«Queremos gobernos valentes»

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

ECONOMÍA

MARCOS MIGUEZ

La plantilla no tira la toalla. Pide arrojo político para lograr energía a precio justo en una comunidad exportadora

19 oct 2018 . Actualizado a las 11:51 h.

El humo negro de los neumáticos quemados es la metáfora perfecta para describir el estado de ánimo de la plantilla de Alcoa. Protagonizan una «folga» insólita donde la producción no se ha parado. La fundición del aluminio sigue su curso en la fábrica de A Coruña como lleva haciéndolo 60 años. «A nosa consigna é que de aquí non saia ningún material», dice Juan Carlos López Corbacho, el presidente del comité de empresa. El retén en el que se van turnando las guardias impide la salida de camiones por tercer día consecutivo. Ayer por la tarde también volvieron a cortar parcialmente el tráfico y, en la entrada, hicieron una hoguera con una pila de neumáticos. La humareda se propagó por el polígono, donde los coches que pasaban daban bocinazos de apoyo.

Cierre el 1 de diciembre

Saben que solo les quedan 42 días. El 1 de noviembre la multinacional estadounidense quiere poner en marcha el expediente de extinción. Un mes más tarde, el 1 de diciembre, esta planta y la de Avilés serán historia. «Estamos afeitos aos maratóns dende o 2011», avisa López Corbacho. El tiempo de las promesas y de los parches políticos, anticipa, ha acabado. «Queremos unidade, non hai lugar para os reproches. Tamén lle pedimos á cidadanía que se sume á manifestación deste sábado. O problema do prezo da electricidade é de todos. Facturas que antes eran de 50 euros cada dous meses agora son mensuais. Somos exportadores, que pasa coa enerxía neste país?», pregunta con un indisimulado enfado. La compañía en la que trabaja argumenta su cierre, entre otros motivos, en los precios de una energía de la que Galicia es excedentaria. Miguel Conde, portavoz sindical de CC. OO., es la tercera generación de su familia que pasa por la factoría. «Meu pai traballou aquí e meu avó axudou na montaxe da planta», cuenta. Entonces se llamaba Inespal y era pública. La privatización llegó en 1997. «As raíces familiares son moi importantes no cadro de persoal», apunta otro operario, Juan Ramón Paseiro.

Ruego a los políticos

«Queremos uns gobernos valentes. A solución é política. Precisamos que se atrevan a regular o marco enerxético e que antes do 31 de outubro paren o expediente de extinción», insiste Miguel Conde. «O 40 % da nosa materia prima é electricidade. Se o seu prezo se multiplica por tres, pasamos de pagar 60 millóns ao ano a 100. Aí están os 40 millóns que a empresa di que perde», alega.

Reclaman un nuevo marco energético. «É indignante que se vete unha tarifa galega cando o País Vasco blinda unha tarifa vasca coa que aforran 120 millóns e aseguran empresas máis competitivas», expresó la portavoz del BNG, Ana Pontón. La diputada fue una de las políticas que ayer se acercó hasta Agrela. También estuvieron la popular Beatriz Mato, el diputado de En Marea Antón Sánchez, y concejales municipales del PSdeG.

 «Só sei traballar aquí»

La plantilla se divide entre el desánimo y la reivindicación. «Entrei con 20 anos. Só sei traballar aquí», reprocha David Mosquera. Desde que en el 2014 Alcoa amenazó con un primer cierre, los trabajadores denuncian que «no destinó ni un céntimo de las subvenciones que recibió en renovar la planta», subrayó Gemma Arribas, una de las cuatro operarias mujeres de la fundición. «Iso de que a factoría está obsoleta é un engano. En todo caso, reflicte a súa vontade de non facer nada pola planta na que levan anos sen investir un euro», remarca Paseiro. «Aún así, de aquí sigue saliendo aluminio. A diferencia del 2014, tenemos mucha carga de trabajo. Esto es un desastre», confiesa entre lágrimas Gemma. Tampoco las puede evitar José Manuel Lemos. Como ella, lleva más de 15 años en la empresa. «É moi difícil traballar así, cando sabes que o 1 de decembro vas ao paro», admite. Para esa fecha él se ve «fóra de aquí».

Con ellos estuvieron excompañeros retirados, como Jesús Quintás: «Esta fábrica deulle de comer á miña familia durante 38 anos. Sinto que tiña que estar aquí». También empleados de San Cibrao, la única planta española que se salva del cierre. «Isto é unha puñalada trapeira dos ianquis», dice Pablo Cociña, con 29 años de experiencia en la factoría de Lugo. «Que conste, facer aluminio é un oficio que aprendín aquí e que me encanta», termina un taciturno Paseiro.