Del bipartidismo a la bipolaridad

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES 2016

SUSANA VERA | Reuters

La dualidad política del país obstaculiza los posibles pactos, condicionados también por la capacidad del PP para bloquear por sí solo la reforma de la Constitución

22 dic 2015 . Actualizado a las 08:58 h.

Dos escenarios ha dejado el 20D, según politólogos y analistas. Uno complejo, el de los pactos, secuestrado por una dualidad derecha-izquierda tan marcada como antes de los comicios y que retuerce cualquier alianza. Otro, posible e inédito en España, la celebración de nuevos comicios por la imposibilidad material de formar Gobierno. Estas son, para los expertos, las principales claves del nuevo contexto político estatal.

¿Asistimos realmente al final del bipartidismo?

«Es posible que el bipartidismo haya muerto tal y como lo conocíamos hasta la fecha, pero, en esencia, asistimos a una bipolarización de la sociedad española que no es muy diferente», explica el gallego Diego Crescente, consultor de MAS Consulting. Para Crescente, la nueva situación alinea al PP con Ciudadanos y al PSOE con Podemos, «un escenario a cuatro todavía más complejo». José Luis Sanchis, consultor que ha organizado 140 campañas electorales, no cree en la defunción del bipartidismo ni de la vieja guardia política y recuerda que «PSOE y PP suman más de doscientos escaños en estas elecciones», sin olvidar que «PNV y Democràcia son también vieja guardia».

¿Nos encaminamos hacia unas nuevas elecciones?

Todos los especialistas consultados por La Voz coinciden en que ese es un escenario probable; seguramente el más probable. Según Jorge Santiago Barnés, director del Centro Internacional de Gobierno y Márketing Político de la Universidad Camilo José Cela, el motivo es que en España, «aparte de desaparecer las mayorías absolutas, han desaparecido las mayorías estables», lo que complica hasta el extremo el Gobierno.

¿Cómo serían los nuevos comicios?

Para los españoles serían sorprendentes porque «no estamos acostumbrados a una situación que en otros países es perfectamente normal», explica Diego Crescente, que relativiza su importancia: «No pasaría nada». Según el analista, podríamos asistir a algo similar a «una segunda vuelta en Francia», con «mínimos de consenso entre partidos». Es decir, acuerdos previos sobre los temas más escabrosos entre PSOE y Podemos y entre PP y Ciudadanos para facilitar la gobernabilidad posterior. De nuevo, cuatro partidos en un escenario bipolar. El objetivo de estos segundos comicios sería hacerse con ese 25 % que técnicamente se conoce como «voto inútil», que es el de quienes no han votado a los grandes partidos, un nicho que puede valer «un Gobierno».

¿Quién tiene la llave de los posibles pactos de gobernabilidad?

«La cuestión es que todos los partidos se bloquean», destaca Santiago Barnés, por lo que, a día de hoy, «ningún pacto parece viable». Sin embargo, precisa el experto, el PP cuenta con una herramienta que no tienen los demás: el veto directo a la reforma constitucional. «Para vetar la reforma de la Constitución -explica- se necesita un tercio más uno del Parlamento». Eso son 117 escaños, «que solo el PP posee». Según Crescente, la capacidad de bloqueo de los populares sobre la reforma es «clave en la situación actual porque hace que todo pase por ellos».

¿Cómo condiciona a las demás fuerzas la capacidad del PP de bloquear el cambio constitucional?

Lo explica Jorge Santiago Barnés: «Tal y como están las cosas, ¿de qué le vale el pacto a Podemos y al PSOE si con el veto del PP no es viable la reforma constitucional de unos ni el federalismo de otros? El PP bloquea los principios clave de la izquierda, que, sencillamente, no podría dar a su electorado lo que ha prometido». Y esta perspectiva nos conduce de nuevo a la teoría de la repetición de elecciones, pues, como afirma Diego Crescente, «no sería entendible para los electores de Podemos, por ejemplo, que su partido gobierne sin poder acometer de ninguna manera las reformas ofrecidas».

¿Pasan los pactos del PP por la marcha de Rajoy? ¿Quién sería su sustituto?

Todos los especialistas están de acuerdo en que el pacto a la alemana de PP y PSOE -tampoco lo consideran muy factible- pasaría por la salida de Rajoy. Creen evidente que los socialistas no pueden presentar a sus electores un Gobierno con el actual presidente en funciones después de que Sánchez lo tildase de «indecente» en el debate y pidiese su dimisión. Pero en ese caso, también el PP impondría «sus condiciones, de manera que estaríamos hablando de dos interlocutores nuevos», con Sánchez fuera también del Gobierno, sostiene Carlos Barrera, profesor de Comunicación Electoral en la Universidad de Navarra. En cuanto a los nuevos candidatos, José Luis Sanchis cree que Rajoy, en ese pacto a la alemana, «no sería aceptable» para el PSOE, pero sí podrían serlo «Soraya Sáenz de Santamaría o José Manuel García-Margallo». No todos los expertos apuestan por nombres propios. Crescente dice que, en una alianza como esa, «la revolución interna en los partidos sería tal que el candidato constituiría un problema mínimo».

¿Qué partido está más atado a la hora de pactar?

«Probablemente el PSOE -afirma Crescente-, porque se ha vaciado de electorado en dos comicios, y lo que le queda, esos 92 escaños, son los fieles, que difícilmente entenderían ahora una coalición y lo penalizarían». Y apunta Santiago Barnés: «¿Cómo podría concebirse un pacto entre el PP y el PSOE si se van a enfrentar de nuevo en unas probables elecciones en Cataluña dentro de unos meses?». Con todo, Barrera concede margen a Rajoy: «Es más listo de lo que la gente cree, tiene olfato político y no se le debe infravalorar».

¿Hasta qué punto son una opción de alianza los grupos nacionalistas?

Podría apoyarse en ellos el PP durante un Gobierno en minoría para buscar acuerdos puntuales que incluyesen a varias fuerzas. «Es una fórmula que ya ensayó Rodríguez Zapatero -afirma Barrera-, ir sacando leyes por medio de una geometría variable. Pero la diferencia es que él necesitaba 10 o 20 diputados, y aquí estamos hablando de más de 50». Aun con el apoyo puntual de Ciudadanos, sería un Gobierno que se desgastaría «rápidamente».