Jarana en educación

José Antonio Ventoso FOGUETES

EDUCACIÓN

20 jun 2016 . Actualizado a las 21:16 h.

Aclaremos: en España está en vigor una ley educativa denominada Lomce que prevé la realización de pruebas de evaluación en tercero de Primaria para conocer el nivel de los alumnos y sus necesidades, del profesorado y del centro, con el fin de detectar que se hace bien y que mal. Diez comunidades se negaron a realizarlas. Otras, como Galicia se movieron en la ambigüedad: «Dios é bo, pero o demo non é malo». Es decir: quien quisiere pudiere, donde no mirare y soplare. Eso a pesar de que el INEE, encargado de las pruebas, afirmó que eran de diagnóstico y no se tendrían en cuenta para la promoción del alumno. Frente al furor examinitis del Gobierno y la respuesta infantil, ignorante y corporativa de ANPA y profesorado, negándose a su realización los unos e impidiendo participar a sus hijos los otros, no puede pasarse por alto que la Administración pública ha tolerado, jaleado e impulsado la desobediencia al cumplimiento de una norma de carácter normativo, ¿Qué pasaría si la Guardia Civil nos animase a incumplir las señales de tráfico porque eran chorradas?

Es propio de ignorantes en análisis de políticas de diagnóstico y mejoras de la calidad educativa, obstaculizar la realización de evaluaciones de conocimientos, siempre que los resultados sean para uso exclusivo de la comunidad escolar de cada centro. ¡Eso sí, obligándoles a su debate para ser considerados e integrados como políticas de mejora en el plan educativo anual!.

España está a la cola en índices educativos y eficiencia en cuanto a coste y resultados. Lo asombroso es la satisfacción de padres, alumnos y profesores por formar parte de un sistema educativo deficiente, degradado formativamente y en evidente regresión en relación a países vecinos de la UE. A pesar del alto nivel de satisfacción de padres, alumnos y profesores con el sistema, los indicadores sobre capacidades de empresarios y trabajadores sitúan a España a la cola de las economías europeas, solo por encima de los griegos, sobre todo, ¡ay mamita mía!, de las calificaciones obtenidas en exámenes internacionales sobre habilidades cognitivas, numéricas y de comprensión lectora.

¿Pero aquí no dimite nadie? No, porque la sana e higiénica dimisión se sustituye por el consabido: amárrate al sillón y deja a cada cual seguir con su canción.