Un año descubriendo talento

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

PACO RODRÍGUEZ

Casi 1.500 alumnos gallegos participan en el programa de detección de altas capacidades. En Salesianos de A Coruña se aplica de infantil a bachillerato

03 jun 2015 . Actualizado a las 11:49 h.

Oliva Marqués, Marta Nespereira y Montse Rubio llevan todo el curso trabajando duro para descubrir el talento de sus alumnos. Son profesoras del colegio Salesianos de A Coruña, uno de los principales participantes del programa Talento 3.0 de la Fundación Barrié, la Xunta y la USC, y que este mes inicia su segunda edición preparando a profesores para que detecten a alumnos con altas capacidades.

En Salesianos el programa se desarrolla en todas las etapas y solo tienen en común el entusiasmo desbordante de los niños. Eso ocurre hasta en infantil, cuyas clases ya son habitualmente muy divertidas. Pues con todo, los pequeños están deseando que llegue el viernes por la tarde para ir a los clústers, talleres donde se realizan actividades decididas por ellos mismos (todas no, fue imposible llevar a cabo la propuesta de pasear por el tejado) en los que participan niños de 3, 4 y 5 años mezclados según sus intereses. «Ha sido una experiencia muy buena, los niños despuntaron mucho, nos sorprendió», explica Montse.

Los niños deciden

La clave de estos talleres es que cada alumno elige en cuál participar: «Un niño puede ser muy bueno en algo, pero además tiene que gustarle porque es necesario perseverar en la tarea, no escatimar horas para mejorar», explica Oliva Marqués, que recibió la formación de la mano de Renzullli. Por eso, cuando un niño de tres años optó por el taller Megaconstrucciones, las profesoras se dieron cuenta que lo iba a hacer bien. El grupo levantó un par de paredes de un edificio sin que le faltasen ventanas, antena parabólica o escaleras; consiguieron además pegar la estructura para moverla en bloque. Y todo pensado, organizado y desarrollado por niños de 3 a 5 años.

En primaria, Marta Nespereira optó por desarrollar proyectos de lo más variado: los de primero crearon el Monstruo comepalabras, al que tenían que alimentar con «muchísima frecuencia»; en segundo hicieron un proyecto sobre reciclaje y otro sobre el embarazo. Y en cuarto se dedicaron a preparar leyendas que después leyeron a los niños de infantil.

Proyectos también se desarrollan en secundaria, donde la labor de Oliva Marqués ha sido titánica. Decenas de iniciativas de primero de la ESO a bachillerato han llenado las aulas de secundaria de todo tipo de cachivaches.

En primero hay maquetas de edificios realizados por los alumnos -una vez más, ellos eligieron qué reproducir, desde el Big Ben al estadio de Riazor-. Para hacerlos, los grupos tuvieron que trabajar a partir de una fotografía, hacer las escalas, llevarlas a la cartulina y montarlas: «Lo más difícil fue que las piezas de cada uno coincidiesen a la perfección -recordaba con cierta aprensión uno de los autores de la maqueta del colegio- porque eran muy pequeñas».

También en primero inventaron la historia de Obdulio José, un chico que sueña con un personaje, Geoffrey, que se le aparece en la vida real. Lo interesante de esta historia es que la hacen entre todos: «Cada uno escribe dos páginas, y el siguiente tiene que ver cómo va la historia y continuarla», resumía un alumno. Y en inglés. «Con este sistema los niños aprenden a redactar, y también a leer lo que hacen otros», comenta su profesora.

Guitarras y tangentes

En un despacho se guardan las poleas creadas por alumnos de segundo, estructuras a las que solo se les exigía que funcionasen: María y su equipo hizo una noria, Hugo y el suyo consiguieron una máquina de cortar papel (solo higiénico, eso sí), y Javi y sus compañeros crearon un cronómetro muy singular. «Estoy segura de que nunca olvidaré cómo es el funcionamiento de una polea», decía María mientras observaba su noria, que resultó de «alta velocidad».

Y lo mismo con las guías de Inglaterra en tercero, que fusionan Plástica e Inglés, o el diseño de guitarras para entender las tangentes que hicieron en cuarto, y cuyo proceso de trabajo se convirtió en un corto.

Oliva reconoce que, aunque en muchos casos ya intuyen la supercapacidad de algún alumno para un asunto concreto, en otros les sorprende: «A veces un alumno que no va muy bien en general se interesa por un proyecto y es el mejor. Brilla, y eso le da una enorme autoestima, porque se convierte en líder». Para esa persona, la situación cambia hasta tal punto que puede recuperar el curso.

«Lo bueno del Talento 3.0 es que ayuda a todos los alumnos, con más o menos capacidades, y los mejores en una cosa benefician a toda la clase», explica Oliva. Por eso funciona tan bien, los chicos quieren repetir y ya hay tres profesores más apuntados para la edición que ahora empieza.

Las cifras del talento

41 Centros inscritos. De las cuatro provincias, tanto públicos como privados y de todos los niveles educativos. El objetivo es que de cada centro participante se formen dos profesores al menos.

72 Profesores. De estos, 60 han sido formados directamente por Joseph Renzulli y su equipo para encontrar talentos en clase.

1.473 Alumnos. Hay 218 de educación infantil, 658 de primaria y 597 de secundaria y bachillerato.

En bachillerato también es posible

La detección del talento se puede llevar al bachillerato, a pesar de que siempre planea la temida selectividad. Oliva propuso a sus alumnos de Dibujo de primero que eligiesen una estructura y un punto de vista para desarrollar un plano único de ese objeto. Martín optó por un avión Boeing que reprodujo con una exactitud milagrosa; para (otro) Martín, la Torre de Hércules ya no tiene secretos; Paula conoce todos los matices del patio del colegio que plasmó en un dibujo; y Aaron ha descubierto la complejidad de las plantas más bajas del Empire State. «Yo me preguntaba si esto les serviría para selectividad -decía Oliva-, porque el examen les da muchos datos y en este proyecto los tenían que buscar. Y creo que sí les va a valer: ahora entienden el porqué de las cosas».

Trabajar en lo que interesa y crear un producto final, claves del modelo de Joseph Renzulli

Para llegar hasta aquí ha habido un trabajo de años, sobre todo en la Unidade de Atención Educativa en Altas Capacidades de la USC. Se utilizó el modelo de los tres anillos del pedagogo Joseph Renzulli y se adaptó a las necesidades gallegas. Gracias al patrocinio de la Barrié y al apoyo estructural de la Xunta, el propio Renzulli es el que forma a los profesores, y estos a su vez comparten con otros compañeros de cada colegio sus conocimientos.

Pero, ¿qué es el modelo de los tres anillos? Renzulli cree que un superdotado debe presentar tres características combinadas, tres anillos conectados: una alta capacidad intelectual, persistencia en la tarea y creatividad. ¿Y cómo se detectan y fomentan estos tres factores? Proponiendo en clase tareas amplias que fomenten las inteligencias múltiples; priorizando lo que elija el alumno, porque solo cuando algo gusta mucho no se tasa el esfuerzo ni la dedicación; y planificando un producto final -no necesariamente físico- en el que el estudiante vea plasmado todo el esfuerzo, y que además beneficie al grupo. Este último aspecto es fundamental, ya que en una clase de estas características no todos destacan en una tarea -se establecen tres niveles de dificultad- pero sí mejoran cada uno desde su nivel.

Aplicar el modelo de los tres anillos puede definir la vida del alumno, porque encuentra un campo que se le da bien y que le apasiona. Estas altas capacidades se convierten en superdotación cuando abarca todas las disciplinas.