Fin de la austeridad

Venancio Salcines
Venancio Salcines A DOS BANDAS

ECONOMÍA

03 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Feijoo, con estos presupuestos, salda su deuda con los empleados públicos al día siguiente de ganar las elecciones y no el día antes, y esto le honra. Otros no lo hubieran hecho. Y, al hacerlo, se merienda gran parte del incremento presupuestario. Por tanto, es difícil saber en estos momentos cuál va a ser su estrategia futura de gasto. No obstante, muestra algunas maneras dignas de comentar. La primera es que abandona el ladrillo. Lo hace de tal modo que destaca como una gran inversión los cinco millones que destinará a la futura Facultad de Medicina de Santiago. Tiempos hubo en que inversiones de esta índole apenas se mencionaban. La segunda, es su apuesta por reducir la carga fiscal. Impuestos cero al rural y las rebajas en sucesiones e IRPF parecen una apuesta a largo plazo. Lujos que se puede permitir, en parte, gracias a la caída de un 13,4 % de los gastos financieros. El fruto de su polémica política de austeridad. De hecho, parece asumir que sus ingresos van a depender esencialmente de las transferencias del Estado, las cuales, obviamente, están vinculadas a nuestro crecimiento económico. La tercera sería cómo visualiza el gasto, como una estructura con cuatro grandes ejes: política social, empleo y competitividad y sector primario.

Las cifras de los Orzamentos, en más de una partida, marean, como los 338 millones destinados a personas con dependencia, pero al instante uno se pregunta: ¿dónde están? ¿Cómo es posible que destinemos una cantidad tan importante y tengamos la sensación de que estamos absolutamente en precario? ¿Dónde me estoy perdiendo?

Feijoo es un político forjado en la austeridad que ha de mostrar su capacidad de gestionar el crecimiento y en estos presupuestos poco se puede vislumbrar. La recuperación del poder adquisitivo de los funcionarios distorsiona todas las cifras, pero en todo caso algo empieza a mostrar. Y lo que se visualiza no es negativo, en todo caso, tocará esperar al 2018 para ver el verdadero rostro presupuestario de la Xunta.?