Noruega reclama en ocasiones presenciar las tareas de Navantia para aprender y asumirlas después
21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La primera vez que Navantia envió a Francisco Cabana a Noruega lo hizo para que participase en las pruebas de mar de la primera de la serie de cinco fragatas que habían sido fabricadas en el astillero ferrolano. Desde entonces ha llovido mucho, tanto en Ferrol como en el país nórdico.
«Ya he perdido la cuenta, pero deben de ser 20 o 21 las veces que he estado aquí», explica este responsable de todas las pruebas del sistema de armas de estos buques. Forma parte del grupo de trabajadores de la factoría pública gallega que periódicamente tienen que acudir a Bergen (base de los barcos) para acometer distintas tareas en los navíos. «He estado desde una semana navegando hasta un mes en tierra, dependiendo de los trabajos», explica. Como el resto de sus compañeros, para llegar a su destino tiene que coger tres aviones y viajar un día entero, dejando atrás a su familia. «Entré en la empresa en 1983 y llevo viajando desde el 90. Si no estuviera a gusto, me plantearía dejar de viajar. Creo que hace más sacrificios mi mujer que yo, porque aquí estoy trabajando y rodeado de gente, mientras que ella se queda sola», comenta.
«Pese a los inconvenientes, los que formamos parte del equipo -que varían dependiendo de las necesidades- estamos haciendo una actividad puntera y somos valorados», dice Francisco Cabana. Tanto, que la Armada de Noruega ha solicitado en algunos casos presenciar los trabajos para poder asumirlos directamente más tarde. «Cuando te llama un país que es una primera potencia porque quiere ver cómo lo haces nos damos cuenta de que nosotros también tenemos nivel. Te sientes orgulloso», afirma Álvaro Brage, jefe de control dimensional y estos días plenamente inmerso en Bergen en todos los trabajos de alineación del sistema de combate de la Thor Heyerdahl.
Brage, que forma parte de la plantilla de Navantia Ferrol desde 1991, empezó a acometer trabajos en Noruega en el 2009. Por u perfil profesional, su experiencia y sus conocimientos lo requiriesen también en el astillero de Cartagena, lo que le llevó a moverse continuamente entre Ferrol y el municipio murciano entre el 2013 y el 2015. «Eso sí que quema un poco más, pero esto se lleva mejor», explica. Tanto los máximos responsables del programa como los trabajadores coinciden en que, una vez en el país, el ritmo de trabajo es intenso e incluso durante los fines de semana se realizan tareas ligadas a las obras. Los sacrificios de los desplazados no han dado hasta ahora más que buenos resultados. «Son trabajadores muy cualificados. En el mercado laboral no encuentras a esta gente», subraya Miguel Díaz.