El debate a cuatro no aclara los futuros pactos de Gobierno

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La corrupción y los recortes sociales fueron los ejes de los ataques a Rajoy, al que Rivera pidió que reflexionase sobre su permanencia al frente del PP y la necesidad de un gobierno de cambio

14 jun 2016 . Actualizado a las 10:55 h.

El líder del Partido Socialista, Pedro Sánchez, ha resultado ser el que menos se ha despeinado en el debate a cuatro entre los aspirantes a la presidencia el próximo 26J, y lo ha sido porque se ha quedado prácticamente fuera de la confrontación, en la que sus adversarios han intercambiado ataques y reproches sobre casi todo. Ninguneado por Rajoy, que no dudó en augurar que los pronósticos del CIS sobre el tercer puesto del PSOE se cumplirán, y cortejado sin rubor por Pablo Iglesias, quien le pidió compromiso sin éxito durante toda la noche, el líder del PSOE le habló fundamentalmente a sus potenciales votantes y se negó a aclarar con quién pactará tras el 26J pese a que la pregunta se planteó de manera muy clara.

Mientras, Rajoy tuvo que responder a los grandes temas que han lastrado su gestión -la corrupción y los recortes- al tiempo que trató de mostrar a la audiencia que el vaso en España está medio lleno. «Todos los españoles saben hoy que las cosas están mejor; no están bien, pero están mejor», resumió el líder del PP.

El comienzo del debate, centrado en economía y políticas de empleo, sirvió para fijar las dianas de cada candidato. Si bien los tres aspirantes a la Moncloa arremetieron contra el gobierno del PP por los recortes y la precariedad laboral, los candidatos del PSOE y de Ciudadanos, también destinaron una parte de sus intervenciones a atacar al líder de Podemos, al que Rivera reprochó su intención de subir impuestos y Sánchez culpó de haber impedido, junto a Rajoy, que se formase un «gobierno de progreso», una idea que introdujo, como una muletilla, en varias de sus intervenciones iniciales y que repitió con insistencia durante todo el debate.

Antes de entrar en los contenidos específicos, los candidatos tuvieron también que aclarar si estaban dispuestos a impedir que se llegase a unas terceras elecciones, lo que permitió a Iglesias insistir en su idea de un gobierno progresista con el PSOE; a Rivera declarar que «si de Ciudadanos depende, habrá gobierno y habrá cambios»; a Sánchez apelar a la movilización del voto socialista; y a Rajoy reclamar al resto de aspirantes el compromiso de dejar gobernar al partido con más votos. 

El presidente del gobierno en funciones insistió en la idea de lo difícil que es gobernar y se quejó de la «visión bastante triste de su país» que sus adversarios proyectaron sobre la situación de España: precariedad laboral, temporalidad, reducción de sueldos, recorte de prestaciones... una realidad a la que opuso el compromiso de crear dos millones de puestos de trabajo en los próximos cuatro años, una fórmula que reiteró en otros momentos del debate.  

El segundo bloque, centrado en las políticas, sociales, comenzó con las preguntas sobre las exigencias de contención del déficit. Mientras Iglesias subrayó la necesidad de que se reduzca de una manera más progresiva y que se estimule el consumo interno, Rajoy defendió su gestión en materia social y el mantenimiento de «los pilares del Estado del bienestar» pese a los recortes. Rivera, por su parte, insistió en la necesidad de acabar con el fraude fiscal para disponer de más recursos y Sánchez defendió la creación de un impuesto para financiar las pensiones, una propuesta que el líder de Podemos, que durante todo el programa insistió en cortejar al PSOE, calificó de «excelente». 

«Te equivocas de adversario, Pedro»

Fue en el apartado dedicado a la regeneración política y las reformas políticas e institucionales donde el tono general se elevó y se vivieron momentos de fuerte enfrentamiento, como el protagonizado por Rajoy y Rivera a propósito del cobro de dinero negro por parte de uno y otro (el líder de Ciudadanos había reconocido en el programa «Salvados» de Jordi Évole haber pagado así en una ocasión) y también la invitación que el líder de la formación naranja hizo a Rajoy para que reflexionase sobre su continuidad al frente del PP y la necesidad de formar un «gobierno de cambio».

También Rivera e Iglesias tuvieron sus momentos de confrontación por las acusaciones de Ciudadanos sobre la financiación de Podemos, que encendieron a su contricante hasta el punto de quitarle la palabra para reprocharle su grave acusación.

Iglesias también tuvo que oír reproches continuos por parte de Sánchez, mientras él, murmurando, insistía en decirle: «Te equivocas de adversario, Pedro, es Rajoy, no soy yo». 

En el momento de hablar de pactos, el líder de Podemos fue el más claro: su objetivo es gobernar con el PSOE y que ocupe la presidencia la fuerza más votada de las dos. Rajoy, por su parte, declaró que él va a «pactar con los españoles», mientras que Rivera negó que tuviese vetos y se mostró convencido del pacto. Ajeno a las encuestas y a las sensaciones a menos de dos semanas de las elecciones, el líder del PSOE se mostró soñador: «El PSOE va a salir a ganar las elecciones».

Galicia, ausente Cataluña, el foco

Galicia fue marginada en el debate frente a Cataluña, que tuvo casi su espacio propio. Rivera la nombró una vez en el bloque de políticas sociales, y Sánchez la citó dos cuando criticó la defensa de Iglesias del derecho de autodeterminación y una vez más hablando de regeneración. Sánchez también aludió al comentario de Rajoy en el 2002 sobre el «Prestige» al decir que para «el PP los problemas de corrupción son problemillas, como los hilillos».