De las 46.000 oficinas bancarias del 2008 hemos pasado a poco más de 27.000. Toda una purga de Benito. Estos son los factores amplificadores por orden de importancia:
1. En el bum inmobiliario las cajas abrieron sucursales sin control para dar crédito. Así se arruinaron y acabaron absorbidas por los bancos. Gran parte de esas oficinas se han cerrado porque nunca debieron abrir.
2. Los millennials casi no pisan el banco porque operan por la web. Es curioso que en la revolución de las puntocom de los noventa la banca no cerró oficinas, pero es que entonces la generación web todavía estaba en el colegio y la penetración de Internet era mucho menor.
3. Las altas tasas de mora y los bajos tipos de la resaca inmobiliaria han reducido los márgenes bancarios. Recortar costes ha sido una obligación.
4. Pese a la purga, seguimos siendo el país europeo con más sucursales por habitante (una por cada 1.500) y con menos activos por sucursal (con Italia y Portugal), lo que conduce a una menor eficiencia.
5. Y esto da lugar una concentración bancaria, aún no finalizada: habrá cierres adicionales.
Y estos son los factores catalizadores de una posible recuperación:
1. No hay mal que cien años dure: estamos a niveles de 1982 en número de sucursales, cuando España tenía 8 millones menos de habitantes y bastante menos riqueza.
2. En términos de empleo, el sector bancario solamente aporta 195.000 asalariados, muy lejos de los 645.000 de Alemania. Nuestras sucursales son las que tienen menos empleados de media, con lo cual poco empleo se puede destruir.
En resumen: el cierre de sucursales continuará de manera indefinida porque sigue habiendo muchas y cada vez son menos necesarias. Pero no generará desempleo porque forma parte de un proceso de destrucción creativa. Las innovaciones son la base del crecimiento sostenido a largo plazo y la banca está inmersa en un proceso de cambio sin precedentes. Los empleos que se destruyan en las oficinas se crearán en los nuevos canales de comercialización.
Y en cuanto a la purga de Benito, se cuenta que era tan buena que cuando se la recetaron ya iba notando los efectos, y eso que todavía no había ni entrado en la farmacia.