La pugna por el voto urbano centra la batalla en la recta final de la campaña

x. g. / d. s. / c. p. / m. b. / j. c. REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Los candidatos se multiplican para trasladar su mensaje a los indecisos

20 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Alberto Núñez Feijoo alcanzó la presidencia de la Xunta en el 2009 a lomos de un PP renovado, que conjugaba el tradicional poder del partido de Manuel Fraga en los ayuntamientos rurales con una fuerza creciente en las ciudades, en las que los votantes se habían ido moviendo al PSOE y al BNG. La hegemonía conservadora en las urbes se agrietó en el 2015, con la pérdida de las alcaldías de la provincia de A Coruña, la resistencia del PSOE y el BNG en Lugo y Pontevedra, y el triunfo aplastante de Abel Caballero en Vigo.

La batalla por el electorado urbano, hasta ahora soterrada por los actos en las poblaciones medianas, arrancó ayer con toda su fuerza en la campaña de las autonómicas. Con las últimas encuestas publicadas situando al PP en el límite de la mayoría absoluta, esa lucha decidirá el próximo Gobierno gallego.

El PP encara el asalto con una estrategia clara desde el primer día de campaña: situar a Feijoo como un punto de unión para todos los gallegos «moderados», como los definió ayer el propio candidato, que ha pedido el respaldo de los antiguos votantes de Felipe González, de los de Ciudadanos que rechazan un pacto entre Podemos y los nacionalistas e, insistiendo en anteponer Galicia a las siglas, de los galeguistas que nunca habrían optado por el PP.

Los populares celebrarán sus dos grandes últimos mítines en A Coruña y Vigo, las ciudades más pobladas de Galicia y también en las que están teniendo más problemas para movilizar a su electorado. Se trata además de dos puntos clave para las formaciones rivales. Por una parte, Vigo es un bastión del PSOE gracias a Abel Caballero, y A Coruña es la cuna de Marea Atlántica, una de las formaciones clave en el lanzamiento de En Marea y la «cabeza de puente» para la entrada de Podemos en Galicia, según las estrategias que manejaba la formación morada desde el 2014, cuando sus resultados en las elecciones europeas los situaron en el mapa político español.

Frente a los conservadores de Feijoo, se encuentra un PSdeG que tratará de ofrecer una alternativa «responsable y con experiencia de gobierno» a los populares, en la línea del «cambio seguro» que prometió Pedro Sánchez en las últimas campañas nacionales. Durante los próximos días, Xoaquín Fernández Leiceaga estará en las ciudades, pero también en feudos de su partido, como As Pontes, donde gobierna Valentín González Formoso, presidente de la Diputación de A Coruña y uno de sus principales apoyos durante la pugna con Méndez Romeu en las primarias.

En Marea contará en la segunda fase de la campaña con más líderes nacionales. Tras Errejón y Ada Colau llegarán Carolina Bescansa, Pablo Iglesias y Alberto Garzón. El candidato, Luís Villares, que en la primera semana contó casi con Xosé Manuel Beiras como único apoyo de peso, también estará respaldado por los alcaldes de A Coruña, Santiago y Ferrol, que fueron claves en el lanzamiento del proyecto pero que apenas se mojaron en los primeros siete días. Con las encuestas situándolo fuera de la presidencia, Villares, que ha aprendido sobre la marcha el oficio de político en campaña, buscará dar más peso a sus actos públicos, que tanto en A Coruña como en Vigo movilizaron a menos gente que en la campaña del 26-J.

El PP tiene en Ciudadanos a su principal competidor por el voto de centroderecha, que tratará de convencer al electorado de que los Gobiernos de Madrid, Murcia, Andalucía, La Rioja o Castilla y León funcionan mejor en minoría y tutelados por sus diputados de Ciudadanos. Curiosamente, cuando Ciudadanos transita en las encuestas en la frontera de entrar en el Parlamento, dejarán en la semana final de campaña a su candidata con menos apoyos estatales que en la primera parte de la recta hacia las urnas. La presencia durante cinco días de Rivera, y la continuada de Girauta y Villegas, dejará paso a cargos electos de un escalón inferior, hasta que el último día reaparezca en A Coruña Albert Rivera con Juan Carlos Girauta, quién ejerce de látigo del PP adelantando como precio a un posible pacto la cabeza de Baltar.

Finalmente, el BNG, tirará de su papel como única fuerza capaz de presentar un proyecto para Galicia sin interferencias del exterior, además de la propuesta de abrir un «tempo novo sen excluír a ninguén».