Feijoo y el PPdeG pueden morir de éxito

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ELECCIONES 2016

El adelanto de las gallegas le habría dado la mayoría absoluta, y ahora el triunfo de Rajoy no juega a su favor

04 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En otoño del 2008, la crisis comenzaba a arreciar en España. El entonces número dos del PSOE, José Blanco, aconsejó al presidente de la Xunta, el socialista Emilio Pérez Touriño, que adelantara las elecciones gallegas para eludir el desgaste y garantizarse un segundo mandato. Touriño ignoró los consejos de la dirección del PSOE, convencido de que tenía el triunfo en la mano sin necesidad de la tutela de Ferraz. En marzo del 2009, comprobó dolorosamente su tremendo error cuando Alberto Núñez Feijoo logró la mayoría absoluta por un solo escaño. Si Touriño hubiera hecho caso entonces a Blanco, la historia reciente de Galicia sería muy distinta.

A pesar de la euforia desatada en el PPdeG tras los resultados del 26J, lo cierto es que Feijoo corre el riesgo de haber cometido un error similar. El pasado mes de abril, Génova presionó a Feijoo para que adelantara las elecciones gallegas y las hiciera coincidir con las generales. El argumento, además de sorprender a sus rivales gallegos sin candidato, era que tanto Rajoy como el líder del PPdeG saldrían beneficiados. Feijoo no lo vio claro, tuvo miedo de verse arrastrado por una derrota de Rajoy y apostó por tomar distancia y jugársela en solitario el próximo otoño.

Los resultados del 26J han venido a dar la razón a quienes aconsejaban el adelanto. Los datos indican que Feijoo habría estado muy cerca de la mayoría absoluta en Galicia. Pero el resultado del PPdeG habría sido incluso mejor en caso de que ambas elecciones hubieran coincidido, con un Feijoo volcado en su propia campaña. El PP gallego habría repetido mayoría absoluta y Rajoy dispondría incluso de algún diputado más procedente de Galicia. El futuro, sin embargo, no está tan claro, porque el exceso de optimismo que se aprecia en el PPdeG y en sus analistas afines puede ser un error de estrategia muy dañino para los populares. De entrada, la evidencia de que Rajoy va acabar gobernando en Madrid, lejos de beneficiar a Feijoo, puede acabar siendo un lastre. Los votantes socialistas gallegos, al igual que los de las mareas y el BNG, daban por amortizado a Rajoy. Verlo de nuevo en la Moncloa generará una enorme frustración que se traducirá en una fuerte movilización de cara a las gallegas, con un voto de rechazo al PPdeG ante la indignación que producirá el comprobar que Rajoy sigue en el Gobierno a pesar de los casos de corrupción. Y esa movilización afectará a muchos votantes de las mareas que se quedaron en casa el pasado 26J y que ya están de hecho arrepentidos de haberlo hecho. Esa fuerte movilización ante la frustración de las expectativas de cambio puede facilitar, además, la unión de toda la oposición en Galicia. Si el PSdeG mantiene la fortaleza demostrada en estas elecciones y las mareas se recuperasen en parte de su enorme batacazo, los populares pueden acabar teniendo serios problemas para seguir gobernando en la Xunta, incluso con el apoyo de Ciudadanos.

Feijoo siempre ganó yendo de menos a más. Es obvio que ahora lo tiene todo a favor para repetir mayoría absoluta. Pero haría bien en acabar de inmediato con esa euforia y en no dar nunca por hecho que ganará. De lo contrario, lo pagará muy caro.

El PSOE quiere que Rajoy pierda dos investiduras

El debate se limita ya a saber qué camino escogerá el PSOE para facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Nadie entre los socialistas apuesta por ir a unas terceras elecciones, porque saben que sería jugar con fuego y acabar quemados. La papeleta no es fácil para el PSOE, y menos para Pedro Sánchez. No será, desde luego, una cesión generosa a cambio de nada, ni tampoco amigable. La última idea que se circula entre los socialistas es obligar a Mariano Rajoy a la humillación de perder dos votaciones de investidura antes de doblegarse y permitir que apruebe ese requisito. Algo que serviría para vengar la afrenta sufrida por Sánchez, pero que llevaría la formación de Gobierno más allá del mes de agosto.

La aspiración de Beiras sigue siendo ser candidato

Después de hacer anatema de la política de sillones, las mareas acaban enredadas en ese problema. Le podrá dar todas las vueltas que considere oportuno y esgrimir los argumentos más variados, pero lo que es evidente es que, al final, a lo que aspiraba y a lo que sigue aspirando Xosé Manuel Beiras es a ser el candidato de la coalición tripartita en las próximas elecciones gallegas. Aunque aparente lo contrario, todo su discurso va encaminado desde un principio a ese objetivo. Algo que saben bien en la cúpula de Podemos, que lleva tiempo tratando de impedirlo recurriendo también a argumentos variados. A Iglesias, por más que lo alabe, no le conviene la candidatura del veterano y díscolo Beiras.

Iglesias detecta el problema de Podemos, no el culpable

Pablo Iglesias tiene razón. Podrá gustar más o menos dentro y fuera de su partido, pero el análisis que hace el secretario general de Podemos sobre los motivos para la pérdida de más de un millón de votos en seis meses es el correcto. Muchos de los que votaron el 20D a Podemos y que lo hicieron sin compartir en absoluto sus propuestas económicas y solo como expresión de enfado ante la corrupción se quedaron en casa asustados el 26J en cuanto intuyeron la posibilidad de que el partido morado acabara realmente gobernando en España. Lo que no dice Iglesias es que la culpa la tiene él mismo, por el discurso de que el miedo iba a cambiar de bando. Es decir, por insinuar que había motivos para el temor.