España queda al margen de la inversión eólica, que en el resto de Europa creció un 40 % el año pasado

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ECONOMÍA

Los países que más apostaron por esa energía del viento fueron Alemania, Polonia, Francia y Reino Unido

10 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué tienen en común Bulgaria, República Checa, Hungría, Luxemburgo, Malta, Eslovaquia, Eslovenia, Letonia y España? Aparte de pertenecer todos a la Unión Europea (UE), parece que poco más pueden compartir. Pues lo hay. En ninguno de ellos se instaló un solo megavatio eólico el año pasado. España pierde enteros en el negocio del viento con respecto a la mayor parte de sus socios comunitarios, tal y como se puede comprobar en la estadística divulgada ayer por la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA). El informe, correspondiente al 2015, revela que, mientras España instaló cero megavatios, la UE apostó fuertemente por la tecnología eólica al estrenar 12.800 megavatios nuevos. ¿Son muchos? ¿Son pocos? Son bastantes, pues representaron el 44 % de la capacidad de generación eléctrica total que se estrenó el año pasado.

Los países que más apostaron por esa energía del viento fueron Alemania, con 6.013 nuevos megavatios (el 47 % de los que se instalaron), seguida por Polonia, con 1.300; Francia, 1.000; y Reino Unido, 975. Los parques eólicos que funcionan en toda la UE suman una potencia de 142.000 megavatios, capaces de satisfacer el 11,4 % de la demanda.

Pese al parón en España, el país sigue siendo el segundo de la Unión Europea con más potencia eólica (con 23.025 megavatios, 3.328 en Galicia). La primera es Alemania, pero a mucha distancia de España, con 44.946.

La Asociación Empresarial Eólica (AEE), la patronal del sector español, denunció que el país ha quedado al margen de los 26.400 millones de euros invertidos el año pasado en el sector en Europa, y que fueron un 40 % más elevados que en el 2014.

Estabilidad regulatoria

Giles Dickson, consejero delegado de EWEA, destacó que el negocio del viento en la UE se está consolidando, aunque constató que se desarrolla de forma desigual en los distintos países. Aclaró que evoluciona favorablemente en países con estabilidad regulatoria, pero los inversores huyen de aquellos con una regulación poco clara. Es el caso de España, donde el Ministerio de Industria implantó en el 2013 la reforma energética, que trajo consigo un cambio en las condiciones económicas para los promotores eólicos. Las primas a la venta de energía renovable desaparecieron y, a cambio, el Gobierno estableció lo que denominó una «rentabilidad razonable» fijada en el 7 %, pero para los proyectos en funcionamiento posteriores al 2004. Los parques eólicos más antiguos, como la mayor parte de los gallegos, se quedaron al margen del nuevo régimen retributivos y cobran la energía a precio de mercado.

Según la AEE, desde el 2013 solo se han instalado en España 27 megavatios, 14 de ellos en Galicia (en el parque Cordal de Montouto, de Gas Natural Fenosa), y el resto en instalaciones singulares, no comerciales.

El cambio normativo (que se revisará cada seis años) y el fin de incentivos ha paralizado el desarrollo de nuevos proyectos.