Ricardo González: «No podemos reducir el cultivo de eucalipto por debajo de las necesidades de la industria»

Gabriel lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

SANDRA ALONSO

El gerente del Clúster da Madeira ve oportunidades en las especies que la Xunta quiere potenciar, pero sin renunciar a las maderas más rentables

12 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para el Clúster da Madeira, esta que termina ha sido una suerte de «semana fantástica», como la define su gerente, Ricardo González (Santiago, 1977). Empezó con la noticia de que su proyecto para el concurso de ideas para el desarrollo de la Industria 4.0 en Galicia era uno de los cuatro elegidos por la Xunta. Siguió con la asamblea de la entidad y una convención internacional en la que participaron 56 empresas de cuatro continentes. Y, para acabar, la noticia de la revisión del plan forestal de la comunidad, clave para su desarrollo económico.

-¿Qué esperan del documento?

-Lo más importante es que se defina un plan de negocio como si fuese una empresa, porque el monte tiene que ser rentable para el propietario. Hay que establecer un plan de ejecución, unas prioridades, un calendario y consignar los recursos necesarios.

-¿Llega tarde esta revisión?

-El primer plan forestal se aprobó en el 92 y queda muchísimo por hacer. Se estima que la cifra de inversión pendiente en este plan ronda los 700 millones de euros. Pero ahora no tenemos que mirar al pasado, sino al futuro. Nunca es tarde si logramos hacer un plan de ejecución adecuado a la coyuntura actual y a las necesidades de futuro de la industria. Porque, al final, es el propietario forestal quien decide si invierte o no en el monte y qué planta. Tenemos que ayudarles a visualizar oportunidades con esas especies que se dice que se van a plantar, como el carballo, el castiñeiro o la cerdeira.

-¿Son las que demanda la industria?

-Son especies que tienen cabida en el mercado, pero a nadie se le escapa que el sector en Galicia pivota sobre el pino y el eucalipto. Eso no quiere decir que no haya otras que puedan tener uso comercial. Pero la industria transformadora está basada en lo que crece en Galicia.

-El plan aboga por congelar o incluso reducir la superficie de plantación de eucalipto, que supone más de la mitad de las cortas de madera. ¿Es realista?

-No podemos masificar el cultivo de eucalipto, pero tampoco reducirlo por debajo de las necesidades de la industria. Aquí tenemos una papelera, que sabemos el volumen de negocio y empleo que genera, pero hay otras aplicaciones en empresas que exportan el 80 o el 90 % de su producción. El eucalipto es una madera que tiene muy buena acogida en el mercado, y no podemos ser ajenos a ello.

-¿Cuánta gente vive del monte en Galicia?

-Solo en cortas hablamos de 70.000 familias, pero todo gallego es propietario forestal, de forma directa o indirecta. Y es un recurso infrautilizado: hay 600.000 hectáreas improductivas, y la causa principal es la rentabilidad. Tenemos que seducir al propietario para que vea en el monte un recurso.

-Siempre que se habla de política forestal surgen comparaciones con otros países como Finlandia. ¿Qué lecciones hay que tomar?

-Evidentemente se mira lo que se hace en otros países, pero Galicia tiene sus particularidades. Una climatología excepcional para el crecimiento de la madera y unos problemas de propiedad que lastran la rentabilidad del monte. Aunque se han analizado buenas prácticas que existen en otros países, al final lo que tienes que hacer es mirar para dentro y ver qué tienes, cuál es tu marco, tu contexto, y tratar de hacer lo mejor con lo que tienes.

-¿Cuáles son las demandas de las empresas transformadoras y cómo va a cambiar el sector con la irrupción de la industria 4.0?

-Lo que demanda la industria es que el monte sea rentable, lo que se plante es secundario. Y para ello necesitamos una superficie mínima que permita economías de escala. Hay también un problema de propiedad que hay que resolver: se han puesto en marcha mecanismos como las sociedades de fomento forestal para tratar de agrupar montes y en esa línea hay que trabajar, para que la parcela explotable sea cada vez más grande. La industria 4.0 permitirá desarrollar fábricas más automatizadas e intercomunicadas, usando el Internet de las cosas o la robótica.

-¿En qué se traduce el proyecto y qué impacto económico prevén?

-En una mejora de los sistemas de aserrado o en inversiones en maquinaría, por poner algún ejemplo. Mejoras que no son ciencia ficción, necesarias para ser competitivos El consorcio ganador está formado por 13 empresas, que en conjunto facturan 43 millones al año y generan 319 empleos. Hemos estimado que, con una inversión de 2,7 millones, se puede conseguir un incremento de la facturación cercano a los once millones de euros.

 

«Un recurso sin mercado no es nada»

Tras el crac del sector de la construcción, la industria de la madera ha tenido que adaptarse a la nueva realidad del mercado.

-Han tenido que reinventarse...

-Cuando cayó el canal construcción, las empresas tuvieron que diversificarse y adaptar sus productos a las necesidades del mercado. Había que buscar nuevos clientes. El proceso ha durado años, pero las empresas se han posicionado muy bien. Un segmento de negocio muy interesante es el canal contract: tenemos ejemplos muy importante de empresas de carpintería y ebanistería que son proveedores de grandes cadenas de tiendas por todo el mundo, estableciendo una red cualificada de proveedores, como Cándido Hermida o Ramón García, entre otros muchos.

-Hablamos del «escaparate Inditex». ¿Qué ha supuesto?

-Trabajar para estas grandes empresas ha obligado a adaptar procesos, a especializarse, mejorando la organización interna y diversificando la clientela.

-Todavía quedan retos, porque el 80 % de la facturación del sector es primera transformación, pero se pierde el valor añadido.

-El reto del clúster es integrar la cadena y que todo el valor se quede en Galicia. De nada sirve decir que tenemos una gran potencia forestal si después esta no se traduce en productos que compitan en los mercados internacionales, en un parque en Catar o en una fachada en Austria. El recurso sin el mercado no es nada. Y al revés.