La mitad de las granjas sobreviven gracias a las pensiones y a las ayudas europeas

Xoán Ramón Alvite Alvite
Xoán Ramón Alvite REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CARLOS CASTRO

Hace más de un año, desde marzo del 2015, que el precio de la leche en origen no supera la barrera de los 30 céntimos

01 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace algo más de un año -la última vez que se superó esa cifra fue en marzo del año pasado-, el precio medio de la leche gallega en origen no supera los 30 céntimos por litro. En este período, los costes de producción apenas han experimentado cambios significativos situándose, según el estudio económico que se elija, en una horquilla que oscila entre los 28 y los 36 céntimos.

A tenor de esas cifras, la pregunta de cualquier persona que no conozca, de primera mano, la realidad del sector resulta evidente. ¿Cómo pueden las granjas seguir en activo si llevan tanto tiempo vendiendo a pérdidas? Las explicaciones a esta cuestión son varias.

Disparidad

Estadísticas que engloban situaciones diferentes. Tanto en lo relativo a precios como a costes, se habla de cifras medias. Esto significa, lógicamente, que existen explotaciones -se calcula que en torno al 25 %- que, aunque poco, siguen ganando dinero con su actividad. Aquellas con una producción anual superior a 700 toneladas cobran el litro a poco más de 30 de céntimos, con lo que, de mantener unos costes razonables, lograrían escapar de los números rojos. Más difícil lo tienen, sin embargo, las que están justo en el otro extremo, aquellas que entregan menos de 200 toneladas anuales -la mitad de las existentes actualmente en Galicia- y a las que se le liquida el litro a un precio que oscila entre los 25 y 27 céntimos.

El salvavidas

Pensiones de jubilación y ayudas públicas. Son la tabla de salvación de un buen número de granjas. Las pensiones por jubilación o incapacidad que entran en muchas viviendas están paliando en cierta medida la merma de ingresos que sufren muchos ganaderos. Este extremo lo confirman desde distintas organizaciones de productores que creen que en una de cada tres granjas entran, en mayor o menos medida, ingresos no procedentes de la actividad.

Mención aparte merecen las ayudas públicas, y entre ellas las derivadas de la política agraria común (PAC). El propio Ministerio de Agricultura, a través del boletín Rengrati, reconoce que, sin el dinero de Bruselas, las granjas gallegas ni siquiera alcanzarían un beneficio efectivo, aquel que se obtiene, únicamente, restando a los ingresos totales los costes efectivos, es decir, los que son pagados por los dueños de las explotaciones con dinero contante y sonante.

Cálculos

Distintas formas de contabilizar. Precisamente, los términos contables que se usen para calcular los resultados de una explotación ganadera hacen que los resultados puedan varias sustancialmente. Por ejemplo, si se calcula el beneficio efectivo, el número de granjas en pérdidas será notablemente inferior que si se opta por el beneficio según cuenta de explotación. Si, por el contrario, se toma como referencia la rúbrica del beneficio neto, sucederá que los establos que registran ganancias son inexistentes.

La diferencia entre estos conceptos radica en el hecho de que a la hora de hacer las cuentas de la granja, se incluyan o no, variables como las amortizaciones de instalaciones y maquinaria, los cambios en el inventario de animales o, simplemente, el coste de la mano de obra familiar, el valor de la tierra u otros activos aportados al negocio por el propio ganadero.

Sin sueldo

Tirando de ahorros y créditos. La crisis por la que atraviesta el sector lácteo, una de las más graves de su historia ha obligado a la mayoría de los ganaderos gallegos a tirar del dinero ahorrado para seguir sobreviviendo. Otros han optado por solicitar créditos o renegociar a más largo plazo los que ya tenían suscritos.

En ambos casos, la práctica totalidad de los productores no tienen la posibilidad de disponer de un salario fijo mensual. Solo esta decisión permite que las cuentan de algunas granjas sigan cuadrando.