Los líderes provinciales fuerzan la caída del presidente de la patronal gallega

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

SANDRA ALONSO

Dieter Moure dice adiós tras perder la confianza de su valedor, Antonio Fontenla

08 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco ha durado la tranquilidad en la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG). Nueve meses después de llegar al cargo, Antonio Dieter Moure ha decidido tirar la toalla. En la versión oficial alega motivos «estrictamente personales» y la imposibilidad de dedicarle el tiempo que necesita la presidencia. Pero la realidad es otra: su adiós se precipita impulsado por las cuatro provincias. Y sobre todo por A Coruña, la confederación que lo había llevado al cargo. Fue el as que se sacó de la manga Antonio Fontela en enero del 2016 para suceder a Fernández Alvariño y contrarrestar la candidatura del ourensano José Manuel Pérez Canal. Sin embargo, esa operación, a la vista del desenlace, ha fallado.

Dieter Moure se vio superado por las circunstancias y anuncia su adiós justo cuando A Coruña ha decidido dejar de apoyarlo. A lo largo del verano, el presidente de la patronal gallega ya había amagado dos veces con abandonar el cargo ante las dificultades para lograr la financiación bancaria y cohesionar la organización. Por eso sorprende ahora su adiós, justo después de haber evitado el concurso de acreedores gracias a los 600.000 euros adelantados por Abanca con cargo a la subvención que recibirá la CEG por la normativa de participación institucional.

En este contexto, su marcha no obedece a la inviabilidad económica y la imposibilidad de llegar a acuerdos, como parecía que ocurriría en verano, sino a la propia guerra interna, que vuelve a abocar a la patronal gallega a una situación de interinidad y de vacío de poder. Dieter Moure se esforzó en vincular su adiós a un asunto personal, pero el pasado jueves, en Vigo, hubo una reunión de las cuatro provincias que sirvió para firmar su acta de defunción y forzar su salida.

Jaque mate

Con este movimiento, el ya expresidente se quedaba solo con el apoyo de las organizaciones sectoriales. La salida de Dieter Moure abre la puerta a que el control de la CEG quede casi en exclusiva en manos de las cuatro provincias, toda vez que es muy probable que dejen de implicarse en la gestión de la patronal los colectivos que representan a las diferentes ramas de actividad.

De esta forma, el timón de la CEG pasa ahora a la junta formada por los cuatro vicepresidentes, que son a su vez los presidentes de las cuatro provinciales. Y por un criterio de antigüedad, el mando le corresponderá a Antonio Fontenla hasta la convocatoria de nuevas elecciones, un trámite que tendrá que abordarse en un breve plazo de tiempo.

El empresario coruñés ya ha comunicado a su círculo más cercano que no tiene intención de pilotar este proceso, pero su renuncia abocaría a que el timón lo cogiera alguna de las otras tres provincias, con las que está enfrentado.

Sea como fuere, el lunes tendrá que comunicar ya su decisión. Las próximas semanas serán determinantes para ver si José Manuel Pérez Canal, presidente de la Confederación de Empresarios de Ourense, y apoyado por Lugo y una parte de Pontevedra, vuelve a presentarse a la presidencia de la CEG tras el fracaso de Dieter Moure.

La CEG paraliza el programa de despidos tras evitar el concurso y estudia ahora otras vías para reducir el gasto

La patronal gallega tenía previsto formalizar a lo largo del pasado mes de septiembre los cinco primeros despidos para cumplir con su plan de viabilidad. Y también estaban programadas otras tres salidas antes de acabar el año. Sin embargo, el plan de reducción de plantilla está ahora parado.

La CEG está estudiando otras vías para reducir y recortar el gasto corriente. No descarta bajadas salariales y establecer reducciones de jornada para que el número de trabajadores que salga del cuadro de la patronal sea el mínimo indispensable. Esta decisión se ha tomado después de que se estudiaran al detalle las circunstancias de las cinco personas que iban a salir de la organización.

«Creemos que hay otra forma de hacer las cosas, y esto no nos parecía el modo más correcto de proceder», revelan fuentes consultadas.

La CEG firmó el pasado 23 de agosto con Abanca una póliza de crédito de 600.000 euros, recursos que le permitieron salvar el concurso de acreedores y ponerse al día con los pagos que estaban pendientes. Este dinero, que será descontado cuando la CEG ingrese el dinero que le corresponde en virtud de la Ley de Participación Institucional, ha supuesto un importante respiro para ganar tiempo y evitar la insolvencia, pero de ninguna forma garantiza la viabilidad económica de la patronal gallega a medio y largo plazo.

Patrimonio inmobiliario

La sostenibilidad futura está ligada al principal activo con que cuenta ahora la organización: el edificio de su sede central, situado en pleno casco histórico de Santiago de Compostela. De ahí que la patronal busque ampliar la hipoteca de la sede y formalizar un nuevo préstamo por un valor que oscilaría entre 1 y 1,2 millones de euros.

El gobierno provisional de la CEG, en manos de la junta de vicepresidentes, y el futuro máximo responsable de la organización tendrán ante sí el reto de garantizar la viabilidad de la patronal.

El propio Dieter Moure advierte en su despedida que deja la situación financiera de la CEG «medianamente encauzada», pero avanza que vienen «tiempos difíciles» para quienes asuman el mando.