Elecciones generales 2015: ¿Y ahora qué?

F. B. F. REDACCIÓN

ELECCIONES 2016

Felipe VI y Rajoy, en una imagen de archivo.
Felipe VI y Rajoy, en una imagen de archivo. Francisco Gómez | EFE

El Parlamento se consituye el próximo 13 de enero, pero a partir de esta fecha se abren muchas incógnitas en las que el rey tendrá un papel de árbitro entre las distintas formaciones políticas. Tras una primera valoración de los líderes, no se descartan unas nuevas elecciones en primavera 

21 dic 2015 . Actualizado a las 21:00 h.

El mapa resultante tras las elecciones de este 20 de diciembre ha dejado un nuevo escenario político en España. En un futuro cercano se presenta una agenda apretada para los líderes de los partidos, en el que intentarán maximizar los resultados obtenidos en las urnas mediante pactos y negociaciones.

La única fecha que está fijada es la del 13 de enero del 2016. Está marcada en el calendario desde el pasado 26 de octubre, cuando se aprobó el Real Decreto que supuso la disolución de las cámaras y a través del cual se convocaron las recientes elecciones.

Este miércoles 13 de enero, los 350 parlamentarios tendrán la misión de elegir a los miembros de la Mesa de la Cámara, compuesta por un presidente, elegido mediante votación nominal directa, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios, ambos por votación nominal simultánea. Una vez constituida, el presidente de la misma hace jurar o prometer la Constitución de 1978 a todos los diputados, acto tras el cual quedará conformado el Congreso.

Comienzan las negociaciones

Desde entonces comienza la consulta regia. El rey Felipe VI se convierte en el árbitro entre las distintas fuerzas políticas. El monarca despacha con los líderes que han obtenido representación en el Congreso (en alguna ocasión algunos partidos se han quedado fuera de estas conversaciones, como el caso de Blas Piñar, de Fuerza Nueva, o Juan María Bandrés, de Euskadiko Ezkerra, que en 1981 no fueron recibidos en Zarzuela). Para llevar a cabo estas conversaciones no existe un plazo determinado, aunque suele rondar entre los 5 y los 20 días. Se supone que cuanto más fragmentado esté el Parlamento, las negociaciones serán más arduas, y por tanto, requerirán más tiempo para llegar a buen puerto.

Cuando un candidato cree que cuenta con posibilidades de ser elegido presidente, y le expone al monarca la situación, será el rey, en el caso de que lo considerase oportuno, el encargado de proponer a esa persona como candidato para ser investido. De nuevo, tras esta propuesta, no existe un plazo fijado para realizar la votación.

Una vez propuesto un candidato, el presidente del Congreso convoca sesión de investidura. El candidato necesita una mayoría absoluta para ser nombrado presidente, es decir, 176 votos a favor. En caso de que no los lograse, a partir de este instante comienza una cuenta atrás de dos meses para la elección de un presidente antes de la convocatoria de unas nuevas elecciones. También se convocaría una nueva sesión para dos días más tarde. En esta segunda votación, el mismo candidato solo necesita una mayoría simple. Es decir, que su opción sea la más votada.

Esta misma mañana César Luena, secretario de organización del PSOE, y Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, han garantizado que sus formaciones se opondrán al Partido Popular, por lo que la investidura de Rajoy parece imposible, ya que con el sentido del voto de sus diputados imposibilitarían una mayoría simple del PP, o del PP y Ciudadanos.

En el caso de que tampoco se lograse investir presidente tras la segunda vuelta, sería la primera vez en la historia de la Democracia española que esto sucediese.

En este supuesto, la partida vuelve a empezar. Se restablecen las conversaciones entre partidos y el rey vuelve a recibir a los candidatos en Zarzuela. Aquí sí que existe un plazo. Los candidatos cuentan con dos meses desde el día que se celebró la primera votación para intentar que se elija a un presidente. El proceso sería exactamente el mismo, una primera vuelta en la que se necesita mayoría absoluta o una segunda ronda en la que bastaría con una mayoría simple. Todo igual al primer proceso, pero en este caso con una cuenta atrás de fondo que amenazaría con la disolución de las Cortes y la convocatoria de unas nuevas elecciones. En el caso de que se cumpliesen dos meses desde la primera votación, España volvería a vivir una nueva jornada electoral. Con el nuevo panorama político, resulta muy aventurado lanzarse a pensar una fecha para una nueva votación. Pero cualquier domingo de abril tendría muchas papeletas.