«Para crear empleo hay que suavizar esta austeridad extrema»

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

MARCOS MÍGUEZ

Defiende que «acumular beneficios sin distribuirlos solo lleva al estancamiento económico»

29 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace solo una semana, la Organización Internacional del Trabajo publicaba sus perspectivas de empleo para este año, que en el caso de España prevén que el paro baje hasta el 19,5 % este año y dos décimas más el siguiente. El director de su oficina en España, Joaquín Nieto, defiende que, vista la EPA, la previsión sigue vigente.

-Apuntan a una desaceleración del empleo en España...

-En España se está dando una reducción del desempleo que va a continuar y que es moderada, pero no inferior a la del resto de Europa. El problema es que no resuelve los desafíos que tiene el país, porque no es lo mismo que se dé en países con una tasa de paro del 10 % que en uno que supera el 20 %. Esperamos que el desempleo baje al 19,5 % este año, pero sigue siendo un volumen insoportable para cualquier sociedad. El gran drama en España es que hay recuperación económica sin recuperación social. Porque la disminución del paro es demasiado débil y porque la caída de los salarios y de la protección social ha sido tran profunda que no es posible esperar que la recuperación económica por sí sola lo resuelva. O hay una acción dirigida a la recuperación social o seguirá habiendo esa divergencia que podría comprometer la propia evolución de la economía. Porque en un escenario internacional más complejo, será más importante que nunca reactivar la demanda interna. Y eso se consigue mejorando los sueldos.

-De hecho, han pedido una subida del salario mínimo del 10 % en tres años. Es más de lo que se ha incrementado desde el 2008...

-Lo que decimos es que es aconsejable una subida de los salarios en general y que hay margen en la economía para esa mejora, que se debe dar especialmente en el salario mínimo, que podría crecer no menos de un 10 % en dos o tres años sin que eso tuviera repercusiones negativas en la competitividad. Pero puede subir más, lo que acuerden los agentes sociales. Sería muy positiva la mejora de los ingresos, porque uno de los problemas más agudos que tiene España es el crecimiento de la pobreza, que ya se acerca al 30 %. En España antes bastaba con tener un empleo y un salario para salir de la pobreza, ahora no. Un 12,5 % de los trabajadores son pobres. Esto hay que resolverlo de manera urgente. Porque además, desde el 1 de enero, reducir la pobreza es una obligación de España, un compromiso ante la ONU.

-¿Cómo se ataja la precariedad cuando uno de cada cuatro contratos duran menos de una semana? ¿Cuáles deben ser las prioridades del nuevo Gobierno?

-Estamos en una etapa nueva y es momento de hacer una reflexión de hacia dónde debemos ir. Lo principal es crear empleo y eso se consigue con políticas económicas acopladas a la creación de empleo, en las que hay que suavizar toda esta austeridad extrema que ha sufrido la economía española estos años y reorientarla hacia una política más expansiva, que implique cierta inversión pública y una mejora de los ingresos y la protección social. Esa inversión pública debe ser selectiva, porque los recursos son limitados y no se trata de reproducir modelos anteriores sino reorientar la economía hacia un modelo productivo nuevo, en sintonía con nuestro tiempo, más tecnológico, más verde, que se ocupe del cuidado de las personas y que potencie nuevos oficios... Esto sería el reto para crear empleo. España tendrá que abandonar la austeridad e ir hacia una política de expansión selectiva.

-¿Otra reforma laboral?

-No son las reformas laborales las que crean empleo, el impacto que tienen es residual, solo influyen en la calidad del empleo. Y hay que mejorar la calidad, darle más estabilidad y reducir la temporalidad. Ahora hay un sobredimensionamiento del empleo a tiempo parcial, que está incidiendo en la pobreza de los trabajadores. E incluso está apareciendo un nuevo tipo de actividad no declarada, de economía sumergida asociada con el empleo a tiempo parcial: se hacen jornadas de más horas de las pactadas y esas horas no se declaran y, en algún caso, no se remuneran. Eso es negativo para los trabajadores, pero también para el erario. Todo esto requerirá mejoras en la normativa laboral y en las políticas activas de empleo, particularmente las relacionadas con el empleo juvenil.

-¿No funciona la garantía juvenil?

-Hay un retraso en su aplicación, que se explica por que los beneficiarios no lo son hasta que no se inscriben. Hay un potencial de, pongamos, millón y medio de jóvenes menores de 30 años que no han trabajado ni estudiado en los últimos cuatro meses. Pero uno pasa de ser beneficiario potencial a serlo con derechos cuando se da de alta, y ese ha sido un proceso complejo que ahora mismo se está acelerando, por lo que es de esperar que el número de inscritos se multiplique por diez o por veinte. Ahí vendrá el momento de la verdad para ver si el sistema público de empleo, las agencias privadas asociadas y los sistemas educativos van a ser capaces de responder. El nuevo Gobierno tiene un montón de tareas apasionantes para resolver una situación de emergencia social.

-¿Qué papel deben jugar los agentes sociales?

-Sin diálogo social no es posible la recuperación. Es imprescindible reactivarlo, porque si hablamos de mejoras salariales o de inversión pública para el nuevo modelo productivo, se requiere un consenso económico y social muy fuerte, que es posible.

-¿Es el momento de pedir un esfuerzo a las empresas, como en su momento se pidió a los trabajadores en forma de moderación salarial?

-Es que la acumulación de beneficios sin distribución no lleva más que a la desigualdad y al estancamiento económico. En realidad, la riqueza se crea distribuyendo bien. Es ingenuo pensar que esa relación va por tiempos.

-La situación más dramática es la de los parados de larga duración, ¿cómo atajarla?

-Con políticas activas de empleo. El desempleo juvenil es el mayor desafío como sociedad, pero, pensando en las personas, el mayor drama está en los parados mayores que aún no están en edad de jubilación. Es en esa situación en la que hay que poner el acento, porque también es la más fácil de resolver con las políticas de empleo adecuadas. No es cierto que tengan tantos problemas para reciclarse, su versatilidad es mucho mayor de lo que se piensa, pero hay que favorecerla. Como asunto social, el desempleo juvenil es, junto al cambio climático, el primer desafío mundial. Pero, como drama humano, son los refugiados y los desempleados mayores.