Del olimpo de la banca de inversión a rey mago de los inversores descontentos

A. B. MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

BENITO ORDOÑEZ

«Soy muy consciente de la alta responsabilidad que asumo como presidente», asegura Saracho

21 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Señor Saracho, le pido que ponga usted sentido común». «Que la P del Popular se mantenga otros 90 años más». «Se ha publicado que usted es especialista en absorciones y fusiones. A mí me gustaría que el banco continuara en solitario, pero si hay absorción, asegúrese de que se haga en sus justos términos, porque el valor del banco es mayor que el precio de sus acciones». Los pequeños inversores le dieron ayer la bienvenida a Emilio Saracho (Madrid, 1955) a la presidencia del Banco Popular casi como si de un rey mago se tratara: con una larga lista de deseos en la que el principal es que obre el milagro de que recuperen su dinero perdido.

Y Saracho, que proviene del olimpo de la banca de inversión, donde fue vicepresidente mundial del gigante estadounidense JP Morgan, escuchó las intervenciones desde el patio de butacas, sin decir palabra, dado que aún no había sido nombrado presidente.

Su primera manifestación oficial llegó unas horas después, en forma de nota de prensa, en la que se informaba de que le había manifestado al consejo de administración su «satisfacción» por formar parte de Popular, «una entidad muy relevante para la economía española». «Y soy muy consciente de la alta responsabilidad que asumo como presidente del banco», concluyó.

Licenciado en Económicas por la Universidad Complutense a finales de los setenta, continuó su formación con un máster en la Universidad de California en 1980. El español que más lejos ha llegado en el competitivo mundo de la banca de inversión, desarrolló su carrera profesional a un lado y otro del Atlántico -Chase Manhattan Bank, Santander, Goldman Sachs, JP Morgan-, con la City británica como base de operaciones en el último cuarto de siglo.

La brillantez profesional, su carácter directo y su habilidad para gestionar equipos, alabada por quienes lo conocen, serán ahora sus bazas para desbrozar el complejo futuro del Popular y deshojar la margarita de si podrá o no seguir en solitario.

En diciembre pasado el mero anuncio de su nombramiento para suceder a Ron fue un bálsamo para la vapuleada acción de la entidad, algo que pareció repetirse ayer en la junta extraordinaria, con unos inversores que se encomiendan a sus conocimientos del sector y a sus contactos para que, sea cual sea el futuro del Popular -una nueva ampliación de capital o la venta de la entidad-, la opción sea la mejor para unos accionistas desesperados. «Le pido que sea el ángel salvador del banco. Y si va a ejercer de ángel liquidador, que extraiga hasta el último céntimo para nosotros, los accionistas, que nos sentimos maltratados», le dijo uno de ellos.

Cambios en el consejo

De este modo, los inversores manifestaban su confianza, casi ciega, en la habilidad del nuevo presidente para aliviar su quebranto económico, y le daban la bienvenida y, simultáneamente, el pésame ante la magnitud de la tarea que tiene por delante. Él, un galáctico de las finanzas, forjado en la banca más competitiva del mundo, sentado en el patio de butacas, asumió el reto.

Junto a Saracho, en el consejo se sentarán otras dos caras nuevas: Carlos González Fernández y Antonio González-Adalid García-Zozaya como consejeros independientes. El primero fue en su día consejero de Novagalicia Banco.