«La estrategia electoral de Pablo Iglesias de giro hacia la socialdemocracia no ha sido creíble»

Pablo Batalla OVIEDO

ELECCIONES 2016

Gaspar Llamazares
Gaspar Llamazares

Gaspar Llamazares cree que el acuerdo de Podemos con IU fue «precipitado, instrumental y con bastantes incertidumbres»

27 jun 2016 . Actualizado a las 23:03 h.

Gaspar Llamazares es cauteloso a la hora de valorar el fracaso de la coalición Unidos Podemos, pero es evidente que está molesto. Habla de una «coalición de laboratorio» y del grave error de anteponer la lógica electoral a la estratégica. Pese a todo, opina que un pacto de izquierdas que desaloje a Mariano Rajoy de La Moncloa es todavía posible y emplaza al PSOE a no repetir lo que considera un error: dirigirse antes a sus vecinos de la derecha que a sus izquierdas.

-La suma, finalmente, no multiplicó.

-No. Calculábamos que, mediante la ley D’Hont, la mera suma de Izquierda Unida y Podemos iba a añadir 17 diputados a los 69 que había obtenido Unidos Podemos, pero al final no ha sumado ninguno. No hemos galvanizado todas las potencialidades que tenía la confluencia y el resultado es, como mínimo, bastante insatisfactorio.

-¿A qué achaca los malos resultados de la coalición Unidos Podemos?

-A que, debido a factores como el Brexit, se ha impuesto la campaña del miedo y de la incertidumbre sobre la campaña de la ilusión y el cambio. Pero también a errores nuestros. Yo ya hacía antes de las elecciones la reflexión de que Podemos estaba perdiendo apoyos debido a una gestión de los resultados electorales sobreactuada y más centrada en el Gobierno que en el programa. A eso se ha unido que, como reflejaban las encuestas preelectorales, una parte de los de Izquierda Unida, alrededor de un tercio, no veía claro el acuerdo porque fue un acuerdo precipitado, instrumental y con bastantes incertidumbres: incertidumbres programáticas, incertidumbres en lo que respectaba a los candidatos y la incertidumbre mayor de todas, que era cómo pasar de una dinámica de confrontación electoral con Podemos a una de integración. Por otro lado, la estrategia electoral de Pablo [Iglesias] de giro hacia la socialdemocracia no ha sido creíble: ha aparecido como una estrategia oportunista y no como una estrategia de solvencia, y eso se paga electoralmente, porque la gente tiene olfato. Tampoco hemos comprendido que no se moviliza igual al electorado de Izquierda Unida que al electorado de Podemos, porque somos espacios políticos probablemente complementarios pero no idénticos. En fin, no ha sido un solo factor, sino un conjunto de ellos lo que ha incidido en la desmovilización del electorado tradicional de la izquierda.

-A su juicio, ¿deberían Izquierda Unida y Podemos haber concurrido por separado a estas elecciones?

-Yo estoy totalmente de acuerdo con la confluencia: me parece fundamental para reconstruir la izquierda, que hoy está dividida desde el punto de vista político pero también desde el cultural y el generacional. Pero eso no lo hace una decisión de dos dirigentes ni una coalición de laboratorio, sino un proceso iniciado desde abajo, compartido por todo el conjunto de militantes y simpatizantes y realmente participativo de consensuación de un programa y unos candidatos. Eso requiere tiempo, y mi planteamiento es que, no habiendo ido juntos a las primeras elecciones, en tres meses no lo había para confluir. Yo no discuto el qué: discuto el cuándo y el cómo y desaires como el número 5 para Alberto [Garzón] o los problemas que hubo con el número 3 en Asturias. Se hizo una coalición de laboratorio, y en Izquierda Unida sabemos bien, porque hemos tenido en el pasado muchas experiencias negativas en ese sentido, que las alianzas apresuradas cerradas en el último minuto tienen siempre déficits de credibilidad y de comprensión por parte del electorado que pueden pagarse caros. Por decirlo en términos químicos, a veces, cuando uno apura mucho una disolución, termina en una precipitación. La lógica electoral no debe imponerse a la lógica estratégica.

-¿Qué resultado cree que habría obtenido Izquierda Unida de haber concurrido por separado?

-No soy augur, pero las previsiones que había antes de las elecciones nos daban en torno a diez diputados.

-En el mitin central de la campaña de Unidos Podemos en Asturias, celebrado en Gijón, dijo en su discurso que ya no tenía las reticencias que había tenido con respecto al pacto de Izquierda Unida con Podemos. ¿Fue sincero, o dijo aquello obligado por la necesidad de transmitir un mensaje de unidad?

-No, no, lo dije sinceramente, y lo dije porque entonces parecía, a tenor de las previsiones de las encuestas, que la coalición funcionaba; que multiplicaba sumando en vez de limitarse a que Izquierda Unida paliara los daños de Podemos. Todos lo hemos creído hasta el último momento: imagino que no habrá gente tan lista como para decir ahora que ya lo sabían.

-Vistas las cosas en perspectiva, ¿cree que Izquierda Unida y Podemos deberían haber aceptado la propuesta de Pedro Sánchez de un pacto de investidura que también incluyera a Ciudadanos?

-La propuesta de Sánchez era: «Yo llego a un acuerdo de centro con Ciudadanos y vosotros os sumáis sí o sí porque si no os sumáis es que sois de derechas». Eso no es aceptable. Habría podido serlo hacer un acuerdo de izquierdas y luego ampliarlo, pero eso no fue lo que hizo Sánchez. Independientemente de que yo tenga mis diferencias con respecto al papel que quiso jugar y jugó Podemos en las negociaciones postelectorales, creo que el principal responsable de que esa posibilidad fallase fue del PSOE.

-¿Qué va a pasar a partir de ahora con el matrimonio entre Podemos e Izquierda Unida? ¿Seguirá adelante, o está tocado de muerte?

-Yo creo que la confluencia es un proyecto cargado de futuro, y que lo es más allá de sus actuales representantes institucionales y de Podemos e Izquierda Unida: hay muchos más agentes sociales y políticos concernidos a los que quizás no hayamos tenido en cuenta. Pero tiene futuro en tanto se entienda como algo que preserve la pluralidad y la identidad de las partes en torno a un programa común, no como una coalición exprés que ponga el carro antes que los bueyes.

-¿Estamos abocados a un Gobierno de Mariano Rajoy, o es todavía posible un pacto de izquierdas en torno a Pedro Sánchez?

-Yo creo que, como yo ya anuncié en su momento y ahora es evidente, estamos más lejos de esa alternativa de izquierdas de lo que estábamos antes de estas nuevas elecciones, pero que sigue siendo posible. La cuestión es si el PSOE está dispuesto a dirigirse primero a la izquierda para luego ampliar el pacto o si vuelve a las andadas con un Ciudadanos que ni siquiera le da ya más votos que al PP. Sería un empecinamiento inútil.

-No se ha producido el famoso sorpasso, y se puede hacer un paralelismo histórico curioso con el sorpasso original, que fue el que el Partido Comunista Italiano ansiaba conseguir sobre la Democracia Cristiana en los años setenta. También aquél parecía seguro en las legislativas de 1976 y tampoco se produjo finalmente debido a que los sectores más moderados de la izquierda votaron a la Democracia Cristiana animados por aquella famosa frase de Indro Montanelli de que había que hacerlo aunque fuera con la nariz tapada. El PCI, después de aquello, entró en decadencia, y ya nunca volvió a estar tan cerca de ganar unos comicios. ¿Cree que, en esta España como en aquella Italia, la izquierda ha perdido una oportunidad histórica que no va a volver a presentársele? ¿Va algún día la izquierda a ganar unas elecciones en España, o lo máximo a lo que puede aspirar el progresismo español es a un Gobierno de centroizquierda?

-No hay nada escrito. En la izquierda tenemos que analizar las cosas con tranquilidad y aprender de nuestros errores y de nuestros aciertos. En todo caso, si se ha perdido una oportunidad histórica, yo creo que ya se perdió en las anteriores elecciones. Segundas partes nunca fueron buenas y el sorpasso debería haberse producido antes de mayo. Pero el sorpasso de la derecha, no el del PSOE. La palabra sorpasso tiene un significado ambivalente y a veces no está claro si la prioridad es derrotar al Partido Popular y garantizar así el cambio de izquierdas o una mera modificación en la correlación de fuerzas entre los distintos sectores de la izquierda. O del progresismo, porque hay gente que ya no le da al electorado al PSOE ni el tinte de izquierdas. Para mí la prioridad era derrotar al Partido Popular y un cambio de izquierdas. Y esa oportunidad la tuvimos en diciembre, y la perdimos.