Pemex y Galicia: 21 barcos prometidos, 2 adjudicados

Manoli Sío Dopeso
M. S. dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La compañía, que ahora esconde la cabeza debajo del ala, está construyendo la mayoría de los buques en México

26 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pemex suena a palabra maldita en época electoral. Las incertidumbres y la falta de concreción de proyectos rimbombantes se convierten cada cierto tiempo, y desde que la petrolera desembarcó en Galicia de la mano de la Xunta de Alberto Núñez Feijoo (septiembre del 2012), en arma arrojadiza en los enfrentamientos políticos. Así fue, de nuevo, ayer en el Parlamento gallego y en el debate del Estado de la Nación.

La compañía mexicana, que ahora esconde la cabeza debajo del ala, tiene buena culpa de esta situación, porque en los últimos dos años ha llegado a anunciar la adjudicación a Galicia de 21 barcos. Cuando lo cierto es que, a excepción de los floteles ganados por Barreras y Navantia, la mayor parte de estos buques ya se están construyendo en México, incluidos los 14 remolcadores que componen el proyecto de renovación de la flota menor de Pemex, al que ayer se refirió el presidente de la Xunta. «Os catorce remolcadores están adxudicados e os buques de baixo calado faranse», afirmó en la Cámara gallega.

La confusión viene de la fórmula elegida por la petrolera para cumplir su compromiso con Galicia. Dos astilleros: el asturiano Armón (con una filial en Vigo) y, en menor medida, el vigués Freire se encargan de los diseños y el aporte tecnológico a condición de que la construcción se ejecute al cien por cien en el naval mexicano. De este modo, Armón se ha hecho con un total de 16 buques de la flota menor y Freire con 3.

La razón es que, antes que nada, Pemex es una empresa mexicana que se debe a su país. La petrolera nunca ha ocultado que el fin último de su estrategia de inversión en la comunidad, que se completó en noviembre del 2013 con la compra del 51 % de Hijos de J. Barreras -una operación de la que ayer presumió el presidente Rajoy por haber tenido algo que ver en ella-, no era otro que lograr transferencia de tecnología para resucitar a los astilleros mexicanos.

Pedidos fantasma

Tampoco los pedidos anunciados para su propio astillero han tenido final feliz. Solo un mes después de comprar Barreras, dos de sus máximos directivos de Pemex prometieron una voluminosa carga de trabajo consistente en un atunero, para un armador mexicano, y tres buques tanque, para la filial Pemex Refinación; además de uno de los floteles gemelos.

Ha pasado ya más de un año desde entonces, sin que el contrato de ninguno de esos buques haya entrado en vigor y sin que la petrolera haya dado señales de nueva carga de trabajo para su astillero, que cumple los plazos de construcción del flotel amenazado de un expediente de regulación de empleo si no suma un pedido para Argelia en fase avanzada de negociación, que podría firmar en próximas fechas.

Sin nuevos encargos a la vista, la petrolera insiste en que sus compromisos siguen en pie, sin dar más explicaciones de sus incumplimientos, y mientras emprende un duro ajuste que le llevará a recortar 3.600 millones de euros en inversiones ya programadas, entre ellas, la construcción de nuevas unidades como los floteles de Barreras y Navantia.