Antón Costas y Xosé Carlos Arias: «Se ha roto la conexión que había entre crecimiento y progreso social»

Mario Beramendi Álvarez
maRIO BERAMENDI SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

XOÁN A. SOLER

Los autores de «La nueva piel del capitalismo» coinciden en las altas cotas que ha alcanzado la desigualdad debido a la crisis

15 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de cosechar un enorme éxito con La torre de la arrogancia, ambos profesores presentaron en Santiago su nuevo ensayo en un acto organizado por el Foro Económico de Galicia, plataforma de la que son miembros.

Pregunta. ¿Cómo es en realidad la nueva piel del capitalismo?

Antón Costas. El capitalismo es como un animal, como una serpiente que cambia de piel, que muda con el tiempo. Es una piel con tres rasgos: en primer lugar, la desigualdad. En segundo, la financiarización de la economía, algo que no tiene precedentes. Y por último, se ha roto la conexión entre crecimiento y progreso social.

Xosé Carlos Arias. Esos tres rasgos tan marcados nos llevan a un cuarto: las relaciones poco amistosas entre economía y política, o si se quiere, entre mercados y la idea de una democracia genuina. Esto ha conducido a una gran polarización de la vida política, con fuerzas emergentes.

P. ¿Está desapareciendo la clase media en Europa y España?

A. C. No, creo que es un planteamiento exagerado. Hay un aumento de la desigualdad, sí, pero la desigualdad es una distancia, una diferencia entre el que está más arriba y el que está más abajo. Esa brecha ha crecido en Europa por un desplome en la parte baja de la distribución. Tampoco anticipo su desaparición.

X. C. A. Bueno, hay un dato que conocimos hace poco y es que tres millones de personas abandonaron lo que conocíamos como clase media.

P. ¿En qué medida el auge de la pobreza laboral merma al propio sistema capitalista al debilitar la capacidad de consumo de la sociedad?

X. C. A. Durante estos años se han ido tomando decisiones que eran inevitables. Tenía que haber un ajuste, incluso en los salarios. Lo que pasa es que ha llegado hasta tal punto que es un problema económico. Y hasta la OCDE está recomendando subir los salarios.

A. C. Los salarios son la fuente de ingresos de los hogares y marcan sus condiciones de vida. Y hoy se están empobreciendo. Tienen también una importancia clave como agregados de ingresos en el funcionamiento macroeconómico. Es decir, el consumo. Yo ingreso lo que tú gastas. Es un principio básico. Por último, los salarios son claves en la productividad. Si llegásemos a la conclusión de que trabajadores con salarios bajos son productivos eso sería un descubrimiento, una vuelta a los orígenes. Toda empresa racional sabe esto.

P. ¿Cómo ven la situación económica de España?

X. C. A. La tasa de crecimiento no está mal, pero no hay progreso social. Lo que existe es una perspectiva de crecimiento nada halagüeña en el medio y largo plazo. ¿Por qué no soy optimista sobre un crecimiento sano? Pues porque hay déficits en aspectos clave, como son educación, tecnología o en las instituciones. Hay una clara amenaza de estancamiento.

A. C. Yo creo que no se puede banalizar el crecimiento que tiene España desde el 2014. Es importante en términos de PIB, se va a mantener y, lo más importante, es un crecimiento con otros fundamentos, mucho mejores. Hay debilidades, pero también fortalezas. Hay a mi juicio en la economía española una especie de productividad durmiente. Otra cosa es que este crecimiento no se acompañe de un derrame de sus beneficios al resto.

P. ¿Es Trump una amenaza para la economía mundial?

X. C. A. Yo creo que la verdadera amenaza está en otro punto. Y es que el problema que nos saltó a la cara en el 2008, la bomba de la deuda, no está resuelto a escala mundial. Trump es un riesgo porque nadie sabe lo que va a hacer.

A. C. Hay riesgos en los bonos públicos norteamericanos. Vamos a un escenario de crecimiento basado en motores internos y no en el comercio mundial. Trump va a introducir gasto público y, por tanto, a reactivar EE.UU. Y no hay ninguna señal de vuelta al proteccionismo.