Pemex suelta amarras de Galicia, y renuncia a ejercer de dueño del astillero Barreras

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Mantiene su posición mayoritaria en la factoría, como una participada más, pero descarta la licitación de nuevos buques

25 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pemex es una petrolera en crisis que da por finalizada la aventura como armadora iniciada en el año 2012 de la mano de la Xunta.

La compañía mexicana suelta amarras del naval gallego, con un balance que, bien analizado, no es poca cosa: el encargo de dos grandes buques (los floteles adjudicados a Barreras y Navantia), contratos de diseño y soporte técnico con Armón y Freire para construir una veintena de embarcaciones en México y la compra del 51 % de Hijos de J. Barreras, que ha permitido sobrevivir al astillero.

No hay cifras oficiales, pero la incursión de Pemex en Galicia supera ampliamente los 300 millones de inversión.

La aventura ya se ha acabado, según confirma la propia firma azteca, que, por mucho que se recupere el precio del petróleo, da por cerrada su etapa de eventual benefactora del naval gallego.

Fuentes cercanas a la compañía aseguran que la petrolera nunca se quiso hacer responsable de anuncios hechos en Galicia por exdirectivos a los que acabó enseñando la puerta de salida. Es el caso de Carlos Roa, mano derecha del expresidente de Pemex Emilio Lozoya, que llegó a anunciar contratos fantasma de floteles y buques tanque.

Eso ya quedó atrás, todo lo que queda del paso de Pemex por Galicia es el flotel Cerro de la Pez (antes, Orgullo Petrolero) terminado ya desde febrero en las instalaciones de Navantia Ferrol, y a la espera de misión; y la participación del 51 % que tiene en el capital de Hijos de J. Barreras.

No más barcos

La petrolera ratifica su posición en el accionariado, pero se desvincula de la gestión. La considera «una participada más», en la que se mantiene por interés económico, pero sin interferir en la forma de llevar el negocio. Dicho de otra forma, Pemex no facilitará carga de trabajo a su astillero, y se limitará a recoger beneficios, en caso de haberlos.

La mejor prueba de su desvinculación es que el consejo de administración del astillero lleva más de un año con dos vacantes sin cubrir correspondientes al accionista mayoritario: la vicepresidencia, que ocupaba Carlos Roa, y la del consejero José Luis Abdalah Hernández (ambos fuera de Pemex ya). Sí permanece José Manuel Carrera Panizzo, director corporativo de alianzas y nuevos negocios de la petrolera.

La semana pasada, Barreras cerró la financiación para la construcción de un buque de pasaje. Se trata del primer contrato que logra Barreras desde enero del 2014, cuando Pemex llegó al rescate y le adjudicó el primero de una serie de floteles que, en teoría, vendrían a continuación.

Pero el negocio petrolero se torció y, con ello, todos los proyectos para Barreras se vinieron abajo como un castillo de naipes. No habrá más barcos porque no hay trabajo para ellos.

Según cifras de la Cámara Mexicana de la Industria del Transporte Marítimo (Cameintram), mientras que en noviembre del año pasado había 160 barcos varados en el golfo de México, en febrero del 2017 el número había aumentado a 320 unidades. Esta cifra es preocupante si se tiene en cuenta que la flota total del país dedicada a la actividad petrolífera es de 382 unidades.

Esta situación explica que los dos floteles construidos en Galicia hayan permanecido meses en las gradas de Barreras y Navantia, una vez finalizados y entregados, antes de partir a aguas mexicanas. De hecho, el Cerro de la Pez realiza maniobras fuera de Ferrol, pero sigue en Navantia, ya que todavía no ha sido recogido por su dueño de forma oficial.