Montoro, muy valiente, pero no se atreve con todos

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez SOFIA.VAZQUEZ@LAVOZ.ES

ECONOMÍA

MABEL RODRIGUEZ

El ministro de Hacienda decidió rectificar después de que el colectivo médico se quejara tras haber sido amenazado con tener que declarar en el IRPF los viajes que le pagan las farmacéuticas

04 jun 2017 . Actualizado a las 09:36 h.

Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, es capaz de decir digo donde dije Diego. Y también es capaz de aplacar iras con un simple «no se preocupe; ya me pagará en otra ocasión». Eso es precisamente lo que le ha pasado en los últimos días con el colectivo médico, que se queda como estaba tras haber sido amenazado por el ministro con tener que declarar en el IRPF los viajes que le pagan las empresas farmacéuticas. Ante la impulsividad de Montoro, los colegios médicos alegaron que esas actividades eran de formación, por lo que no veían lógico tributar por ellas. Bastó con esa frase para que el ministro de Hacienda rectificase. ¿Por miedo? Algunas fuentes de la Agencia Tributaria consideran que el cambio de opinión del ministro estuvo relacionado con las potenciales presiones de un colectivo que controla tanto la sanidad pública como la privada de España.

Conoce lo que es un embargo

Sea como fuere, Montoro sabe perfectamente qué se consigue con la redistribución de la recaudación impositiva y el esfuerzo personal. Él, nacido en Jaén, fue hijo de la emigración a Madrid en los años 60, donde vivió en una casa humilde en la que, según las crónicas, le anunciaron a su madre, ante la atenta mirada de sus dos hijos, el embargo del inmueble por problemas económicos puntuales de la familia. Dice el ministro que todas estas historias son «películas que se montan» y, con ese golpe de talón, quita de en medio cualquier comentario y va al grano. Y el grano, en asuntos de Hacienda, es recaudación y gasto. No se entiende que en un país donde el 24,6 % de la economía está sumergida el responsable del ministerio no se tome en serio eso de luchar contra el fraude fiscal. Porque en el mejor año de resultados de la Agencia Tributaria, el 81 % de la evasión no se detectó.

¿Qué podría hacer el ministro? Por ejemplo, incrementar el número de funcionarios dedicados a este asunto hasta alcanzar el listón recomendado por la OCDE. Significaría contratar a 25.000 más -hoy España tiene la mitad de la plantilla media que hay en los países de Europa-. Si a Montoro le parece una barbaridad tal cantidad de contratos (que bien pudiera serlo teniendo en cuenta la realidad del país), podría adoptar otras medidas implementadas en otros países occidentales. Por ejemplo, pedirles a los consumidores que demanden todo tipo de facturas, poner en marcha una página web y, si meten allí todos los datos, entran en el sorteo de un coche. Lo puso en marcha Portugal en el 2014. O la posibilidad que tuvieron los ciudadanos norteamericanos de deducirse un importe de cualquier tipo de factura. No importaba que fuese de la peluquería o de un taller o de la guardería del niño.

En España hubo la posibilidad de deducir por una serie de gastos. Pero esta medida la eliminó el Gobierno de turno a pesar de que era un camino para el control de los ingresos profesionales. ¿Por qué lo hizo? Al parecer, porque beneficiaba principalmente a las personas con recursos. Es decir, consideraban que estas eran las que podían pagar un médico privado. Pero lo cierto es que, en numerosas ocasiones, el dolor obliga a acudir a un especialista de inmediato, y si los cien euros de la consulta privada hay que sacarlos de la pensión, pues no quedará más remedio. Luego llegará la compra de las medicinas, y el médico de cabecera puede darlas o no.

Además, hay numerosas intervenciones fuera del ámbito sanitario público (medicina estética, odontología...) que Montoro y su equipo bien podrían controlar. La lista se podría extender a abogados, asesores fiscales, cerrajeros, pintores (también los artísticos), fontaneros, electricistas, fruteros, panaderos, fotógrafos, carpinteros, informáticos, y un largo etcétera. Montoro, por el momento, se limita a hacer de las suyas de vez en cuando. Por ejemplo, cuando obliga a cruzar la información fiscal de los abogados con los pleitos que están llevando. En fin, ya nos aclarará algún día el ministro el porqué no hay café para todos.