El efecto dominó en los mercados

Juan Luis GªAlejo DIRECTOR DE ANÁLISIS EN ANDABANK

ECONOMÍA

30 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de transformación de China resulta compleja. Desde el Libro Rojo de 1966 hasta la salida a bolsa del gigante del comercio electrónico Alibaba, China ha incrementado su relevancia, influencia y liderazgo a nivel mundial. Tanto es así, que hoy en día es  una de las principales economías del mundo globalizado. Por lo tanto, las circunstancias que afectan a este país, como es el proceso de transformación que vive, tienen repercusión en el resto del mundo.

Los recientes acontecimientos en los mercados son la consecuencia de la incertidumbre de los inversores hacia la gestión actual del ciclo económico chino. Es probable que la secuencia de eventos en China haya pasado desapercibida, en gran medida por la crisis griega. Sin embargo, los últimos acontecimientos han tenido un peso relevante: en primer lugar, se anunció que se iba a estabilizar el comportamiento de las bolsas a través de dinero público (las acciones A en el índice de Shanghái). Después se aceleró e intensificó el flujo de salida de capitales. Más tarde se produjo un giro en la política del Banco Popular Chino (PBOC, por sus siglas en inglés) en relación al yuan: el PBOC decidió modificar el comportamiento de su divisa, permitiendo un mayor influjo del mercado, pero al mismo tiempo, devaluando la moneda. Esto ponía fin a un período de 10 años de fortalecimiento del yuan frente al dólar americano. Por último, se ha llevado a cabo una rebaja de los tipos de referencia del PBOC -del -0,50 % esta misma semana-  para reducir el impacto de los flujos de salida en el mercado y permitir que el sistema mantenga un nivel de liquidez competente. 

Aunque se trate de eventos de naturaleza  financiera, lo cierto es que el PIB crece a duras penas, en torno al 7 %... ¡un drama para China! El apalancamiento de la economía resulta inquietante. La gestión del cambio del modelo económico  de «inversión-exportación» hacia uno de más peso en el consumo interno, como podemos ver, está siendo complicada. 

Y es que ser la segunda economía del mundo tiene su precio. Algunos de los efectos fuera de sus fronteras afectan, por ejemplo, a la cotización de algunas materias primas (pero ojo, ¡no es el caso del petróleo! Cuyo problema es más de oferta) y a quienes son proveedores, como lo es Brasil. También tienen consecuencias en aquellas divisas que están justo por debajo en la cadena de producción. También en sus competidores que, en este caso, son el resto de mercados asiáticos. La caída en la actividad y la pérdida de valor del yuan añade presiones deflacionistas al período actual, en el que los pecios están muy bajos. Esto, por ejemplo, retrasa la previsión de EE.UU. de subir tipos. 

La buena noticia es que China sigue contando con margen de maniobra en sus políticas económicas. Aún podría bajar los tipos de interés facilitando la actividad financiera y proveyendo de liquidez al mercado, así como aplicar paquetes fiscales de corte «quirúrgico».

En resumen, claramente se entiende que lo que ocurra en China no nos resulta ajeno. Es más, puede tener efectos visibles, más allá de los financieros directos, en nuestras vidas.