Patrocinado porPatrocinado por

El verano no es para las vacas

Xoán Ramón Alvite Alvite
Xoán Ramón alvite REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

alvite

El estrés producido en los animales por el calor ha reducido la producción láctea gallega en casi tres millones de litros

09 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A las vacas gallegas no les gusta el calor. De hecho, por encima de 25 grados, con los porcentajes altos de humedad que suelen registrarse en la comunidad, ya empiezan a padecer lo que se denomina estrés por calor. Una dolencia que provoca importantes mermas en la producción y que, de no tratarse convenientemente, puede llegar incluso a poner en peligro la vida de los animales.

Lo saben bien los ganaderos gallegos que durante lo que va de verano han visto cómo la leche de sus vacas se reducía de forma preocupante debido a las altas temperaturas registradas durante los meses de julio y agosto. De hecho, se calcula que durante este período las granjas han dejado de producir alrededor de tres millones de litros de leche como consecuencia de los efectos nocivos del calor sobre sus animales. En términos económicos, la merma de ingresos supera el millón de euros, a lo que habría que sumar además el dinero perdido en otros aspectos como la reducción de la fertilidad o los abortos, frecuentes en este tipo de circunstancias.

Menos fértiles

«En situacións de moita calor e elevada humidade as baixadas na produción leiteira poden alcanzar facilmente o 25 %, porque o animal come moito menos e o seu organismo perde parte das facultades innatas das que dispón para fabricar leite. Do mesmo xeito, baixan enormemente os niveis de fertilidade porque os celos son moito menos visibles e incluso, en determinadas situacións, prodúcense abortos en animais con xestacións de pouco tempo», apunta el veterinario Marcos Fernández González, quien añade que la mayoría de las granjas gallegas no están preparadas para hacer frente al incremento de la temperatura en sus establos.

«Moitos produtores están tomando agora conciencia do problema porque a calor, ata hai só uns anos, nunca se considerou como unha ameaza para a produción leiteira, e agora si o está sendo», apunta este profesional, que señala que simplemente dos o tres días consecutivos de temperaturas elevadas pueden suponer perjuicios para las granjas durante las semanas siguientes.

Lo corroboran los transportistas que trasladan la leche desde las granjas a las plantas transformadoras: «Durante moitos días na cisterna de 22.000 ían entre 3.000 e 4.000 litros menos», y también los responsables de la alimentación y reproducción del ganado que, en algunos casos, se vieron obligados a reformular las raciones alimenticias que venían sirviendo a algunos rebaños.

La merma de ingresos de los ganaderos de la comunidad supera el millón de euros Si bien la lucha contra el estrés por calor empieza, según los especialistas, en el momento mismo del diseño de los establos -insisten en aspectos como la altura, la orientación para una buena circulación del aire o incluso la instalación adecuada de bebederos-, han sido muchos los ganaderos los que han optado por la compra de ventiladores para sus establos.

«Cando nun verán normal se vendían oito ou nove, este ano vendemos máis de 30», apuntan desde una empresa de venta y montaje de instalaciones ganaderas de la comarca del Xallas, al tiempo que aclaran que el precio de cada uno de estos aparatos que se cuelgan en el techo de los establos está entre los 400 y los 650 euros.

Otros ganaderos han preferido instalar aspersores de agua para mojar de forma habitual a los animales y así reducir su calor corporal, y otros incluso por aplicar sistemas de riego sobre la cubierta de las instalaciones con el fin de reducir la temperatura interior.

Europa también lo sufre

Países con fuerte vocación láctea como Alemania -primer productor europeo- o Irlanda también están padeciendo los efectos de las altas temperaturas sobre su sector ganadero.

Tanto es así que muchas granjas se han visto obligadas a reducir su producción e incluso a sacrificar animales ante la ausencia de forraje suficiente con que alimentarlos. El caso irlandés resulta especialmente significativo, pues basan su producción lechera casi exclusivamente en el pastoreo, impracticable durante el último mes debido a la prolongada sequía que afecta al país y que ha dejado las fincas inservibles.