Grecia se asoma al abismo del impago al rechazar la última oferta de la troika

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

ECONOMÍA

Alexis Tsipras, a la salida de la reunión
Alexis Tsipras, a la salida de la reunión YVES HERMAN | REUTERS

Exige una quita de la deuda a cambio de subir el IVA y recortar las pensiones

26 jun 2015 . Actualizado a las 01:33 h.

El tira y afloja entre el Gobierno griego, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional selló ayer el último capítulo de las exasperantes negociaciones que mantienen desde hace cinco meses. El Eurogrupo certificó su enésimo fracaso al intentar cerrar un acuerdo con Grecia que permita al país heleno desembolsar los 7.200 millones de euros pendientes del rescate.

«No hemos hecho progresos. Grecia se mueve hacia atrás en lugar de ir hacia adelante», se quejó el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. «Todavía no hay progresos suficientes», apostilló el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Bruselas volvió a ser escenario de batalla. En la arena, los mismos protagonistas. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, fue el primero en salir a escena. Tras una agotadora noche de negociaciones con los máximos dirigentes de la troika, el líder de Syriza volvió a sentarse con las instituciones para perfilar el acuerdo. Las posiciones se acercaron, pero no lo suficiente.

Encerrado en un despacho de la Comisión Europea, Tsipras pasó revista a la última propuesta que la troika puso encima de la mesa. La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, accedió a flexibilizar la reforma del sistema de pensiones manteniendo el suplemento a las pensiones más bajas hasta el año 2019 (el miércoles el límite era el 2017). Sin embargo, considera irrenunciable el objetivo de conseguir alargar la edad de jubilación a los 67 años para el 2022.

La troika también ha accedido a incorporar el sistema de tres tramos para el IVA pero quiere incluir en el tipo general del 23 % a los restaurantes, en contra de lo que plantea Atenas. En el tramo reducido del 13 % entrarían el agua y la electricidad mientras que el 6 % se reservaría para fármacos, libros y el teatro.  

Sobre el impuesto de sociedades, los acreedores han sido muy claros. Nada de subirlo al 29 %. El FMI hizo valer su posición negociadora e introdujo en el texto un 28 % (desde el 26 % inicial). El aumento de las contribuciones sociales a las pensiones es otra de las exigencias de la troika, que pide un aumento del 4 % al 6 % de media. El texto de la propuesta fue enviado al Eurogrupo, donde esperaba el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, dispuesto a presentar otra alternativa.

Pero el gran obstáculo que se interpone entre las instituciones y Grecia es el debate sobre la reestructuración de la deuda. «Debe estar en el núcleo de cualquier acuerdo», insisten fuentes griegas que reconocen la dificultad de arrancar un compromiso de sus socios para aliviar su enorme peso (180 % del PIB). Son muchos los países que se oponen a flexibilizar más los plazos de devolución o a perdonar parte de la factura, entre ellos Finlandia, los bálticos o España. Tsipras se compromete a cumplir con los objetivos fiscales pero si no le garantizan una bombona de oxígeno en forma de quita no está dispuesto a volver a Atenas con el decálogo de reformas de la troika.

El tiempo corre en su contra. El Eurogrupo volverá a reunirse mañana y puede que sea la última oportunidad para la permanencia de Grecia dentro de la eurozona. Si el acuerdo finalmente se materializa, el Parlamento griego deberá reunirse de urgencia para debatirlo y votarlo. Entonces será el turno del Parlamento alemán y del finlandés que deberán ratificarlo, tal como exigen sus constituciones. El martes 30 sonará la campana. Expira el programa de rescate y con él los 7.200 millones de euros que necesita Grecia para seguir pagando facturas en julio y agosto al FMI y al BCE. Si no lo consigue, el pánico bancario y el corralito están garantizados. De ahí a la salida del euro solo hay un paso. El plan B de la zona euro está preparado por si ocurre lo peor, pero todos quieren evitar ese escenario. Angela Merkel pidió ayer a Tsipras un acuerdo antes de que abran los mercados el lunes. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, confía en que así será. «Tengo la corazonada de que esta historia griega tendrá final feliz», aseguró.

¿De dónde saldrán los 1.600 millones?

La duda más importante que surge tras constatar que las negociaciones se alargarán hasta el último minuto es si va a poder devolver Atenas los 1.600 millones de euros que adeuda al FMI el próximo martes 30 de junio y cómo podrá hacerlo. El organismo internacional no desperdició ayer la ocasión de subrayar el papel de dureza que ha adoptado en las conversaciones, al recordarle a Grecia que debe cumplir con sus «obligaciones de pago» si o si. Su directora, Christine Lagarde, advirtió de que pondrá en marcha de forma inmediata el protocolo de impago si no recibe los fondos a tiempo.

En teoría, Tsipras tiene varias posibilidades para reembolsar el préstamo. La primera opción es pagar con los beneficios generados por los bonos helenos en manos del BCE, una opción que solo se le permitirá si hay acuerdo a la vista. Otra alternativa es que, una vez que se selle el acuerdo, el BCE permita a Grecia emitir de nuevo deuda a corto plazo y financiarse así a través de los bancos helenos. No se descarta tampoco la posibilidad de que Atenas haya retenido desde hace semanas los pagos a proveedores para poder disponer de un colchón de emergencia para salvar la bola de set.

La última posibilidad, que la eurozona adelante a Grecia parte de los 7.200 millones de euros de la prórroga del rescate, no entra en los escenarios. Varios ministros de la eurozona la descartaron abiertamente.

Por qué se resiste Atenas a recortar más los gastos de defensa

Pensiones e IVA son los principales caballos de batalla en las negociaciones, pero no son los únicos asuntos que quitan el sueño al primer ministro griego. La inquietud que están generando las negociaciones en el Ejército, una institución tradicionalmente conservadora, preocupa al Gobierno de Syriza.

Una de las razones por las que Tsipras pactó con el partido ultranacionalista Anel fue por el estrecho vínculo que une a la formación con los militares. Su propio líder, Panos Kamenos, ostenta la cartera de Defensa: una buena manera de mantener a las fuerzas armadas al lado del Gobierno.

Pero la última propuesta de la troika exige un recorte de 400 millones en Defensa, cuyo presupuesto ha caído un 47,7%  desde el inicio de la crisis, según el SIPRI. Buena parte del esfuerzo se ha cargado sobre los salarios. Tampoco resulta fácil reducir más los fondos en Defensa cuando Grecia sigue manteniendo disputas con Turquía y debe hacer frente a los enormes flujos migratorios tanto en la frontera con el país vecino como en el Mediterráneo.