Nadie gobierna en el ejército ganadero

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

XOÁN A. SOLER

El rechazo de muchos productores a los sindicatos complica la negociación de un acuerdo

12 sep 2015 . Actualizado a las 08:16 h.

En la guerra que los ganaderos han declarado para reivindicar precios justos para la leche son muchas las balas que les apuntan. La más peligrosa la tienen en la recámara de su propio fusil, porque si algo está poniendo en peligro el éxito de las protestas es la falta de liderazgos claros que gobiernen, controlen y dirijan al ejército labriego y a sus tractores.

Esa falta de dirección se ha hecho patente desde la primera hora de la tractorada y se debe al rechazo que muchos muestran por todo lo que tenga que ver con políticos o sindicatos. Una fobia que ha hecho que muchas veces sigan al primero que se sube a un tractor y agarra el micrófono, al que grita más o al que se muestra más inflexible con mensajes incendiarios que no ayudan a buscar una solución con las otras partes en conflicto. Otras fuentes creen que detrás hay una utilización política para desgastar a la Xunta con este problemático asunto.

Todos los días, los ganaderos se han saltado el programa y han celebrado una asamblea para tomar un acuerdo que era rectificado horas después por otra asamblea. «Parecemos o exército de Pancho Villa», se lamentaba ayer un portavoz del sector en la sintomática reunión celebrada en la compostelana avenida de Lugo, una de las arterias de la capital que han cortado al tráfico.

La cita fue convocada para decidir algo que se suponía ya decidido: bloquear la industria y sacar los tractores de las calles de Santiago para dar respiro a una ciudad que les ha apoyado pese a molestias y al caos de tráfico.

Esa nueva cita se abrió con un ganadero subido a un tractor dispuesto a modo de púlpito. Agarró el micrófono e informó de la propuesta por la que, dijo, optaba la Plataforma en Defensa do Sector Lácteo: emprender una huelga de entregas pero sin bloquear las industrias con los tractores. Tras una encendida proclama, pidió el voto y logró una mayoría de brazos alzados. Fue entonces cuando otros reprocharon que no se presentaran a debate las otras opciones. Unos seguían apostando por llevarse los tractores y emprender el cerco a las factorías lácteas, y una minoría, por seguir presionando a la distribución.

Las votaciones fracasaron porque era imposible un recuento con garantías y porque los portavoces que más se han significado en las protestas no eran capaces de lograr el apoyo de la mayoría. Sabían que todo lo que no fuese sacar los tractores de las calles y llevarlos a las fábricas terminará en fracaso y por eso se esforzaron en convencer. Para evitar la ruptura, acabaron por fusionar las tres propuestas en una sola y hacer todas las acciones. Una decisión que permitía no tener que decidir nada. Nunca ha estado tan cerca en estos días este ejército ganadero de pagar con la desunión su falta de liderazgo. A falta de unas pocas cabezas pensantes, son muchas las caras que están surgiendo en el movimiento labriego. Tantas como concellos, porque cada ayuntamiento, o como mucho comarca, ha designado a un representante. El encaje es casi tan difícil como el éxito en la batalla por los precios.