El plan antiolores y la nueva imagen de la fábrica, los retos a corto plazo

Miriam García
m. g. PONTEVEDRA / LA VOZ

ECONOMÍA

Los programas ya están en marcha, pendientes de su culminación

26 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Mayor eficacia, mejora en la competitividad, ampliación de la producción, integración paisajística e innovación tecnológica. Estos son los pilares sobre los que Ence quiere basar sus planes de acción inmediata en Pontevedra. Son los aspectos principales de una inversión de más de sesenta millones de euros vinculada a la renovación de la concesión. La modernización y competitividad requerirán la parte del león, 30,2 millones de euros.

Por su parte, dos de los demás programas están ya en marcha y lo que falta es su culminación. Se trata del actuaciones destinadas a la eliminación de olores, de ruidos, y la minimización de los penachos de vapor de agua. El coste de este capítulo inversor pendiente asciende a los doce millones de euros. El mal olor desprendido en el proceso de cocción de la madera es materia sensible en Pontevedra. Ence sostiene que ha reducido los episodios olorosos a solo un minuto al día el pasado agosto y se ha marcado como objetivo que sea cero, meta que fijó el director de la fábrica, Antonio Casal, al anunciar en septiembre la fase final. Será necesaria la instalación de equipos en un plazo de dos años.

Como ejemplo mundial en el que se quieren convertir, los responsables de la pastera también llevan un tiempo abordando la problemática de los penachos de vapor de agua. Se han producido mejoras destacadas, por ejemplo, ahora la intensidad visual de estas emisiones se ha limitado mucho, sobre todo a los días de mal tiempo. Antes del inicio de este programa, los penachos cubrían la fábrica indistintamente de la meteorología.

Una de las cuestiones sensibles socialmente hablando es el feísmo que produce la factoría actual. Por esta razón, hace tres años, Ence promovió un concurso de ideas, al que se presentaron 102 proyectos arquitectónicos. La iniciativa ganadora se denomina Materia propia, propuesta de los arquitectos valencianos Marta Orts y Carlos Trullenque.

El diseño ganador se eligió porque utiliza la madera, la materia prima que se transforma en el recinto fabril, para revestir el entono y también los edificios, «logrando una inteligente simbiosis entre contenedor y contenido», según manifestó el jurado calificador en su día. En esta nueva «piel» se emplearán cuatro millones de euros.