La burbuja del negocio funerario

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Proyección de población - Saldo vegetativo
La Voz

Galicia, con 350 tanatorios y 600 empresas especializadas, concentra casi un tercio de las instalaciones y negocios de decesos en España

31 oct 2015 . Actualizado a las 10:55 h.

La crisis ha pasado desapercibida en el negocio de las pompas fúnebres. Ajena al ciclo económico, la salud del sector viene marcada por la situación y perspectivas de las variables demográficas. Y Galicia, un territorio envejecido y disperso, ha propiciado que las empresas, atraídas por las expectativas de negocio, brotaran como los hongos en otoño. Tanto es así que la comunidad cuenta con unos 350 tanatorios, más de uno por ayuntamiento, lo que equivale al 30 % de todos los existentes en España. Un porcentaje que contrasta con el peso demográfico que tiene esta autonomía en el conjunto del Estado, el 6 %. La misma desproporción se aprecia con el número de empresas que prestan servicios funerarios: en Galicia hay 600 de las 1.600 que operan en todo el territorio español, es decir, el 37 %, negocios que dan empleo a 2.500 trabajadores.

Las estimaciones apuntan a que la comunidad gallega perderá el 4,7 % de su población hasta el año 2022. El doble que España. Y será la autonomía en la que se producirán más defunciones que nacimientos hasta el 2021, según el INE. Eso supone unas buenas perspectivas para este mercado, pero que por sí solas no explican la incontrolada proliferación de tanatorios que dibujan un mapa de servicios minifundista. Según los cálculos del sector, una inversión de este tipo no baja de 300.000 euros la más modesta, pero el gasto medio habitual son 600.000. «Cualquier estudio de mercado coincide en afirmar que una empresa funeraria con tanatorio solo es rentable en poblaciones de más de 10.000 habitantes», explica José Becerra, de la Federación Galega de Servizos Funerarios. Sin embargo, Galicia rompe esa regla porque la inversión depende también de los aspectos socioculturales.

Es en las aldeas, y con personas de mayor edad, donde se celebran ritos con mayor pompa, siempre más caros, mientras que en las ciudades se decantan por ceremonias más simples. En este escenario surge la pregunta obligada: ¿Qué va a ocurrir a medio plazo? Y las perspectivas no son nada halagüeñas porque son muchos los que coinciden en que pinchará la burbuja. «En un par de décadas veremos cómo a medida que desaparezcan núcleos rurales tendrán que cerrar muchos de los tanatorios que han abierto», vaticina José Becerra. Galicia vive una curiosa paradoja.

Ayudas europeas

Ayuntamientos despoblados, del interior, sin apenas niños, han recurrido a la construcción de tanatorios como inversión para dinamizar la economía rural. Algunas infraestructuras han sido incluso financiadas con Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder). Solo a lo largo de los últimos diez años, se han abierto más de 150 tanatorios. «Estamos a falar de inversións que teñen unhas rendibilidades agora estratosféricas, pero a medio e longo prazo as expectativas son malas porque son negocios que van ir quedando sen clientes», recuerda Manuel Blanco Desar, experto en demografía. «A min lémbrame o tren dos hermanos Marx no Oeste, que vai tirando mentres hai madeira», ironiza.

Un informe elaborado por los servicios de competencia gallegos calculaba ya en el 2010 que el mercado de los servicios funerarios crecería un 11 % entre el 2011 y el 2017, como consecuencia de la cifra de fallecimientos previstos. Falta por ver ahora qué ocurrirá a partir de esa fecha.

La familia afronta un gasto por fallecido que se sitúa de media en los 3.500 euros

Los costes que acarrea el fallecimiento de un familiar varían en función de muchos factores: la ciudad, si se elige incineración o entierro, el tipo de ataúd, la esquela, si hay que trasladar el cadáver muy lejos... El gasto medio se sitúa en unos 3.500 euros, pero los expertos en materia de competencia y las asociaciones de consumidores vienen alertando desde hace tiempo sobre un problema: el déficit de información a la hora de contratar los servicios funerarios. Las circunstancias anímicas del momento tampoco ayudan. Y a todo lo anterior hay que tener en cuenta otro factor: el papel de los seguros de deceso que corren con los gastos es cada vez mayor, y el cliente debe saber que tiene derecho a elegir empresa funeraria aunque la aseguradora tenga concertada otra.

Costes principales

En el supuesto de que no haya póliza, dependiendo de la ciudad y los servicios que se solicite, el precio medio de un tanatorio no baja de los 620 euros, mientras que el coche fúnebre para el traslado del difunto tiene un coste medio adicional que se sitúa en los 550 euros. Pero aproximadamente el 35 % del gasto del sepelio se corresponde con el precio del ataúd. Los más baratos están entre 600 y 700 euros, pero muchos se sitúan por encima de los mil. Las flores y las esquelas también conllevan un desembolso. Y varían mucho.

El gasto medio por la incineración se sitúa en los 600 euros, mientras que el alquiler inmediato de un nicho cuesta una media de entre 900 y 1.800 euros por diez años.

Los impuestos

El fallecimiento de una persona conlleva también la liquidación del impuesto de sucesiones, un tributo ahora cedido a las comunidades autónomas. Galicia acaba de anunciar una reforma fiscal que entrará en vigor a partir del 1 de enero del 2016 según la cual quedan exentas del pago del impuesto las herencias inferiores a los 400.000 euros.

Esto supondrá que se excluye de la liquidación del impuesto al 99 % de los hogares gallegos y que la comunidad gallega será, junto a Canarias, la que cuente con una fiscalidad más barata. Asturias, Murcia y Andalucía se sitúan entre las autonomías más caras. Conviene recordar que este tipo de impuestos se abonan allí donde esté el domicilio fiscal del fallecido, no donde estén sus herederos.

Firmas gallegas acaparan casi el 90 % de la exportación española de ataúdes

Más allá de la posible reconversión que vaticinan los expertos sobre los negocios del sector funerario, esta actividad ha consolidado empresas punteras en su especializado sector. Sobre todo en Ourense. Durante el pasado 2014, firmas gallegas (entre las que hay 80 de esa provincia) acapararon el 87 % de las exportaciones españolas de ataúdes de madera.

Algunas incluso se han especializado en la fabricación de féretros de lujo, vendiendo a países como África, Panamá y Chile y compitiendo con China. Otra tendencia del sector viene derivada de la falta de espacio en los cementerios, particularmente en las zonas más pobladas, a lo que se le une la mayor preferencia por la incineración. Por eso están en auge los columbarios, que son nichos para colocar las urnas con las cenizas.

Menos incineración

Sin embargo, los datos facilitados por las empresas gallegas del sector funerario revelan que solo uno de cada diez gallegos opta por la cremación, una proporción que en resto de España es de tres de cada diez. España ha asistido a lo largo de las últimas décadas a un vertiginoso crecimiento de los hornos crematorios y cuenta ya con más de 150. De estos, 15 se encuentran en la comunidad gallega: siete en la provincia de A Coruña, cuatro en Lugo, uno en Ourense y tres en Vigo.

La oferta de tanatorios que cuentan con horno, un servicio que se oferta fundamentalmente en ciudades, explica también la mayor preferencia de las familias por esta alternativa, ya que pueden hacer la ceremonia y la incineración en las mismas instalaciones.