Alemania busca 45.000 profesores de infantil, primaria y secundaria

Patricia Baelo BERLÍN / E. LA VOZ

ECONOMÍA

HANNIBAL HANSCHKE | Reuters

La locomotora europea cerró el segundo trimestre con casi un millón de vacantes

14 ago 2016 . Actualizado a las 09:54 h.

Unos tanto y otros tan poco. Mientras los países del sur de Europa tratan de combatir sin éxito la epidemia del desempleo, incluida España, que lucha por cerrar el año con un paro inferior al 20 %, la locomotora de la Unión, Alemania, busca desesperadamente la receta para cubrir casi un millón de puestos de trabajo que tiene libres.

Según los últimos datos presentados por el Instituto para la Investigación del Mercado Laboral y el Empleo, hasta 985.000 vacantes se quedaron sin ocupar en el segundo trimestre del 2016, lo que supone un repunte del 10 % con respecto al mismo período del año anterior. Pese a que el déficit de mano de obra no es ninguna novedad en Alemania, que presenta una de las poblaciones más envejecidas de la Unión Europea, la cifra preocupa mucho a los expertos por ser la más alta registrada hasta la fecha. Especialmente en el oeste del país, donde alcanzó las 767.000 vacantes.

Sin duda, el sector que más personal necesita es el de la enseñanza, tanto infantil como primaria y secundaria, que acabó el mes de julio con 45.000 puestos sin cubrir, frente a los 32.000 del 2015. Ello significa un aumento interanual del 40 %, que está directamente relacionado con el hecho de que el país acogiera a 1,1 millones de refugiados el año pasado.

Por paradójico que parezca, el enorme flujo de inmigrantes no provocó un alza del desempleo, sino todo lo contrario. Y es que el Gobierno alemán estableció como requisito para el asilo que los demandantes reciban clases de la lengua nacional. Asimismo, casi la mitad de los que llegaron al país son menores de edad, que se han incorporado al sistema educativo. Todo ello hace acuciante la falta de profesores en todos los ámbitos.

Por otro lado, la primera economía europea necesita desde hace años médicos, ingenieros (sobre todo especializados en automoción, construcción y mecatrónica), e informáticos.

¿Por qué esta demanda, si al mismo tiempo Alemania tiene actualmente 2,6 millones de parados? Los expertos apuntan a la falta de cualificación como el principal motivo de que se produzca esa paradoja. A ello se añade la dificultad para homologar y convalidar títulos académicos en un país donde la burocracia es una institución en sí misma, así como para aprender alemán, el idioma de trabajo, salvando el sector de la hostelería en las grandes metrópolis y algunos puestos técnicos concretos, donde basta con un buen nivel de inglés.

El país precisa cocineros, camareros, carniceros y fontaneros

La locomotora europea también busca a trabajadores no cualificados para su sector servicios, tales como cocineros, camareros, panaderos, carniceros, cerrajeros, fontaneros, etcétera. En este sentido la mayor traba la ponen los propios jóvenes alemanes, que se decantan cada vez más por cursar estudios universitarios, en detrimento de la formación profesional dual, un sistema que despertó el interés del Gobierno español, ya que garantiza un contrato laboral como aprendiz desde el primer día en que uno concluye el período de formación.

Las nuevas generaciones germanas no ven futuro en profesiones artesanas y manuales, que les reportan menor prestigio social que una carrera, además de caracterizarse por jornadas laborales largas y mal remuneradas.

Peligra la hucha de las pensiones

El país confía en poder solucionar los desequilibrios de su mercado laboral en los próximos diez años o, de lo contrario, las arcas públicas agotarán la hucha de las pensiones, algo que ya está ocurriendo en España.

Por eso, desde que estallara la crisis de la deuda, la canciller Angela Merkel no ha dejado de intentar reclutar mano de obra extranjera bajo el lema Vente a Alemania, Pepe, un guiño claro al desempleado español. Un mantra que la dama de hierro acaba de sustituir por el ya célebre Lo lograremos, con el que defiende la acogida de refugiados, consciente de que es su último recurso para invertir la tendencia demográfica.