Septiembre y sin carrera: ¿ahora qué?

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

PACO RODRÍGUEZ

Frente a la idea de «perder» un año, una buena planificación permite sacarle el máximo partido

16 jul 2020 . Actualizado a las 16:29 h.

Ya hay 55 grados universitarios gallegos sin plazas libres. Y la FP ya tiene lista de espera en los ciclos superiores más demandados. Se acerca la selectividad de septiembre y más de 2.000 alumnos se presentarán a la prueba con pocas posibilidades de elección. Miles de jóvenes gallegos se encontrarán entonces con un problema: no puedo acceder a los estudios que quiero, ¿qué hago? Hay varias opciones. Estas son algunas de las que aconsejan los expertos: 

repetir la selectividad

Buena nota de bachillerato. Si un alumno tiene una calificación buena de bachillerato, pero pincha en selectividad y su carrera es de las de cinco dígitos de nota de corte, entonces repetir la ABAU es una opción interesante. Lo dice Luis Hervella Torrón, responsable del Programa Ponte de la USC y vicepresidente de la CIUG: «El peligro es que dedicar todo el año a la selectividad puede ser frustrante», apunta. La presidenta de los directivos de institutos públicos de Galicia (Addiga), Isabel Ruso, cree que esta es una opción siempre que el alumno tenga posibilidades de conseguir la nota, pero en cualquier caso ella apuesta por combinarlo con otras actividades: hacerse voluntario en una oenegé, realizar cursos intensivos de habilidades que siempre quiso tener, trabajar a tiempo parcial, sacarse el carné de conducir, viajar...

Volver a clase. Es una posibilidad. Si a un alumno le quedan dos materias de 2.º de bachillerato, puede elegir matricularse de esas materias o repetir todo el curso; también puede repetir las suspensas y pedir a los profesores de las otras asignaturas que le dejen ir de oyente, pero eso es algo totalmente voluntario por parte de los docentes. De la primera opción, «lo malo -explica Ruso- es que tiene que volver a aprobar todas las asignaturas». Lo bueno es mantener una rutina todo el año. ¿Da resultado? «Irregular -añade la directora del IES Eusebio da Guarda de A Coruña-, y aunque a algunos alumnos les va muy bien, otros enseguida se cansan. Por eso soy más partidaria de buscar clases intensivas [hay academias especializadas] para la materia en cuestión y la selectividad».

Seis meses de respiro. Los que en septiembre consigan el objetivo para el próximo curso tendrán doce meses libres, y los que tengan que esperar a junio pueden disponer de cierto tiempo (para emprender otras cosas) hasta que en febrero se centren en el examen.

Probar otros estudios

Ir sacando materias. La idea es matricularse de una carrera similar para, durante este año, ir sacando solo las materias que se convalidan con la carrera original (pasa con Enfermería y Medicina en Santiago, por ejemplo). Es ideal para quien resuelva la situación en la selectividad de septiembre y tenga todo el curso libre sabiendo lo que quiere; al año siguiente puede continuar en segundo (aunque con más asignaturas que el resto de la clase).

Cambiar de campus. «ADE en Santiago suelen tener problemas, pero en Lugo siempre quedan plazas», dice Hervella Torrón. En ese caso, se pasa fácilmente de una a otra titulación porque se trata de la misma universidad. 

Traslado de expediente. También hay la opción de buscar por Galicia o por toda España una facultad con nota de corte más asequible (Informática tiene un 5 de nota de corte en Burgos) y pedir el traslado de expediente en uno o dos años. Esto suele hacerse con Medicina, pero el responsable de la USC alerta: «Como las plazas para el traslado están contadas, el estudiante tiene que hincar los codos y sacar notazas, si no acabará la carrera fuera de Galicia». 

La FP, opción fundamental. Es la principal apuesta de Isabel Ruso: «La FP ha salvado vidas», dice de forma gráfica. Para esta docente, «parece que pueden perder dos años antes de saltar a la universidad [lo que dura un ciclo superior], pero no es cierto. Dos años no son nada, y a muchos les ayuda a madurar, y les levanta la autoestima, porque, como tienen ganas y vienen del bachillerato, suelen sacar unas notas estupendas. Además, les permiten entrar en la universidad sin tener que pasar por la selectividad». Y, recalca, hay muchos empleos a los que se presentan graduados de FP y universidad, y cogen a los primeros.

Carrera «b». Quién no conoce a un estudiante que no entró en la carrera que quería, se matriculó en otra y descubrió que era perfecta. Optar por otra titulación es el consejo del decano de la Facultad de Informática en A Coruña, Luis Hervella Nieto: «Mejor es no perder el tiempo -apunta- y buscar algo similar». Ocurre con las ingenierías, que después pueden convalidar asignaturas, o en carreras con ciertas materias comunes.

UNED, la opción olvidada. Nieto también aboga por pensar en la UNED: «Tiene programas muy interesantes, pero con menor presión para entrar». Después se pueden convalidar materias si se da el salto a la carrera presencial.

Tomarse un respiro

Con dudas sobre qué estudiar. En caso de que el estudiante no sepa qué quiere, a veces es mejor dar un paso atrás. Entre el 15 y el 20 % de los alumnos de primer año de universidad plantan la carrera antes de febrero. Por eso, a veces es mejor cerciorarse de qué se quiere estudiar. El riesgo, apuntan los expertos, es acomodarse y convertirse en un nini, de ahí que si se opta por el año sabático como tal, el llamado gap year, se deba planificar bien. 

Inmersión lingüística fácil. Supone pasarse seis o nueve meses en otro país en un curso intensivo del idioma y con actividades pensadas para dotar al estudiante de habilidades útiles en el futuro. La idea es estupenda y el resultado suele ser magnífico. El único pero es el precio, unos 10.000 euros. Yolanda Varela, de EF Galicia, que ofrece cursos para ocho lenguas, cree que «el precio es importante, pero también es cuestión de prioridades. Algunas personas prefieren comprarle un coche a su hijo, pero para un o una joven es mucho más importante este tipo de experiencias que un coche».

Trabajo y ver mundo. La versión de bajo coste de lo anterior. Si uno quiere ver mundo y aprender idiomas pero no tiene ahorros, una opción es irse al extranjero a trabajar unos meses. De cuidador de niños en Gran Bretaña, por ejemplo, una experiencia que la gallega Nuria Espasandín cuenta en su canal de YouTube. Son trabajos a tiempo parcial que permiten soltarse con el idioma, conocer otra cultura y gentes muy diferentes y viajar. Otra versión de lo mismo es trabajar durante unos meses en Galicia, si es posible, y con el dinero ahorrado hacer algún viaje interesante.

Voluntariado y viajes. La labor de voluntariado aporta un plus a los jóvenes, ya que les obliga a tener una rutina, ven realidades difíciles, les hace sentirse necesarios y les ayuda a ser más solidarios. Pueden trabajar para una oenegé en su ciudad o viajar al extranjero. Hay organizaciones como sabatica.org que les ofrecen distintos programas por el mundo adelante.