Veinticuatro horas sin novedad en el módulo de ingresos

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

ECONOMÍA

XOAN CARLOS GIL

Tres exdirectivos pasaron su primer día en A Lama tranquilos y sometidos ya a los protocolos carcelarios

18 ene 2017 . Actualizado a las 08:35 h.

Fue una noche diferente a las demás. A fin de cuentas, Julio Fernández Gayoso, José Luis Pego y Óscar Rodríguez Estrada cambiaron los dormitorios de sus casas en Vigo por las camas del centro penitenciario de A Lama. Sus primeras veinticuatro horas privados de libertad han transcurrido sin novedad, confirmaron ayer distintas fuentes.

Esa primera noche la pasaron, como suele ser habitual en todo recluso que llega al penal pontevedrés, en el módulo de ingresos. Allí ya tuvieron ocasión de conocer algunos de los protocolos que van a regir sus vidas durante los próximos meses, tras entrevistarse con distintos profesionales, caso de la trabajadora social, el educador o el psicólogo. Entre otras cuestiones, se les realizó un examen para determinar si existía algún tipo de riesgo de que pudieran atentar contra sus vidas. Se trata de algo rutinario, remarcaron estas fuentes, al tiempo que insistieron en que es este el procedimiento que se sigue con todos aquellos que llegan al módulo de ingresos para cumplir una condena o son internados en prisión preventiva a la espera de juicio.

Añadieron que, previsiblemente, ayer mismo, pero por la tarde, iban a ser conducidos ya a la celda y el módulo que tendrán asignados mientras permanezcan en A Lama.

Lo habitual, dado el delito por el que han sido condenados -administración desleal y apropiación indebida, en el supuesto de Rodríguez Estrada y José Luis Pego, cargos que también recayeron sobre Fernández Gayoso, en su caso como cooperador necesario-, es que los tres exdirectivos de Novacaixagalicia sean conducidos a algunos de los módulos conocidos como de respeto. A diferencia de los módulos tradicionales, en los de respeto el clima de violencia es prácticamente nulo, por no decir inexistente.

De hecho, los presos que voluntariamente ingresan en estas áreas de la cárcel de A Lama tienen que firmar una suerte de contrato en el que se comprometen a, entre otros aspectos, mantenerse aseados y limpia la celda, respetar el entorno, a los compañeros y a los profesionales del centro penitenciario, y a participar activamente en una serie de actividades programadas.

La filosofía, según reseñan desde el Ministerio del Interior, «es lograr un clima de convivencia y máximo respeto entre los residentes del módulo. En ellos, el interno deja de sentir el módulo y sus normas como algo impuesto para considerarlo como algo propio». Esto explica que, si algún recluso protagoniza algún tipo de episodio violento, será expulsado inmediatamente.

Consecuentemente, una gran parte de los internados en estas áreas cumplen condenas por los llamados delitos de guante blanco o por hechos en los que no se ha empleado violencia. Es el supuesto de conductores reincidentes a la hora de circular sin puntos en el carné o estafadores sobre los que han recaído más de dos años de prisión.

¿Y el futuro? La pregunta que muchos se hacen es cuánto tiempo permanecerán en prisión. La legislación penitenciaria establece que los presos de segundo grado -el primer grado está limitado a reclusos caracterizados por su peligrosidad e inadaptación- puedan empezar a disfrutar de permisos penitenciarios una vez cumplan una cuarta parte de la condena. De este modo, los tres exdirectivos podrían solicitar esta posibilidad a los seis meses de haber ingresado y para su concesión se deben cumplir requisitos de buena conducta y contar con un informe del equipo técnico de A Lama que, no obstante, no es vinculante.

Interior establece que los de segundo grado pueden disfrutar de un máximo de 36 días al año en la calle, mientras que para los de tercer grado se eleva a los 48, siendo siete días el tope máximo de duración de cada permiso. Será la junta de tratamiento de A Lama la que acuerde la concesión del mismo, si bien tendrá que ser autorizado por la dirección del centro o, en su lugar, por el juez de vigilancia penitenciaria.