Crisis abierta entre los dirigentes de las mareas

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Álvaro Ballesteros

Mientras el alcalde de Ferrol reclama dejar a un lado las diferencias internas, los regidores de A Coruña y Santiago chocan sobre los tiempos para elegir candidato a la Xunta

29 jun 2016 . Actualizado a las 16:47 h.

Con las cabezas algo más despejadas tras el resacón electoral, los referentes municipales de En Marea han iniciado unas reflexiones de urgencia que, a buen seguro, esperaban hacer con otros resultados ante sus ojos y una sonrisa en el rostro. Pero si en algo han ido de la mano los tres proyectos locales que abanderan la coalición es en su carrera contra el muro de las urnas, donde todos han perdido porcentajes significativos de apoyo respecto a las municipales y a la cita de diciembre. La desaparición de 67.000 votos en toda Galicia, con retrocesos en las tres ciudades coruñesas, ha adelantado los roces y la falta de sintonía en los discursos que se adivinaban para las próximas semanas con la elección de un candidato para luchar por la Xunta. Ayer, el propio regidor de Ferrol, Jorge Suárez, admitió: «Toca enterrar el hacha de guerra, dejarnos de peleas internas y ponernos a trabajar y construir proyecto de futuro para este país».

El mensaje de la unidad sigue presente, pero al menos ya se reconocen las «diferencias» que trataron de esquivar durante la campaña con poco éxito. Suárez (Ferrol en Común) ha sido el más claro al mirar hacia dentro y reconocer fricciones que han afectado a la marcha hacia la consolidación de una alternativa fuerte al PPdeG. De hecho, ha pedido un esfuerzo para evitar la «exposición pública» de los diferentes criterios que emanaron sobre determinadas estrategias electorales y, sobre todo, ante el inminente proceso para buscar un cabeza de cartel de consenso. Reclama también construir un «programa colectivo con unas primarias».

En realidad, se trata de un problema aplazado que se hubiera desatado en mayo o junio, pero el fracaso de la legislatura en Madrid obligó a afrontar una campaña con las filas bien prietas que rompieron sibilinamente desde la dirección de Podemos -el episodio del cartel y el mitin de Xulio Ferreiro en Madrid- y de forma más evidente Xosé Manuel Beiras, portavoz de Anova, al llamar «desleal» a Yolanda Díaz (Esquerda Unida), un desencuentro público que Suárez ha calificado de «negativo».

Esa relación personal y política finiquitada ya se da por amortizada con los resultados del domingo, pero ahora, al bajar la marea, afloran otras grietas entre los alcaldes de A Coruña y Santiago. Con un PP reforzado en Galicia y España a nadie le podría extrañar que la fecha de las elecciones autonómicas se inclinase hacia el inicio del otoño, de ahí que pudiera considerarse temerario que la coalición, de llegar a conformarse en torno a los tres partidos de referencia y a las mareas municipales, entrase en septiembre sin un rostro reconocible que aspire a entrar en Monte Pío.

Xulio Ferreiro es el que está presionando más para acelerar el proceso. El alcalde coruñés es el líder de la Marea Atlántica, que a su vez se ha alineado con otros colectivos locales en Mareas en Común, desde donde han apoyado a la coalición en las pasadas municipales pero sin integrarse en ella orgánicamente. Ayer, Ferreiro reivindicó estos espacios municipalistas como «actores fundamentais» del proyecto para las generales, y no entendería que todo el «proceso», como repiten hasta la saciedad, se fraguase en exclusiva en los tres partidos, «que son moi importantes», reconoció.

Ferreiro tiene «nomes» en su cabeza para presentar a la sociedad, y tiene un perfil: una persona que genere confianza, que tenga capacidad y que genere amplio consenso. Y es ahí, en el último punto, donde se estrechan objetivamente las opciones. Además, quiere que esa suerte de casting político se haga sin demora porque el tiempo se echa encima.

En Compostela, en cambio, no comulgan con las prisas ni con la autocrítica en público. El alcalde Martiño Noriega, que evitó adentrarse ante la prensa en los problemas que afloraron en la coalición en el último semestre, sostiene que las próximas semanas vendrán bien para «analizar» la situación y que, sin dejar que «caiga» el verano, habrá tiempo suficiente de encarar el inminente reto autonómico.

No es pereza. Noriega pide calma por dos motivos: porque entiende que el «proceso» (otra vez) es atípico y no opera con los mismos tiempos que en un partido tradicional. Y porque tampoco cree que sea positivo un exceso de exposición de esa persona, a la que no quiso poner nombres. Desde que llegó a la alcaldía, el líder de Compostela Aberta habla de «certas resistencias» tanto en la gestión municipal como en los movimientos políticos de unidad popular, de ahí que prefiera esconder esa carta para evitar presiones innecesarias.