que en un barón en un duque del PP en Galicia.