Los jornaleros gallegos, los mejores trabajadores en el canal de Panamá

ECONOMÍA

El tercer tomo de «Historias de Galicia» aglutina relatos muy vinculados con el mar, especialmente a la emigración y a las visitas reales a tierras gallegas. Este es un ejemplo: «Obreros gallegos en el canal»

12 jun 2017 . Actualizado a las 12:34 h.

Benito Vila y su mujer Porfiria embarcaron en Vigo, en los últimos días del año 1907, con destino al puerto panameño de Colón. Contratados por la Istmian Canal Commission, la compañía estadounidense que quebró el espinazo de Panamá para mezclar las aguas del Atlántico y del Pacífico, iban a trabajar de cocineros para los trescientos hombres del campamento Enterprise. Su viaje, seguramente a bordo de un vapor de la Mala Real Inglesa, representada en Vigo por el consignatario Estanislao Durán, simbolizaba el éxito de la principal reivindicación de sus compatriotas: miles de gallegos que abrían la colosal zanja del canal echaban de menos la comida de su tierra. [...]

Más adelante, los jornaleros gallegos arrancaron a sus patronos otra concesión: una pausa de diez minutos para ingerir un bocado a media mañana. Como hacían en su tierra. «Incluso la maquinaria necesita combustible para poder funcionar», advirtieron. La mecha del conflicto la había prendido un capataz estadounidense al suspender de empleo y sueldo a varios obreros que reponían fuerzas con pan y chorizo en jornada laboral. La sanción desató una oleada de protestas. [...] Los ánimos solo se apaciguaron cuando la cúpula de la comisión revocó la sanción, reprendió a los capataces y admitió formalmente una arraigada costumbre del campesinado gallego: «as dez». [...]

En el enorme y variopinto ejército afanado en seccionar el continente americano, «los mejores de todos son los gallegos», escribió Foster Carr. Se quejaban poco y trabajaban mucho. Sus patronos les atribuían salud de hierro, carácter sumiso y vigor físico. [...] El rendimiento de los gallegos, del que se hizo eco el propio presidente de EE. UU., Theodore Roosevelt, duplicaba e incluso triplicaba el que ofrecían los negros antillanos. [...]

A la vista de su extraordinaria productividad, el ingeniero jefe John F. Stevens, pieza clave en la construcción de la infraestructura, envió a LeRoy Park a Galicia con la misión de reclutar jornaleros. Pese a la fría acogida del Gobierno español, que en 1908 llegaría a prohibir la emigración a Panamá, LeRoy coronó con éxito su misión. En menos de dos años, según las cifras estimadas por Juan Manuel Pérez, contrató a 8.222 españoles. Tres de cada cuatro, 5.983 en total, eran gallegos. La mayoría se despidieron de Galicia en Vigo. [...]

La mayoría de los braceros contratados eran solteros, de extracción rural y de edades comprendidas entre los 25 y 45 años de edad. Pero también hubo familias enteras que acudieron a la llamada de LeRoy, con la complacencia de la empresa: la presencia de la mujer y los hijos proporcionaba estabilidad a los jornaleros. De hecho, en compañía de Benito Vila y de Porfiria viajaron a Colón la esposa y los cuatro hijos del compostelano Juan Guillén, capataz de una cuadrilla que había llegado a la zona del canal.

Dos días después de su llegada, cuando Benito y Porfiria apenas habían tomado posesión de los fogones del campamento proletario, los protagonistas de esta historia recibían una visita inesperada. Dos ilustres representantes del Centro Gallego de La Habana, enviados ex profeso, trataban de averiguar las condiciones de vida y de trabajo de sus compatriotas bajo la batuta estadounidense.

«La riqueza que emergió del mar»

La nueva entrega incluye 68 historias, relatos que se reparten las más de 350 páginas de las que consta este volumen. Al igual que los dos ejemplares anteriores, el tercer tomo podrá adquirirse mañana, domingo, con La Voz de Galicia, al precio de 3, 95 euros. Jealsa patrocina toda la colección.