La industria del automóvil elige el norte de Portugal para invertir 250 millones en solo cuatro años

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Proyectos de inversión de la industria del automóvil
La voz

Galicia lleva seis ejercicios sin captar ningún nuevo proveedor

27 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Portugal ¿es una oportunidad o una amenaza para la industria gallega del automóvil? El sector integrado por un centenar de proveedores de componentes que giran en torno a las fábricas del grupo PSA en la península (Vigo, Madrid y la lusa de Mangualde) mira al país vecino como un aliado para ganar competitividad. De hecho, el norte luso concentra ya una treintena de filiales con matriz en Ceaga (Clúster de Empresas de Automoción de Galicia).

Pero claro, mientras la comunidad gallega lleva más de seis años sin captar el asentamiento de ningún nuevo proveedor, al otro lado del Miño la localización de multinacionales de componentes en el mismo período se cuenta por decenas.

Y lo mejor, para los vecinos portugueses, aún está por llegar. Concretamente, 250 millones de euros, hasta el año 2020, en 11 proyectos de inversión promovidos por multinacionales de componentes de automoción, según datos del Ministerio de Economía luso, recogidos por la publicación Expresso.

Más de la mitad de las nuevas localizaciones se situarán geográficamente en el tercio norte del país. Destacan los 50 millones de euros en Vila Nova de Famalicão comprometidos por la multinacional de neumáticos Continental; los 36,7 millones anunciados por la asiática Sakthi para una nueva planta en Maia; los 24,9 millones del proveedor francés Eurocast en Arcos de Valdevez o los cerca de 50 millones que suman dos proyectos promovidos por Bosch en Braga para electrónica del automóvil.

Galicia, marcha atrás

Si se compara el desarrollo de la industria auxiliar de la automoción a uno y otro lado de la frontera, la conclusión es preocupante. La evolución del ritmo de captación de proveedores (para PSA, fundamentalmente) por parte de Portugal es directamente proporcional a la debilitación de la inversión extranjera del sector en Galicia. Un ejemplo: en el 2005, el número de auxiliares del grupo que preside el portugués Carlos Tavares asentadas en el norte luso se reducía a 10. Hoy ya hay casi medio centenar a pleno rendimiento (la mitad, de matriz gallega). Pero tal vez lo más significativo es que desde el 2010 (año de instalación de las multinacional estadounidense Snop) la automoción gallega ha dejado de atraer inversión extranjera directa.

Entre los pioneros en situarse a la otra orilla del Miño y enviar las piezas por carretera a la fábrica gallega de Balaídos, está Antolín, con tres plantas y un nuevo proyecto en marcha; Hutchinson, Faurecia, Simoldes, Yazaki o Dayco-Ensa, por citar unos ejemplos. «Las empresas tienen claro que la distancia entre sus fábricas y el cliente (PSA) supone un coste, pero el importe siempre es inferior a la inversión en suelo que requeriría instalarse cerca de la fábrica de coches en Galicia y, sobre todo, al desembolso en salarios», explican fuentes del sector gallego.

Suelos y salarios

Un informe encargado por el clúster gallego Ceaga a finales del 2014 incluso justifica la fuga de inversión gallega hacia Portugal como una cuestión de supervivencia, como consecuencia de la presión en materia de precios que ejerce su principal cliente, PSA.

El sector de componentes de automoción genera una importante cifra de facturación y empleados directos en ambas regiones. En la comunidad gallega, la industria registra unas ventas anuales de cerca de 3.000 millones de euros, frente a los casi 2.000 millones que generan en ventas de piezas los fabricantes portugueses.

Llama especialmente la atención la comparativa del dato de empleo, mayor en el país vecino, en donde la plantilla total suma 13.300 trabajadores, que en Galicia, en donde la mano de obra de la industria de componentes está cifrada en cerca de 12.000 puestos.

El norte de país vecino ha captado 11 nuevos proyectos de multinacionales del automóvil