Galicia tardará al menos nueve años en recuperar el empleo perdido

Gabriel lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Para que en el 2024 el número de ocupados supere de nuevo los 1,2 millones que había en el 2007, sería necesario que la economía creciese un 2,5 % anual

29 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los expertos coinciden. Frente a los distintos adjetivos que le aplican a la recuperación, que van de frágil a vigorosa en función del prisma con que cada uno la analice, todos conceden que no se podrá certificar la salida de la crisis hasta que se hayan restañado las heridas abiertas en el mercado laboral tras seis años de profunda destrucción de empleo. Y el reto es mayúsculo. Solo entre el tercer trimestre del 2007, cuando se registró el pico de ocupación previo al derrumbe de la economía, y el primero del 2014, se perdieron en España 3,8 millones de puestos de trabajo, un 18,3 % del total.

Aunque el empleo empieza a recuperarse, y lo hace con fuerza -en solo nueve meses el número de ocupados ha aumentado en 618.500 personas, según la última encuesta de población activa-, el consenso entre los analistas apunta a que serán necesarios en torno a diez años para volver a los niveles anteriores a la crisis. Así lo apuntó recientemente, en una conferencia en La Voz, el consejero ejecutivo del BBVA José Manuel González-Páramo, que recordó que hay países, como Estados Unidos, que el año pasado ya igualaron los registros de empleo del 2007. Caída y recuperación en solo siete años, frente a los 18 que se estiman serán necesarios en España. «Una enormidad, una generación perdida», advirtió.

Pero, ¿qué pasaría en Galicia? Según el mismo modelo teórico aplicado por González-Páramo para su simulación, BBVA Research, el servicio de estudios de la entidad, calcula que la comunidad tardará nueve años en volver a las tasas de ocupación anteriores al inicio de la crisis, fijando el 2024 como año cero para el empleo en Galicia.

Eso sí, para ello sería necesario, aclaran, que la productividad por empleado suba un 0,6 % al año -la media registrada entre 1992 y el 2007- y, todavía más importante, que el producto interior bruto aumente un 2,5 % en cada ejercicio. Un ritmo de crecimiento del que la economía gallega está todavía muy alejada, pues quintuplica el avance registrado el año pasado.

Precedentes

Pero, para hacerse una idea del camino que queda por recorrer, a veces es necesario echar un vistazo por el retrovisor. Manuel Lago, economista de Comisiones Obreras, apela al patrón de recuperación en la anterior crisis de la economía española, al principio de los noventa. Desde el verano de 1991, y durante dos años y medio, se destruyeron el 7,8 % de los empleos del país. Y fueron necesarios otros tres ejercicios, hasta 1997, para volver al punto de partida. Y, en el caso de Galicia, donde se habían perdido el 11,5 % de los puestos de trabajo, la recuperación no se produjo hasta finales del año 2000.

Ahora, la brecha a cerrar en la comunidad es todavía más profunda, ya que entre el 2008 y el 2014 el número de ocupados, que superaba los 1,2 millones al inicio de la crisis, cayó un 19,2 %.

A esto se suma que, según Lago, tanto el crecimiento como el incremento de la ocupación van a ser en Galicia «más atenuadas» que en el conjunto del país. «Vamos a estar un poco por debajo, aunque no mucho porque los ciclos económicos están coordinados», explica, al tiempo que recuerda que «nuestras necesidades de creación de empleo son inferiores, por la mejor tasa de paro y por la demografía, ya que hay menos gente joven».

Sin embargo, el presidente de la patronal gallega, José Manuel Fernández Alvariño, recuerda que ahora hay un factor que permitirá acelerar la recuperación: la reforma laboral, que «nos ha permitido superar la necesidad de crecer por encima del 2 % del PIB para crear empleo neto». El presidente de la CEG cree que Galicia, pese a registrar un crecimiento menor, cuenta con diferenciales que juegan a su favor para que la creación de empleo sea más dinámica, especialmente gracias a los nuevos contratos en el naval o la automoción.

«Pero estas previsiones solo podrán materializarse de mantener la senda de las reformas iniciadas en los ámbitos laboral y fiscal y con una profunda reforma de la Administración», zanja.