Souto, el gigante gallego del transporte abocado a desaparecer

Rubén Santamarta Vicente
Rubén Santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

M.Moralejo

Camioneros de toda Galicia, con impagos que en algunos casos superan los 100.000 euros, crean una plataforma de afectados

25 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La dirección de Transportes Souto, un gigante en su sector, ha puesto ya por escrito lo que desde hace días se venían temiendo sus proveedores y camioneros: el grupo va camino de la desaparición. Tras comunicar a la plantilla un preconcurso y guardar una semana de silencio, la empresa ha hecho público un comunicado que finaliza de manera muy clara: «Queremos pedir disculpas a todos los afectados, especialmente a empleados y proveedores desde el triste sentimiento que supone concluir un proyecto personal de más de 40 años». Lo firma la familia fundadora, con Jesús Martínez Souto al frente. Antes de llegar a esa previsible liquidación, el grupo ha anunciado que se acogerá a un concurso de acreedores.

«É algo que víñamos temendo, o que toca é traballar para que os afectados poidan cobrar», explicaba Alberto Vila, transportista que ha liderado la formación de una plataforma de camioneros afectados por esta situación. Ayer se reunieron en O Porriño medio centenar, autónomos todos ellos, con situaciones de todo tipo: desde pequeños repartidores a los que les adeudan 8.000 euros, hasta otros que tienen pendientes de cobrar del grupo hasta 100.000. Estudian ahora qué medidas tomar, como adherirse al concurso cuando se declare.

Transportes Martínez Souto es un grupo gallego que figura entre las empresas medianas-grandes de Galicia. Facturó en su último ejercicio auditado (2016) 80,6 millones de euros, de los que 79,9 fueron del transporte; el resto, provienen de alquileres y otros negocios. Tiene una flota con más de 300 vehículos, 17 naves propias y 209 alquiladas, medio millar de trabajadores repartidos por toda España, y cientos de autónomos dependientes de sus rutas que ahora ven sus empleos en el aire. Se movía con facilidad por España, pero también por Portugal y Holanda, sus dos principales destinos fuera. El último año conocido ya empezó a tener algunos retrasos en pagos, con un período medio a sus proveedores cercano a los 160 días.

Sus últimas cuentas revelan unas pérdidas de casi 700.000 euros, con todas sus filiales en rojo. Tiene una en Vitoria y otra en Maia (Portugal), que también es previsible que se liquiden. En el último año sufrió una caída del negocio del 13 % que la empresa atribuye a la fuerte competencia de operadores extranjeros, junto al aumento de los costes (carburantes y neumáticos).

Pero lo cierto es que los grandes problemas han sido tres. El primero, una elevada deuda que le obligó en abril del 2017 a firmar un acuerdo de reestructuración con los bancos, que incluía la venta de activos y la fusión de sus filiales logísticas y de inversiones. A los bancos les adeuda más de 22 millones.

Segundo problema: una gestión ineficaz y dependiente casi en exclusiva del sector de la automoción (Gefco y PSA son sus grandes clientes); no logró diversificarse. Y, tercero, la fallida entrada de un fondo de inversión, que iba a quedarse con todo el grupo por el simbólico precio de dos euros, según dice la empresa. Pero ese inversor hizo números y se echó atrás. «Se cerró así la última vía de reflotamiento de la empresa», admite la familia fundadora.