Una campaña marcada (negativamente) desde Madrid

ELECCIONES 2016

M. Moralejo / X. C. Gil

La petición de seis años de cárcel para el socialista Griñán da oxígeno al PPdeG tras el escándalo de Barberá

15 sep 2016 . Actualizado a las 18:58 h.

Pese a los esfuerzos, al menos en teoría, de todos los candidatos por centrar el debate en cuestiones exclusivamente gallegas, la campaña no ha podido escapar, de momento, del influjo negativo de la situación de bloqueo político que se vive a nivel nacional y de los escándalos de corrupción que afectan al PP y al PSOE

 Entre Rita Barberá y José Antonio Griñán

No se recuerda una campaña electoral autonómica en la que los líderes de los dos principales partidos nacionales tengan sean acogidos con tanta desconfianza por sus respectivos votantes como lo están siendo Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en las elecciones gallegas. Que ambos suman muy poco a las campañas de sus respectivos candidatos es algo obvio. Lo que resulta más difícil es saber cuál de los dos está haciendo más daño al cabeza de cartel de su formación. La actuación del Gobierno en el caso Soria, en la posterior fuga del Parlamento Luis de Guindos, y ahora en el caso Barberá, suponen un verdadero lastre para Feijoo. Pero la errática gestión política que Sánchez está haciendo de los resultados del 26J, su indefinición a la hora de aclarar si está dispuesto a intentar o no pactar con Podemos, y la guerra ya pública que sostiene con Susana Díaz y con otros destacados dirigentes socialistas, que no dudan en advertirle que ni lo intente, no ayuda tampoco precisamente a levantar la moral del votante del PSdeG. Si a ello se une que la Fiscalía pida hoy 6 años de prisión para el ex presidente andaluz y del PSOE José Antonio Griñán por un delito continuado de malversación y otro de prevaricación en el caso de los ERE, habrá que concluir que para Feijoo y Leiceaga sus partidos son una carga, más que una ayuda.

 A la espera de la refriega PSdeG-En Marea

La campaña de las elecciones gallegas parece de momento un calco de la de la que tuvo lugar en los comicios generales del pasado 26 de junio. Un líder del PP que comienza enfrentándose en solitario a toda una suma de fuerzas heterogéneas que eluden atacarse entre ellas y cuyo principal argumento electoral, por encima de cualquier propuesta política, es desalojar al presidente. Allí del Gobierno y aquí de la Xunta. Todos contra uno. Así empezó aquello en las generales y así ha comenzado en las gallegas. Toda esa entente cordiale se vino abajo con estrépito en las generales, sin embargo, en cuanto las encuestas empezaron a reflejar que Unidos Podemos superaba claramente al PSOE. Arrancó entonces un fuego cruzado y un navajeo político entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, gracias al cual los socialistas consiguieron remontar hasta rebasar a la alianza del partido morado con IU. Muy pronto sucederá lo mismo en la campaña gallega. Y, frente al juego versallesco que se pudo ver entre el socialista Xoaquín Fernández Leiceaga y el candidato de En Marea, Luis Villares, durante el debate a cinco, comenzarán las hostilidades ente ambos en cuanto los sondeos internos reflejen que el PSOE recorta distancias a En Marea o, al revés, que los de Villares agrandan la brecha con los socialistas. El cruce de reproches ya ha comenzado tímidamente. Pero va a ir a mucho más. Al tiempo.

 Los debates influyen, pero menos

Una vez más, la realidad demuestra que la enorme importancia que tanto los partidos como los ciudadanos conceden a los debates electorales es muy relativa. Después del duelo a cinco entre los candidatos a la presidencia de la Xunta, el consenso generalizado fue que la cabeza de lista del BNG, Ana Pontón, y el líder del PPdeG, Alberto Núñez Feijoo, eran los que salían más beneficiados del duelo. Y que la representante de Ciudadanos, Cristina Losada, había cavado su fosa política con una actuación desastrosa que hundía las posibilidades de Ciudadanos y dejaba en manos de Feijoo una buena parte de los votos de aquellos gallegos que estaban dispuestos a hasta ese día a votar al partido naranja. Pues bien, los trackings diarios demuestran que, lejos de ello, una vez celebrado ese debate, Ciudadanos podría obtener ahora no uno sino dos escaños, lo que supondría que Feijoo pierde la mayoría absoluta y necesitaría irremediablemente a los de Rivera para gobernar. No hay duda de que los debates tienen alguna influencia. De que queda mucha campaña y que todo puede cambiar. Pero lo que queda demostrado es que los gallegos no deciden su voto porque alguien haya estado mejor o peor en un programa de televisión, sino por las propuestas que haga cada uno y la credibilidad que se ganen durante toda la campaña.